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- ¿¡Otra vez!?- Preguntó exaltado.
- Sí.- Dije mientras revolvía mi tazón de ramen instantáneo con los palillos.
- Pero no puede ser, ya es la tercera vez esta semana.- Apretó su puño con furia.- ¿Le reclamaste?
- Lo hice, pero solo dijo que estaba haciendo demasiado drama,- Abrió grandemente los ojos.- ¿Crees que tenga razón?- Pregunté.
- ¡Pero por supuesto que no! Nadie merece que lo dejen plantado y tú menos.- Suspiró pasando ambas manos por su rostro dejándose ver frustrado.
- Ya no sé que hacer.- Hice un pequeño puchero triste.- ¿Qué debo hacer?- Él me miró arqueando una ceja.
- Yo ya te di la solución desde que me dijiste que te gusta.- Se cruzó de brazos.
- ¡No voy a dejarlo!- Exclamé, él solo giró los ojos.
- Entonces no entiendo para qué me preguntas, si ya sabes lo que te voy a decir.- Ambos reímos levemente.
- Sabes que lo amo Chris.- Sonreí tristemente mientras bajaba la mirada.
Sentí a mi amigo tomar mis manos y luego llevó una de estas a sus labios dejando un pequeño beso, cuando me miró ví la melancolía en sus ojos. Realmente comencé a arrepentirme de amar a Christian y con eso, lastimar a Christopher.
Los gemelos Bang y yo crecimos juntos como hermanos porque nuestras madres son mejores amigas, y desde mis cortos diez años comenzó mi enamoramiento por el mayor de los gemelos, Christian.
Ambos eran iguales y diferentes al mismo tiempo, el mayor siempre a sido el chiquillo rebelde y revoltoso que le causaba dolores de cabeza a su madre, y aún así era su favorito, aquel adolescente popular que todos los días salía con una chica distinta, era suspendido constantemente, no hacía sus trabajos, faltaba a clases y golpeaba a los estudiantes más débiles, y aún así estaba enamorada de él. En cambio el pequeño Christopher suele ser catalogado como el "hijo perfecto". El castañito era el niño dulce y tierno que todos amaban, su adultez no cambió su personalidad en absoluto, seguía siendo el mismo chico amable, trabajador y risueño.
Christopher siempre me protegió a capa y espada de quien quisiera dañarme, como conocía perfectamente a su hermano, el que yo le haya confesado que estoy enamorada de él lo golpeó fuertemente. Me advirtió miles de veces que no debía involucrarme con Christian, que sufriría estando a su lado pero no lo escuché, mucho después supe que siempre tuvo razón. Ahora estaba atada a él y mi corazón se negaba a dejarlo.
- Creo que habría sido mejor si te hubieras enamorado de mí.- Su voz me sacó de mis pensamientos, aún sostenía mis manos y su intensa mirada me dejó sin habla por un momento.
- Tienes razón,- Suspiré- sé que habría sido muy feliz a tu lado Chrispy.- Sonreí con nostalgia y sus ojos brillaron.
- Sabes que aún no es tarde para nosotros,- Sonrió con un poco más de ánimo.- aún podemos...
La puerta se abrió de repente y Lia, la esposa de Christopher entró. El castaño suspiró pesadamente y soltó mis manos acomodándose en su asiento, la chica aún estando en la puerta lo miró con una ceja levantada y sus brazos como jarra.
- Te estaba buscando Christopher.- Dijo
- Sabes que siempre estoy aquí.- Respondió el mencionado.
Sin más Lia terminó por adentrarse a mi oficina y se sentó al lado de su esposo frente a mí, sacó su almuerzo de un pequeño bolso y comenzamos a almorzar los tres en completo silencio, mi corazón se hundió al ver como la mirada del mayor se apagaba frente a mi.
Después de almorzar, Lia decidió romper el silencio.
- ¿De qué estaban hablando antes de que llegara?.- Preguntó.
- De lo idiota que es Christian.- Respondió el castaño.
- Christopher, es tu hermano.- Dijo claramente ofendida.
- ¿Y qué? Eso no le quita lo idiota.- Se encogió de hombros, y justo cuando una pequeña risa se escapó de mis labios, Lia se levantó de la silla tomando sus cosas y salió azotando la puerta de la oficina, siendo ignorada por Chris.
Ni siquiera sabía disimular la gran estúpida.
- ¿No crees que fuiste demasiado duro con ella? Es tu esposa. - Pregunté.
- Sí, mi esposa.- Suspiró peinando su cabello hacia atrás con sus manos.- Solo lo es porque mi madre me obligó a casarme con ella, no la amo, ni siquiera la soporto.
- Lo sé, esa mujer es insoportable.- Asentí dándole la razón.
- Además, ¿Qué clase de amor y respeto merece de mi parte si me es infiel con Christian?- Lo miré sorprendida.- Sé que tú también lo sabes.
- Lo siento Chrispy yo...- Me interrumpió.
- No te preocupes, te conozco lo suficiente como para adivinar porqué no me dijiste nada.- Reímos ligeramente.- No me importa que ella me engañe, la que me importa eres tú. ¿Por qué sigues con él si sabes que te es infiel con mi propia esposa y muchas más?.- No fuí capaz de mirarlo a la cara.- Ten amor propio y date cuenta Soyeon, si sigues con él te arrepentirás el resto de tu vida, escucha mis palabras, Christian incluso podría llevarte a la muerte más rápido de lo que crees.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
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