Capítulo 2 : Nuevo Piloto

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Jenny.

Mientras se alejaba la moto, mi mente se llenaba de preguntas y una combinación de sentimientos recorría mi piel al pensar en aquel chico. La voz de Josy me saca de mis pensamientos.

—Jenny, hola. Tierra llamando a Jenny… —me dice entre risas, poniendo un mechón de su rizado pelo negro detrás de una oreja—. Al fin reaccionas, cariño. Llevamos cinco minutos hablándote y tú ni te enteras.
—¿Quién era ese pedazo de bombón? —pregunta Isy y sus ojos celestes se llenan de curiosidad.
—El estúpido del que os hablaba —contesto restándole importancia y caminando hacia la moto para poder aparcar.
Cuando termino, me acerco nuevamente a mis amigas, que aún están conversando con respecto al chico sexy y antipático.
—Chicas, ¿podríais cambiar de tema? No quiero seguir pensando en ese imbécil. En todo caso, aprovechad que estoy hoy aquí, esto es algo que no se ve todos los días —les explico, mientras nos acercamos a las salas de clase.
—Tienes toda la razón, mejor pensemos en qué vamos a hacer hoy para divertirnos —me apoya Eli, mientras entramos en clase.

Al entrar al salón de clase una sensación de paz invade mi cuerpo. Me siento como en casa, todo me resulta tan familiar que olvido todo el estrés. Una voz exasperante me hace girar la cabeza al final de la sala, donde se encuentra la chica más popular de la escuela, la “más bella” y la “más estúpida” también. Ahí estaba de pie, al lado de la última mesa, con su uniforme impecable, su pelo perfecto y su cara de zorra, rodeada de sus dos cómplices, Alice y Mari, que la igualan o superan en sandez.

—Mirad quién se decidió a venir. La perra y sus crías.
Un calor que reconozco invade mi cuerpo y los demonios que llevo dentro me desgarran el interior por salir.
—Muy buenos días, querida Sally —saludo con la sonrisa más falsa que puede existir mientras camino hacia ella—. Pensaba que después de nuestro último encuentro te volverías más dócil.

Todos en el salón se empiezan a reír, recordando lo que le sucedió la última vez que se enfrentó a mí. Ella me mira, casi como si quisiera matarme, pero antes de que reaccionara entra el profesor de turno a impartir su asignatura. Todos tomamos asiento y, luego de un cordial saludo y de preguntar por nuestro descanso, empieza a impartir la materia.
La mañana transcurre sin problema, clase tras clase. En el almuerzo, nos sentamos en el comedor un rato y después salimos al patio a fumar detrás del local de la biblioteca (ese es mi lugar favorito de toda la escuela). Me siento en un banco y saco mi móvil para revisar los mensajes.

Cuando salgas de la escuela puedes continuar tu vida de pandillera y de marimachos, tengo visita hoy en casa y no quiero tener que suportar tu presencia.

“Bello mensaje de mi hermana”, pensé. “Cada día transmite más amor y cariño”. Continué leyendo.

Jenny, esta tarde hay carrera. Llegó un nuevo corredor, creo que va a estar interesante. Si tienes tiempo ven, las apuestas son prometedoras.

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro e inmediatamente mis amigas sabían por qué. 

—Déjame adivinar —comenta Josy al ver mi sonrisa—. Hoy hay carrera de nuevo.
—Lo que significa —continúa Eli—, que te vas a saltar las clases de la tarde.
—Lo siento, chicas. Pero no me voy a quedar esta tarde. ¿Alguna me acompaña o preferís quedaros?
—Yo voy contigo —sonríe pícara Isy—. Aquí estoy aburrida y no hay nada mejor que ver chicos guapos y sexys compitiendo por ser el mejor.
—Bueno, nosotras mejor nos quedamos y así cubrimos vuestra ausencia —me hace una seña con el ojo Josy mientras me da un beso y se despide.

Termino de fumar mi cigarro y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento a buscar mi moto. En el camino, tenemos que ocultarnos un par de veces para que nadie nos vea. En cuanto llegamos, enciendo mi moto, Isy se sube y salimos de la escuela.

Luego de unos veinte minutos llegamos a una pista clandestina cercana a la playa. Al apagar la moto y bajar todos comienzan a saludarme (la verdad, todos me conocen. A pesar de ser mujer, me he ganado un lugar y respeto aquí). Me acerco a la taquilla para saludar a Katty y darle las gracias por avisarme de la carrera. Allí estaba ella, sentada en su banco, llena de dinero de las apuestas y tomando nota. Es una mujer de unos 27 años, no muy delgada (rayando lo rellenita), muy alegre y de actitud extrovertida.

Al verme, se le dibuja en su rostro una sonrisa sincera y me recibe con gran cariño. Hablamos durante algunos minutos, en los cuales me informa de los corredores, de las apuestas y del chico nuevo del que todos hablan. Aparentemente nadie sabía nada de él, excepto Dylan, el dueño de la pista, y no quiere dar información al respecto.

Me despido de Katty y vuelvo con Isy, que está en una esquina sentada, conversando alegremente con un moreno. Me acerco, saludo al chico con una sonrisa y le digo a Isy en el oído:

—Parece que ya encontraste compañía y me dejas sola. Cualquier cosa me llamas, voy a estar donde siempre viendo la carrera.

Ella asiente con la cabeza y me brinda una sonrisa de despedida, mientras sigue coqueteando con el chico, acomodando su cabello rubio detrás de su oreja. Le devuelvo la sonrisa y me alejo. Luego de saludar a mucha gente y avanzar con dificultad por la multitud de personas, llego a la zona privada. El portero, al verme, se asombra (es un mulato de casi dos metros y fuerte). Con voz grave me dice: 

—No te esperábamos hoy, Jenny. Adelante, pasa, ya están todos dentro.

Le doy las gracias y camino dentro. Es una sala bastante grande, llena de butacas muy elegantes, las paredes son de cristal, exceptuando una, que es un gran televisor de pantalla plana que abarca casi toda la pared y transmite en vivo la carrera, gracias a unos drones que vuelan por encima de la pista.
Al percibir mi llegada, muchos me saludan y otros siguen con su conversación con respecto a la carrera y a quién creen que va a ganar. De pronto, siento un brazo que me rodea la cintura y otro que me tapa los ojos. Puedo notar un aroma conocido.

—Mike, deja los juegos de niños —le digo en tono amenazador.
—Ok, lo que digas, mi cielo —me contesta con esa gran sonrisa.
—Te he dicho que no me llames así —le reclamo.
—Por dios, Jenny, que mal humor traes hoy. Yo que quería repetir lo bien que lo pasamos el otro día…
—No me interesa, Mike. Y, si no te molesta, me encantaría que me dejaras sola —le comento, mientras me alejo de él.

Odio a los hombres que no saben entender cuando una mujer no quiere ataduras ni ningún tipo de relación, solo sexo. Él me da la espalda y se aleja maldiciéndome entre dientes. Me paseo unos minutos por la sala, impaciente porque comience la carrera. Al fin se escucha el altavoz. 

—Corredores, a sus puestos —la tensión comienza a subir—. Preparados… —todos los presentes clavan las miradas en la pista—. Listos…

El silencio reina en los alrededores, no se escucha nada, fuera del sonido de las motos encendidas acelerando (ese sonido es música para mis oídos). Y entonces, en medio de aquel silencio, se siente el disparo que da la señal de salida. Todas las motos salen a gran velocidad, la adrenalina me corre por las venas. En la quinta vuelta al circuito ya no puedo estar sentada.

En primer lugar va el chico nuevo del que nadie sabe nada, verdaderamente es un gran piloto, le lleva casi medio circuito al resto. Definitivamente, ya se sabe quién será el ganador. Mientras tanto, veo una figura que se para a mi derecha. Es alto, de unos cuarenta y con el pelo medio blanco por las canas, pero con una figura atlética y muy buen parecido.

—Buenas tardes, Jenny —me saluda con voz tierna—,
¿viniste a ver la carrera?
—Buenas tardes, señor Dylan —le respondo con mucha educación—. Sí, quería conocer al nuevo piloto del que todos hablan. Quería ver con mis propios ojos si era tan buen como dicen y, por lo que puedo apreciar en esta carrera, es realmente bueno, más de lo que imaginé.
—Me alegro de que te causara tan buena impresión, es un amigo muy cercano. En cuanto termine la carrera te lo voy a presentar para que puedas conocerlo —me dice, muy orgulloso de ser su amigo.
—No hace falta, señor Dylan, pero le agradezco el gesto tan amable.
En lo que transcurre nuestra conversación, la carrera llega a su final y los presentes se ponen a compartir sus opiniones al respecto. Tras pasar algunos minutos, me dispongo a irme, pero escucho la voz del señor Dylan que dice muy alto.
—Y aquí llega el hombre del momento, nuestro campeón.

A través de todas las personas veo una silueta alta, quitándose el casco mientras camina. “Espera un momento”, me dice mi subconsciente. “Esa forma de caminar, esa manera de quitarse el casco yo la he visto antes… No puede ser”, digo al recordar. “No jodas”.
Al darme cuenta de lo que sucede, intento escapar de un nuevo encuentro con el sexy desconocido, pero termino fallando porque Dylan, al notar que me iba, me llama para cumplir con su palabra.

—Jenny, no te vayas aún. Ven, permíteme presentarte al nuevo competidor del que hablábamos hace un rato.

Mientras yo me acercaba, tratando de bajar el rostro para que no me reconociera, él tenía la vista en el suelo, tratando de acomodarse el pelo. Al alzar su mirada, una expresión de asombro se dibujó en su rostro, al mismo tiempo que unas palabras salían de su boca, observándome con incredulidad.

—Enana malcriada…



















Hola, Hola, Hola 😊 👋,  que tal por aquí,  entonces qué creen del nuevo piloto . Que pequeño es el mundo verdad . Bueno mucho amor y cariño para ustedes , recuerden votar y dejar su comentario si les gustó.

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