Capítulo 22

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Akram Giadala

-Bien señor Giadala, me encargaré de que todo salga según lo estipulado y le estaré informando -exclama el hombre frente a mí.

Asiento de acuerdo y me incorporo de mi asiento, dando por finalizada la conversación.

-Estaremos hablando -le digo, extendiendo mi mano en su dirección, la cual toma al instante en un apretón firme.

Salgo del establecimiento y me subo a mi carro para regresar al bufete. El almuerzo había tomado más tiempo del que pensé y ya eran las dos de la tarde. El tráfico a está hora es infernal, por lo que me veo atascado en medio de un embotellamiento.

El ruido de los cláxones y más de un insulto y gritos de conductores con poca paciencia -como inteligencia- empiezan a acabar con mi buen humor.

¿Por qué coño no avanzan?

Con un suspiro, tomo mi teléfono que a estado sonando desde hace un rato.

-¿Qué? -contesto con brusquedad a quien sea que este al otro lado de la línea.

-Oye a mi no me hables así -exclama Nessa, enojada- ¿quién te puso en modo gruñón hermanito? -pregunta con burla.

Ruedo los ojos y paso una mano por mi cabello.

-Trabajar con incompetentes, el tráfico, conductores amantes de la bocina -enumero- ¿te sigo contando? -digo, la molestia siendo palpable en mi voz.

-No, no me digas más -dice con rapidez- intenta no matar a nadie Akram.

-¿Para qué me llamabas? -digo, ignorando su último comentario.

Con el estrés que llevaba, no podía prometer nada.

-¿Acaso no puedo llamar a mi lindo hermanito, solo para saber de el y su día? -dice con inocencia, falsa, por supuesto.

Enarco una ceja, aún sabiendo que no puede verme.

-No, algo hiciste o quieres -afirmo- así que, déjate de rodeos Nessa.

La escucho Jadear indignada, para luego reírse. Veo los autos avanzar un poco, así que yo también lo hago.

Bufo con molestia al ver que sólo avanzo unos pocos metros.

Esto va a largo -pienso con molestia.

-Bien, me conoces demasiado – admite sin pena alguna- ¿Cuándo vengas me puedes comprar chocolates? -exclama con voz aniñada.

-¿No había en la casa? -pregunto.

-Había, esa es la palabra clave -se burla- ya se acabaron y yo tengo flojera de salir -informa.

-Ya, yo te los compro -le digo, sin ánimos de alargar la conversación- y de paso, compro algo de comer, no pienso cocinar y tu eres una vaga.

-Idiota, pero igual no iba a cocinar, así que por mi esta bien -admite- compra pizza -ordena y sin esperar mi respuesta, cuelga la llamada.

Fulmino con la mirada la pantalla del teléfono, deseando de cierta forma, que sea mi hermana.

Mocosa malcriada -pienso

Tu la malcriaste -me recuerda mi consciencia. A la que decido ignorar.

Pasa alrededor de media hora antes de que logre llegar al bufete. Para este momento mi paciencia está por los suelos y mi malhumor por los aires. Me estoy dirigiendo al ascensor, cuando escucho una voz femenina gritar algo en otro idioma y el sonido de algo estrellándose contra el piso para posteriormente oír un sollozo. Pienso en dejarlo pasar, total ese no es mi problema.

Destinos Entrelazados (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora