El lugar parecía una pequeña sala de estar, las paredes pintadas de colores cálidos, los sillones de cuero, la mesa de madera y un gran espejo decorando una de las paredes; te daban una sensación de falsa tranquilidad e incluso llegabas a olvidar que en realidad te encontrabas en una sala de interrogatorios mejor decorada -o eso es lo que ellos creían, porque la realidad era, que no había manera de olvidar que te encontrabas en la estación de policías y que a través de ese gran espejo habían personas observándote, juzgándote y esperando que cometas el más mínimo error.
Decir que estaba asustada es quedarme corta -espantada, horrorizada o a punto del colapso serían términos más adecuados- pero todas esas emociones se encontraban encerradas dentro de mi. No podía permitir que ellos viesen mi estado, por nada del mundo podía flaquear.
Puede que yo no haya causado el incendio, pero si sabía quién había sido y para mi total desgracia, no podía delatarlo, así que no me quedaba de otra.
Me mantuve seria, mientras esperaba que algún oficial viniese a interrogarme -sabia muy bien lo que intentaban hacer, justo ahora se encontraban del otro lado del espejo, esperando ver en mi algún atisbo de miedo, culpa o nerviosismo; o al menos lograr impacientarme y que terminara quebrándome. Debo admitir que gracias al imbécil de mi padre me puedo manejar bien en este tipo de situaciones y se perfectamente como se manejan.
Escucho la puerta ser abierta y luego cerrada. Giro mi mirada en dirección a la puerta y me encuentro con el oficial que se me acerco en el restaurante -O’Brien si mal no recuerdo- lo veo acercarse y sentarse frente a mi.
-Señorita Palmieri un placer verla nuevamente -dice con un falso tono de cordialidad. Entrecierro los ojos en su dirección y lo escaneo de arriba abajo para luego arquear la ceja- permítame presentarme oficialmente, soy el detective O’Brien -exclama con una ligera sonrisa mientras extiende una de sus manos en mi dirección.
Asiento y le tomo la mano en un firme apretón.
Un detective….lo que me faltaba -pienso con cansancio.
-Pensé que ya habían realizado todas las preguntas pertinentes -exclame una vez había retirado mi mano.
-Y así era, hasta que se dio a conocer que el incendio había sido provocado -exclama mientras se recuesta en el espaldar de su silla- pero descuide, tan solo seran algunas preguntas sencillas y luego podrá marcharse.
-De acuerdo, pregunte lo que necesite -dije con simplicidad.
Lo observo sacar un bolígrafo del bolsillo de su saco mientras revisa un documento- que hasta ahora no vi que traía.
Concéntrate Alessandra -reprocha mi mente.
-De acuerdo señorita empecemos -dice- ¿hace cuanto tiempo que trabaja en el restaurante?
-Dos años aproximadamente -respondo con seriedad.
Lo veo anotar algo en una libreta.
-¿Dónde se encontraba cuando el fuego inició? -pregunto viéndome a los ojos.
Fruncí el ceño -fingiendo que intentaba recordar- suspire.
-Estaba en el cuarto de empleados -lo interrumpo cuando abre la boca para hablar- recordé que no cargaba el celular encima y pues, soy madre…debo tener el teléfono siempre conmigo -me encojo de hombros.
Me observa por unos segundos que parecen eternos, hasta que se decide a hablar.
-¿Y el padre de su hijo? -La simple pregunta estuvo a punto de romper la fachada de absoluta tranquilidad que había creado. Por suerte pude mantenerme serena y no mostrar lo mucho que me afectaba ese tema.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Misterio / SuspensoPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...