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Había buscado hasta el fondo de mi armario con la intención de encontrar algún atuendo atrevido pero no encontré nada, no tenía nada más que sacos, pantalones y blusas de vestir, jeans, camisetas casuales y vestidos muy formales. Terminé por ir al centro comercial para comprar mi vestimenta pero no tuve mucha suerte al principio, estaba por rendirme cuando entré a la última tienda donde una chica extranjera me atendió.
- ¡Hola cariño, pasa adelante!- La miré extrañada, a lo que ella rápidamente se dió cuenta.- Oh lo siento mucho, aún no logro deshacerme de esa costumbre de mi país.- Se explicó apenada.
- No te preocupes.- Le regalé una sonrisa que al instante correspondió, parecía una chica alegre, bastante llamativa.
- ¿Qué puedo hacer por ti?- Preguntó amablemente sin borrar su sonrisa.
- Estoy buscando un vestido para vengarme de mi novio infiel.- Respondí con seguridad, el rostro de la chica cambió abruptame y con una sonrisa maliciosa dijo:
- Amiga, tengo el vestido perfecto para tí, ven conmigo.- Y sin más se adentro en la tienda conmigo detrás de ella lo más rápido que podía, era bajita y se me perdía entre los percheros con la ropa de la tienda.
Ahora me encontraba de pie en mi habitación recién duchada con un precioso vestido descansando sobre mi cama, era color rojo ligeramente opaco, largo hasta las rodillas, tenía tirantes y un escote bastante pronunciado además de una gran abertura en la pierna derecha desde unos dedos más abajo de la cadera hasta el final del vestido, bastante pegado al cuerpo. Aún dudaba en si debía desobedecer a Christian simplemente colocándome aquel vestido e ir al club de Hanna.
Miré un portaretratos sobre mi mesa de noche que tenía una foto mía y de Christian, recordé su rechazo e indiferencia hacia mi, todas sus infedelidades y el golpe que me había dado. Mi sangre comenzó a hervir, me coloqué el vestido más unas sandalias altas de tacón negro, me maquillé de una manera a la no estaba acostumbrada y peiné cuidadosamente mi cabello dejándolo suelto.
No pude reconocer mi reflejo en el espejo, había olvidado cuando fué la última vez que me había arreglado para ir a un club o a alguna fiesta que no fuera del trabajo, quizá nunca lo había hecho.
¿Cuánto control tenía Christian sobre mi? Seguramente, uno insano.
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