Akram Giadala.
Dejo los papeles en mi escritorio, recostándome del espaldar de mi silla, pellizco el puente de mi nariz con el cansancio siendo notorio en cada uno de mis movimientos. Eran cerca de las tres de la mañana cuando llegue a mi casa y aún si lo intentara, era inútil dormir, no solo por el hecho de que faltaban pocas horas para tener que ir al bufete y no me daría tiempo de nada, si no por el torbellino de pensamientos que se negaban a dejarme en paz.
Todo lo ocurrido me tenía con los nervios de punta, no dejaba de rememorar cada recuerdo, analizando cada conversación, gesto o actitud, buscando el mínimo indicio, algún pequeño desliz que pudieron haber cometido. Pero debía admitir que eran unos maestros de la mentira, hasta ahora no tenia más que conjeturas y demasiadas preguntas sin respuesta. Necesitaba algo, por mínimo que fuera para poder agarrarme de ahí y empezar a investigar.
Resoplo y me incorporo para acercarme al gran ventanal. Me quedo observando la cuidad, mientras mi mente no deja de cavilar.
El sonido sordo de la madera al ser golpeada inunda el lugar, llamando mi atención.
-Adelante -exclamo sin voltear mi cuerpo.
Escucho la puerta abrirse y el repiqueteo de unos tacones contra el piso de mármol.
-Señor, el señor Lombardo acaba de llegar -anuncia mi secretaria con timidez.
Genial.
Justo hoy, no me encontraba de humor como para tener que tratar con nadie.
Frunzo el ceño y me doy la vuelta.
-Haz que pase -ordeno y me siento en mi silla, cruzando una pierna sobre la otra.
Asiente y se retira con prisa de mi despacho. Pocos segundos después la puerta es nuevamente abierta por mi secretaria, dejándola de ese manera, para que el hombre detrás de ella pudiese entrar.
-Buenos días señor Giadala, es un placer conocerlo al fin -exclama, acercándose al escritorio y extendiendo su mano en mi dirección.
Me incorporo y tomo su mano en un apretón firme.
-Igualmente señor Lombardo, por favor tome asiento -exclamo soltando su mano y señalándole la silla a un lado de él. Tomo asiento y el imita mi acción, mientras arregla su saco.
-Iniciemos -anuncio, tomando la carpeta que lleva su nombre. Realmente no era necesario tenerla ya que todo lo que había en ella me lo sabía de memoria, pero por alguna razón, esa simple acción intimidaba y causaba nervios en todo aquel que fuese entrevistado, logrando que la máscara de seguridad se agrietara y me permitiera analizarlos más a fondo.
La entrevistas paso sin ningún inconveniente, se notaba que era una persona sería y competente en cuanto a los negocios y me tenía bastante satisfecho ver que en ningún momento bajo la mirada ante mi, ni se mostró inseguro. Aunque había algo en el que me tenía inquieto, no sabía que era exactamente aquello que me mantenía un tanto a la defensiva.
Los sigo escuchando hablar, mientras lo analizo una vez más, había algo en el que me resultaba inquietantemente familiar y sin importar cuanto me concentraba, ni las veces que sentí tener la respuesta en la punta de la lengua, nunca lograba dar con ella .
Nuestra conversación se ve interrumpida cuando se escucha la puerta ser tocada repetidas veces. Nos quedamos en silencio y ambos nos miramos confundidos.
-¿Espera a alguien? -pregunta al ver que no hago nada.
Frunzo el ceño, desviando mi mirada hacia la puerta.
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Destinos Entrelazados (En Edición)
Mistero / ThrillerPrimer libro de la Saga "Destinos" Hace tiempo leí acerca de una leyenda que afirma, que aquellos que estén unidos por el hilo rojo estarán destinados a ser almas gemelas, viviendo así una importante historia de amor, sin importar cuanto tiempo pase...