Capítulo 5: Nueva amiga

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Jenny

El corazón me late a mil kilómetros por hora. Me resulta difícil respirar. Siento un fuego interno que me consume y que nunca había sentido. Me separo de la pared lentamente, camino hacia la cama y me siento en ella. “Hostias, tía. Pero, ¿qué acaba de pasar?”, me pregunto confundida. “Te acaban de dar el calentón de tu vida”, me dice mi subconsciente, mofándose de mí.
Aún no puedo creer lo que ha sucedido. Cómo es posible que en un día ese chico me haya humillado tantas veces y, para colmo, me bese y me haga sentir de esta manera. Decido distraer mi mente para dejar de pensar en el beso y les escribo a las chicas.

Jenny: Joder, tías, lo que me acaba de pasar.

Escribo en nuestro chat en grupo.

Josy: ¿Qué sucede?
Eli: ¿Estás bien?
Jenny: ¿Recordáis al chico grosero de esta mañana en la escuela?

Les cuento para calmar su curiosidad. 
Jenny: Pues es el nuevo piloto de las carreras y, por si fuera poco, es también el nuevo “novio” de mi hermana.

Todas: ¿¡Qué!?
Preguntan sorprendidas.
Jenny: Y eso no es todo. Ha entrado en mi habitación y me ha dado un calentón de película.
Josy: No jodas, tía. ¿Pero cómo fue eso? Cuéntanos, cuéntanos.

Les relaté lo sucedido, omitiendo los detalles más íntimos.

Josy: Madre mía. Entonces, el tío riquísimo resultó ser tu cachondo cuñado. 
Eli: ¿Qué piensas hacer?
Jenny: No tengo la menor idea. Pero de una cosa sí estoy segura y es que no pienso permitir que me vuelva a humillar.

Afirmé, muy segura de mí.

Luego nos despedimos. Apagué el teléfono, programé la alarma y me fui a dormir.

No lo niegues. Tú quieres que esto suceda tanto como yo. Estás loca porque te folle, loca porque te folle, loca porque te folle…”.

Aquellas palabras estuvieron dándome vueltas en la cabeza la noche entera y la calentura me comenzó a subir nuevamente. Cerré los ojos y comencé a imaginar sus dulces labios y ese sabor a menta que me embriagó. Sentir su aliento frente a mí y cómo me susurraba aquellas palabras al oído.

El calor se apoderó de mí y, antes de que pudiera notarlo, tenía mis dedos acariciando mi clítoris. Me imaginaba que era él quién me tocaba, sentía su pecho sobre el mío, su respiración en mi cuello. Estaba excitada, lo deseada, quería ser suya, como él había dicho. Quería que me follara, sentirlo dentro de mí, sentir aquel cuerpo tan delicioso, esos brazos llenos de tatuajes.

Me estaba desesperando la idea de tocar aquel pecho que me había encerrado contra la pared. Mis dedos aumentaban la velocidad con aquellos pensamientos, mi cuerpo comenzó a emanar calor, mis músculos se comenzaron a tensar y, con el pensamiento de sentir su polla dentro de mí, llegué al orgasmo. Dios, qué bien me sentía. Mi cuerpo estaba como flotando en las nubes. Luego de aquello, me quedé dormida muy rápido. 


La alarma sonó a las seis de la mañana. Quería irme temprano para no encontrarme con mi hermana. Me sentía culpable por desear a su novio (aunque ella era una zorra, seguía siendo mi hermana), así que me desperté, tomé una ducha rápida, cepillé mi cabello, me puse un poco de maquillaje, el uniforme y bajé las escaleras con mi casco, móvil y chaqueta negra de cuero.

Mi plan resultó un fracaso. Mientras estaba en la cocina preparando una taza de café, mi hermana salía de su habitación, sin maquillar, con el pelo suelto y en pijama. Iba en puntitas de pie para no hacer ruido. Miró a los lados para ver si no había nadie despierto y comenzó a bajar las escaleras. Detrás de ella se vuelve a abrir la puerta de su cuarto y sale un chico alto, moreno, de pelo negro y delgado, con los jeans sin abrochar, zapatos en la mano y sin camisa. Ella lo acompaña a la salida, se despiden con un beso en la boca y se dirige a su habitación, cuando la intercepto con una sonrisa en el rostro.

—Buenos días, hermanita —ella gira hacia mí, haciendo un ademán de humillación, y me responde en tono amenazador.
—No me vengas a fastidiar, Jenny, que es muy temprano. Y cuidado con lo que le dices a mamá, o le diré que tú continúas asistiendo a las carreras ilegales cerca de la playa y que te pasas la noche sin regresar a casa.
—No tenía pensado decirle nada a mamá antes de que me amenazaras, pero ahora me da curiosidad. ¿Quién es ese chico que acaba de marcharse? Porque estoy segura de que no es el mismo que anoche presentaste como tu novio —la interrogo, en busca de respuestas.
—Ninguno de los dos es mi novio. El de anoche es Daniel Fernández, el hijo de uno de los dueños de la empresa donde quiero hacer mis prácticas de administración y futuro candidato a esposo. Pensé que haciéndole creer que estaba enamorada y presentándole a mi madre me ayudaría y tendría una oportunidad con él, pero ya no creo que funcione, gracias a ti —por un momento me asusté con aquellas palabras. Pensaba que ella sabía lo que había sucedido y me avergoncé, pero recuperé la tranquilidad cuando continuó diciendo. —Tanto que me esforcé por ser la chica perfecta para él y tú lo arruinaste ayer con tu llegada. Tu actitud de ayer lo asustó, debe pensar que en mi familia no hay educación. Ni siquiera quiso que fuéramos al hotel a divertirnos, así que todo es tu culpa —agrega enojada—. Por eso tuve que llamar a Noel para que me consolara. Así que mejor te quedas callada y no dices nada —diciendo esto, comenzó su camino a su habitación.

Luego de escuchar todo aquello me sentía un poco mejor. Ya no estaba tan avergonzada por lo que había sucedido. Me tomé mi café, cogí mis llaves, me monté en mi moto y manejé hasta la escuela. La escuela estaba prácticamente desolada, no había casi nade. Me alegré al ver el estacionamiento vacío y pensé en el Narcissistic Prince de ayer.
Les escribí a las chicas para informarles que ya estaba en la escuela y se sorprendieron de que llegara tan temprano. Les dije que las esperaba en el parque de la escuela y ellas estuvieron de acuerdo. Antes de despedirme, pregunté:

Jenny: Por cierto, chicas, ¿alguien sabe algo de Isy? La llamo y no contesta. No sé nada desde ayer que la dejé con un chico en la pista de carreras.
Josy: Bueno, si la dejaste con un chico, ya sabemos por qué no responde. Esa debe estar muy ocupada.
Jenny: Tienes razón. Bueno chicas, nos vemos ahorita.

Estuve sentada un rato encima de mi moto revisando mi Instagram y luego me dirigí al parque. Me senté en un banco, saqué un cigarro y lo prendí. Cerca de mí había una chica, parecía ser de primer año, se veía muy joven. Tenía un rostro alegre y era muy bonita.
Cuando encendí el cigarro se levantó de donde estaba sentada y se alejó de mí. Sacó un libro y se puso a leer. Desde donde estaba pude reconocer el libro, era Mujercitas, de Louisa May Alcott. Me dio mucho placer ver que todavía algunos jóvenes se interesan por la literatura y me agradó mucho más porque aquel libro era uno de mis favoritos.

Después de treinta minutos, llegaron mis tres amigas y nos pusimos a conversar alegremente, mientras Isy nos contaba sobre el chico con el que estuvo ayer y lo bien que lo habían pasado. Pero mientras que el chico tomaba un baño le sonó el móvil y ella vio un mensaje de su novia que lo estaba esperando en casa.

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