Akram Giadala
La semana pasó con una velocidad alucinante, es viernes por la tarde y estoy en la oficina. A diferencia de muchos, yo realmente no estoy disfrutando del inicio de fin de semana. El día a sido un completo martirio, unos socios han jodido por completo un caso por el cual iba a viajar a Washington DC y he tenido que pasar todo el día encerrado en mi oficina, buscando la manera de recuperar las riendas.
Como cereza del pastel tuve varias discusiones con mi hermana -ya que claramente ella no sabe cuando dejar de insistir- a lo largo de la semana. Hoy se supone vamos a cenar juntos en un restaurante -a modo de bandera blanca- solo espero no volver a discutir con ella.
Para cuando llegan las nueve de la noche, estoy exhausto y agobiado. La cabeza me palpita y mataría por una buena siesta.
Le escribo a Nessa, para avisarle que ya voy a ir a buscarla. A lo que responde que me está esperando fuera del bufete.
Me froto la cara con cansancio y me incorporo resignado, mientras tomo mis cosas.
El motor del carro cobra vida una vez lo enciendo, me dirijo a la entrada del edificio y aparco esperando a que Nessa entre en el vehículo.
Se acerca y entrar al carro.
-Hola hermanito- me saluda con un beso en la mejilla- ¿Qué tal tu día?.
-He tenido mejores -me sincero- ¿y el tuyo? -La tensión se podía sentir en el ambiente, todas las discusiones que tuvimos a lo largo de la semana estaban afectando nuestra relación. No lográbamos hablar entre nosotros con confianza y fluidez, por el contrario, ambos parecíamos estar constantemente a la defensiva, esperando que el otro dijese algo que desatara una nueva discusión. Odiaba estar de esta manera con ella, pero esta vez no daría mi brazo a torcer, ella debía aprender a respetar mis decisiones.
-Bien, nada nuevo en realidad -contestó en voz baja, mientras jugaba con sus dedos. Asentí con la cabeza, notando su mirada sobre mi. El carro se quedó en absoluto silencio por unos segundos que se sintieron eternos, hasta que volvió a hablar- mañana voy a ir a visitarlos -musito en voz baja. Apreté mis manos en el volante y volví a afirmar con mi cabeza. -¿realmente no vas a venir conmigo?.
-No vamos a caer en el mismo tema Nessa, déjalo por la paz -mascullo entre dientes, intentando calmarme. Rezaba para que dejará el tema hasta ahí, hoy no estaba de humor y no quería pagarla con ella.
Pero a ella le encanta jugar con mi paciencia -pensé con fastidió.
-No, no lo voy a dejar por la “paz” -exclamó haciendo comillas con sus manos- son nuestros padres Akram, lo mínimo que puedes hacer es visitarlos. ¿Qué demonios te cuesta? -su voz había subido exponencialmente, mientras agitaba las manos.
Suspire irritado, ya me tenía harto con el jodido tema.
-¡¡¡ERAN NUETROS PADRES!!! –grité, perdiendo por completo la paciencia. Mis nudillos ya estaban blancos de lo fuerte que agarraba el volante.- Están muertos, termina de entenderlo no queda nada de ellos. Y no se me da la puta gana de visitar el cementerio. Si tu quieres hacerlo, bien por ti, pero a mí deja de estar jodiendome. -exclame furioso, volteando la cabeza en su dirección cada tanto.
-¡¡¡SE QUE ESTÁN MUERTOS, IDIOTA!!! -los gritos llenaban el reducido espacio en el vehículo, pero a ninguno de los dos parecía importarle- lo sé muy bien, pero igual son nuestros padres y como mínimo deberíamos honrar su recuerdo llendo a visitarlos. -exclamó con la voz entrecortada. En otros momentos escucharla tan triste me hubiese conmovido y terminaría haciendo lo que ella quisiese. Pero esta vez no, me tenia cansado con el tema y el hecho de que siguiera insistiendo, aún sabiendo que no era algo de lo que me gustara hablar, solo me hizo enfurecer- eres egoísta, solo estas pensando en ti mismo -dijo entre dientes y esa fue la gota que derramó el vaso.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Mistero / ThrillerPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...