Jenny
—Vamos, Jenny, tú puedes —me animaba Eli desde la tumbona de al lado de la piscina.
Estábamos jugando, habíamos hecho tres equipos: Eli y Josy, Isy y Leo y Daniel y yo. Las primeras en luchar en el agua eran Isy y Eli sobre los hombros de sus parejas y el que ganara se enfrentaba a Dani y a mí. Eli había resultado ser una mala perdedora, por eso me animaba.
—Cállate, perdedora —le gritó Isy y yo aproveché su distracción para derribarla.
—¡Ganamos! —grité desde los hombros de Dani, festejando mi victoria.
Daniel se hundió en el agua y me bajó de sus hombros y fue subiendo, recorriendo mis piernas, enviado corriente eléctrica por mi piel. Cuando salió del agua, nuestros rostros quedaron a centímetros y, guiándome por mis impulsos, ataqué su boca. Di un salto y colgué mis piernas en su cintura y mis manos rodearon su cuello, sus manos me apretaban las nalgas y profundizamos el beso.
—Eh, tortolitos, búsquense un cuarto.
Quité una mano de su cuello y le saqué el dedo corazón, mientras ellos estallaron en risas y nosotros continuamos besándonos.
—Creo que mejor nos vamos de aquí o vamos a terminar viendo una peli porno —sugirió Leo y se fueron dentro de la casa entre risas, llamándonos guarros.
—Si no paras, no voy a poder controlarme —habló contra mi boca.
—¿Qué te hace pensar que yo quiero que te detengas?
Con una mano jalé una de las tiras del bikini, quitando el lazo que lo sujetaba y dejando a la vista mis pechos. Dani gruñó y me pegó de espaldas al borde de la piscina.
—¿Y si nos ven? —Interrogó mirando a los lados.
—Pues mejor, les damos una buena escena, así si nos ven disfrutan un buen porno.
—Estás loca —comenzó a besarme el cuello hasta llegar a mis senos—, pero me encantas —lo metió a la boca.
—Sí, Dani —gemí.
—Esto es lo que te gusta, ¿no? —liberó su erección y corrió mi tanga, pasó el glande por mi entrada, volviéndome loca—. ¿La quieres?
—Sí, la quiero. Métela ya —exigí.
—Todavía no, enana. No seas tan ansiosa.
Y continuó jugando con mi poca cordura, deslizando de arriba abajo, entraba la punta y la sacaba.
—Dios, Daniel, por favor.
—¿Por favor qué, Jenny? —volvió a meter una de mis tetas a su boca y mordió el pezón, lo succionaba mientras que solo metía la punta de su pene. Cegada por el deseo, cuando volvió a poner su glande en mi entrada moví las caderas y metí su pene completo.
—Ah —gemí al sentirla completa dentro de mí.
—Jenny —me regañó y yo reí.
—La paciencia no es una de mis virtudes y ahora fóllame de una vez.
—A sus órdenes, mi malcriada.
Comenzó a mover las caderas y darme lo que quería, me penetraba con fuerza, cada movimiento me hacía estremecer y gemir su nombre.
—Así Dani, más, quiero más.
Aumentó el ritmo y la intensidad de sus embestidas y yo sentí el orgasmo empezar a formarse.
—Ah, me encanta, no pares Dani, no pares, me vengo.
—Así me gusta, nena. Gime mi nombre.
El cosquilleo estremeció mi cuerpo y mi espalda se arqueó.
—Sí, Daniel.
—Oh, enana, te amo —sentí su caliente líquido llenarme y nos abrazamos, pegué mi frente a la suya.
—Te amo, pesado.
Sentimos la puerta abrirse.
—Si ya terminaron, los esperamos para cenar.
—Sí, ya vamos Isy.
Pasamos la tarde riendo y bebiendo, disfrutando del día y la compañía. Daniel y Leo fueron los cocineros y la cena les quedó buenísima. A las diez de la noche ya todos se habían ido a descansar después del ajetreado día.
—¿Te apetece dar una caminata por la playa? —me invitó Dani, luego de acabar de fregar los platos.
—Espera un momento, debo ir a cuarto. Regreso rápido.
Subí las escaleras hasta el segundo piso y fui al último cuarto donde estaban mis cosas. Abrí mi maleta roja y saqué una caja blanca con un lazo rojo, la guardé en el bolsillo de mi chaqueta y salí a alcanzar a Dani, que me esperaba en el sendero que conducía a la playa.Caminamos en silencio alejándonos de la casa, no era un silencio incómodo, era más bien agradable.
—Me la pasé muy bien hoy con vosotros, contigo.
—Yo también —agaché la cabeza y puse mis pies a jugar con la arena—. Toma —le tendí la mano con la cajita del lazo.
—Creo que te confundes. Hoy es tu cumpleaños, yo debería darte regalos, no tú a mí.
—Es algo que había comprado antes de irme, te lo iba a dar si alguno de los dos ganaba la carrera, antes de que todo se torciera.
La observó con curiosidad y luego me miró e interpreté lo que quería decir.
—Sí, puedes abrirla ahora.
Le quitó el lazo y abrió la caja, observando los relojes de pareja dorados.
—Sé que ahora debes tener muchos mejores, pero quería que lo tuvieras. Tiene un grabado en la parte de atrás.
Sacó el reloj de hombre y lo giró.
—Jazba, ¿qué quiere decir?
—Fuerte deseo o pasión. En ese tiempo había estado buscando una palabra que nos definiera, algo nuestro, y creo que Jazba es la indicada.
—Me encanta, enana —se colocó el reloj en la muñeca, luego tomó el otro y lo puso en la mía. Besó mis labios con apenas un roce y me abrazó—. Jazba —murmuró—. Me gusta, es original.
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Amor Sobre Ruedas
RomanceSinopsis: Jenny es una chica libre, que disfruta de las aventuras y la vida.Prefiere el sexo casual y no las ataduras; hasta que la vida pone a Dany en su camino, un chico sexy, atrevido y como diría el subconsciente de Jenny (jodidamente riquísimo)...