Capítulo 10_Desilucion

142 12 1
                                    

Jenny

Un suave beso en la mejilla me despertó:

—Jenny, despierta cariño.
Yo sabía que era Dani, podía reconocer su voz y su aroma, pero no quería despertar, no quería abrir los ojos y enfrentar la realidad. Después de dejar pasar un par de minutos me llené de valor y abrí los ojos. 

—Tengo la sensación de que mis desmayos tienen una puerta secreta a tu habitación —bromeé.
—Parece ser que sí. Jenny, tenemos que hablar —comentó, cambiando a un tono más serio.
—Creo que sí —respondí sin alzar la vista hacia él.
—Érica me dijo lo del embarazo —comenzó—. La verdad, yo no estoy muy seguro de que sea mío. De todas formas, ya hablé con mi madre mientras dormías y me dijo que existe una prueba de ADN prenatal. Mañana voy a acompañar a Érica a hacerse un ultrasonidos y saber qué tiempo tiene y solo tendremos que esperar a las doce semanas para saber si soy el padre o no.
—¿Y qué sucede con nosotros? —pregunté, aún sin mirarlo. —. ¿Y si eres el padre?
—Entre nosotros no va a pasar nada, seguiremos como hasta ahora y, si soy el padre, yo me encargaré de que al niño no le falte nada, pero no puedo estar con Érica. No la quiero, tú eres la única mujer en mi corazón.
—Básicamente —dije mirándolo a los ojos con lágrimas en los míos—, me estás pidiendo que sea la madrastra de mi sobrino. ¿Tú escuchas lo retorcido que suena eso?
—Lo sé, nena, y lo siento por hacerte pasar por esto, pero… no puedo perderte —guardó silencio un par de segundos, y luego dijo con voz firme—. Yo te amo, no puedo pasar un día sin ver tu sonrisa. Te necesito a mi lado cada maldito segundo de mi existencia. No creía que podría amar nunca así y llegaste tú a mi vida, con tu mal carácter y tus malos modales y esos ojos verdes que alumbran mi existencia. No me dejes, Jenny. Dame algo de tiempo para ver cómo puedo resolver esta situación.

Cuando terminó de hablar, las lágrimas rodaban por sus ojos y yo no podía creer lo que acababa de escuchar. Se me hico un nudo en la garganta. Me acerqué y le sequé las lágrimas.

—Yo también te amo y no te preocupes, vamos a superar esto juntos. Solo te pido que las cosas no cambien entre nosotros, no soportaría perderte o sentir tu ausencia.

Con un ágil movimiento se colocó a mi lado, rodó sus brazos alrededor de mi cuerpo y, luego de estar unos minutos abrazados, decidimos salir a dar una vuelta por la pista y así despejar la mente. Al llegar, pude ver que el ambiente estaba muy movido. Había personas que nunca había visto, coches entraban y salían. Fuimos directos a la habitación privada a ver a Dylan para preguntarle qué estaba sucediendo.

—Mis chicos de oro están aquí, perfecto. Tenía pensado llamaros. En una semana tendremos una competencia importante, me encantaría que los dos compitierais, mis motos están a vuestra disposición. Y si queréis entrenar, podéis venir después de las seis.

A mí me encantó la idea. Llevaba un tiempo ahorrando el dinero de las carreras porque quería comprarme una HarleyDavidson.

—Por supuesto, cuenta conmigo.
Miré a Dani, esperando su respuesta.
—Bueno, yo… voy a pensarlo.
Me extrañó un poco que tuviera que pensar para aceptar la oferta, porque sabía que él amaba correr en la pista tanto como yo, pero me encontraba tan emocionada por la idea que decidí pasar por alto su respuesta.

El resto de la semana se fue en un abrir y cerrar de ojos. Apenas vi a Dani. Me ha costado un poco más de lo que quiero reconocer verlo junto a mi hermana en las citas del doctor. Por otra parte, estar en mi casa es como vivir en el infierno. Mi madre está tan contenta con su nieto que no habla de otra cosa y mi hermana hace su papel de víctima y de cómo va a criar a un hijo sin su padre.

Solo me queda el consuelo de la carrera de mañana por la tarde. No veo la hora de competir codo con codo con Dani, los dos juntos en la pista. Siempre amé las novelas románticas. Qué chica, ¿no? Añoraba a mi Sr. Darcy o un Frederick Wentworth, por eso me hacía tanta ilusión fundir nuestro amor sobre ruedas.

Emocionada y abrumada con tantas expectativas me dirijo a casa de Dani. Toco la puerta y me abre su madre, con un elegante traje de negocios. Hay algo en su mirada diferente, no sé qué es, no logro descifrarlo. Pero antes de interiorizar algo más la situación, me dice que Dani está en su habitación esperándome. No le presto más atención a su mirada y me dirijo a ver a mi Romeo.

Mi sonrisa se congela, mi ilusión se destruye como un cristal al impactar contra el frío suelo, haciéndose añicos mientras contemplo la desnudez de mi hermana en la cama de Dani, la misma cama donde me dijo que me amaba, la cama donde tantas veces nuestros cuerpos se fundieron en uno, esa cama donde bajé todas mis murallas y, por primera vez en la vida, decidí seguir mi corazón.

Corazón que se fractura un poco más, cuando la puerta del baño se abre, dejando pasar a Dani en toalla, con el cabello mojado, así como me gusta verlo, todo sexy y desaliñado. Pero hoy es diferente, mi mirada no transmite deseo. Y, como si de una película se tratara, cojo todos los libros de Jane Austen y de las hermanas Brontë que tengo guardados en mi interior y les prendo fuego, para que queden en cenizas, así como en este momento quedaba mi amor.

Hola mis amores, aquí estamos otra vez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hola mis amores, aquí estamos otra vez. Alguien más se siente triste. Pobre Jenny. Nos vemos pronto.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Amor Sobre Ruedas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora