Capítulo 17

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Habían pasado dos días desde mi desmayo y Alonzo no se apartaba de mi lado, ese mismo día se quedó a dormir en mi casa por miedo a que algo me ocurriera y estuviese sola con Luca -Lo cual agradecí, ya que a mi también me daba miedo- por la mañana le insistí en empezar a trabajar, a lo que el se negó, ya que debía esperar a recuperarme.

Quiso persuadirme de tomarme tambien el día de hoy para seguir descansando, pero me negué rotundamente. El estar todo el día en casa empezaba a volverme loca, ya estaba acostumbrada a mi rutina y no me era sencillo cambiarla. Tanto insistí que logre convencerlo, bajo la condición de que el me llevaría en mi primer día en el bufete con la escusa de que siendo mi primera vez yendo a ese lugar, no me perdiera en el camino.

-¿Nerviosa? -pregunta Alonzo, conduciendo por las transitadas calles. Ya habíamos dejado a Luca en el colegio y ahora nos dirigíamos al bufete.

Aparto mi mirada de la ventana y lo observo.

-Solo un poco -admito- desde que desperté tengo este pequeño susto en mi estómago -exclamo con un suspiro.

Desde el momento que desperté, un sentimiento parecido al vacío que sientes en el estómago cuando te encuentras a grandes alturas, se instaló en mí. Una mezcla de expectativa, miedo, adrenalina y algo más que no sabía identificar, se mezclaban en mi interior. Mi corazón latía desbocado y me era imposible mantenerme quieta.

-Son los nervios -afirma- además, has pasado por demasiadas emociones estos días, es normal que te alteres con facilidad.

Asentí levemente dándole la razón.

Si, son los nervios -me convencí a mí misma.

Dirigí de nuevo mi mirada a la ventana y observe en silencio las calles y edificios que nos rodeaban. Según avanzábamos los edificios se volvían más modernos y estilizados, claramente estábamos entrando a una de las zonas más prestigiosas de New York.

Alonzo empieza a bajar la velocidad para adentrarse en un estacionamiento subterráneo. Una vez aparca me bajo del carro y aliso las inexistentes arrugas en mi falda.

Debes calmarte Alessandra -me recrimina mi conciencia.

Tomo una profunda inhalación y exhalo despacio intentado calmar mis nervios.

-¿Vamos? -llama mi atención colocando su mano en mi hombro.

-Vamos -digo, para luego seguirlo a lo largo del estacionamiento hasta llegar a un ascensor.

Una vez dentro, lo veo marcar el piso dos y las puertas se cierran, luego de unos pocos minutos se vuelven a abrir.

Observo el lugar maravillada, mientras salgo del ascensor.

Las paredes pintadas de un gris oscuro, los pisos de mármol pulido y el color metalizado de la recepción; denotan elegancia e imponen respeto.

Observo a Alonzo realizar una leve inclinación con su cabeza instándome a seguirlo.

Personas caminan de un lado a otro cargando documentos, hablando por teléfono o bien tomándose un vaso de café. Nadie nos presta atención y eso me tranquiliza de gran manera.

El lugar era inmenso y a lo largo de su extensión se hallaban distribuidas una gran cantidad de oficinas medianamente grandes.

-Aún falta para llegar a mi oficina piccola -exclama- este bufete consta de dos pisos, en cada uno hay unas cuatro oficinas de gran tamaño, que son para los mejores abogados de aquí en sus respectivas ramas -explica moviendo su mano- hay varias salas de junta y puede que una decena de oficinas de tamaño medio y pequeñas, para el resto de los abogados y juniors -dice con simpleza, mientras inclina su cabeza en un leve saludo a uno de sus colegas.-  y por supuesto está la oficina de Akram que es la más grande, claramente ya que el es el dueño, se encuentra en la planta de arriba.

Destinos Entrelazados (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora