Capítulo 31: El Perdón

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Jenny


Todavía me parece un sueño el tiempo que pasé con Dani y que al final pudimos volver a estar juntos, y aunque sé que todavía no me ha dado una respuesta, la última vez que vi sus ojos supe que estaríamos juntos y que volvería a ser mío. Hace una semana de nuestra escapada a la playa, tuve que viajar a Francia por una competencia y, aunque el viaje estaba planificado por solo tres días, terminé quedándome siete. Así que, después de una larga semana, regreso a casa con el primer lugar.

No he sabido nada de Daniel ni de las chicas estos días, Joel me obligó a apagar el teléfono para que me concentrara en la competencia. Es algo que me obliga a hacer siempre y ya estoy acostumbrada. Después del vuelo, Joel me lleva a mi apartamento como es costumbre, tomo un relajante baño y decido por fin encender mi teléfono.

Aproximadamente un millón de mensajes empiezan a entrar, uno detrás de otro. “Parece que nos extrañaron”. Busco entre los remitentes el nombre de Daniel, pero ninguno es suyo. No puedo evitar sentirme decepcionada, esperaba al menos un mensaje o una llamada. Llamo a Isy para que me ponga al tanto de lo que ha ocurrido y así ahorrarme el tiempo de leer sus mensajes.

—Jennifer Rodríguez, ¿se puede saber por qué no me habías llamado ni contestado al menos alguno de mis mensajes?
—Lo siento, Isy, Joel me obligó a apagar el móvil. ¿Ha pasado algo importante que necesitabas verme?
—Dani se fue. Leo dice que se fue a un viaje de negocios del que nadie sabe nada, la boda no se ha cancelado ni nada, todo sigue igual pero el novio no ha llegado. Nadie puede contactar con él y nadie sabe nada. 
—Eso es un poco raro, Isy. Dani no es así, él nunca se iría sin hablar con Sally antes. Él se siente en deuda con ella por ayudarlo, así que no creo que la plante en el altar.
—A lo mejor porque se siente en deuda no pudo plantarle cara y pedirle que cancele la boda y le fue más fácil huir. Ya no te preocupes, verás como unos días después de la fecha de la boda te llama.
—Espero que tengas razón. Dentro de un rato voy a conversar con mi madre, llama a las chicas y vamos a quedar para salir hoy a festejar.
—Perfecto, nos vemos luego. 

Guardé el teléfono y fui al closet a por algo cómodo. Salí a ver a mi madre, estos días fuera me sirvieron para pensar en muchas cosas y me di cuenta de que no tiene sentido estar resentida por algo que pasó hace tanto tiempo y mi madre siempre fue buena y cariñosa, tuve un buen padre y Dylan siempre fue bueno conmigo, desde la primera vez que nos vimos, aún sin saber quién era. Todos se merecen una segunda oportunidad. Una hora después, estaba tocando la puerta de mi madre, pero quien la abrió no fue ella, sino Érica.

—Vaya, vaya, vaya, qué tenemos aquí, el pajarito regresando al nido. ¿Qué te trae por aquí, querida hermanita?
—Hoy no, Érica, hoy no estoy para ti. ¿Dónde está mi mamá? —En la cocina, pasa.

Caminé hasta la cocina, le di un beso a mi madre y esperé a que Érica entrara a su habitación.

—¿Cómo estás, cariño?
—Bien, mami. Estoy aquí porque quería decirte que te perdono por mentirme, quiero dejar el pasado en el pasado y que podamos seguir adelante. Quiero hablar con Dylan, espero que no te moleste.
—Claro que no, cariño, estás en tu derecho. Ya que estás pasando página y perdonando errores del pasado, creo que es momento de que hables con tu hermana. Ella abortó el bebé cuando Daniel supo que no era suyo y creo que a las dos os vendría bien conversar y hacer las paces.
—Está bien, voy a hablar con ella, ahora vuelvo.
Subo las escaleras y doy dos toques en la puerta de la habitación.
—Entra.
—¿Tienes tiempo para hablar? —me siento en la cama a su lado. —¿De qué?
—De nosotras, Érica. De lo que pasó, quiero que las cosas queden claras entre nosotras, que todo esté bien. Daniel y yo tal vez lo volvamos a intentar y no quiero más problemas.
—Daniel y tú —soltó una sonora carcajada—. ¿En qué mundo vives, Jennifer? Daniel se va a casar en una semana y estoy bastante segura de que no va a ser contigo. Sigues soñando con tener una relación con Daniel y ni siquiera lo conoces. ¿De verdad piensas que él va a dejar su futuro por ti? Si ni siquiera te ha contado lo del accidente.
—¿Qué accidente? ¿No me estarás mintiendo otra vez?
—Piensa lo que quieras, pero no gano nada con mentirte. Antes de conocerte, Daniel tuvo un accidente en la moto, estuvo un tiempo muy grave y en coma y, cuando despertó, pensaban que no iba a volver a caminar, pero al final lo consiguió. En ese tiempo, su madre se puso mal de los nervios debido a la preocupación y él le prometió que no volvería a participar en una competencia nunca más y que estudiaría una carrera tranquila.
»¿Por qué crees que él no se hizo piloto teniendo todos los medios necesarios para hacerlo? Lo hizo para complacer a su madre. Y si no te ha tenido la confianza de contarte algo que sucedió hace tanto tiempo, ¿qué te hace pensar que significas algo para él? Deberías más bien agradecerme por alejarte de él y que pudieras cumplir tu sueño. Gracias a mí hoy eres alguien.
—Estás completamente equivocada. Gracias a ti perdí al hombre de mi vida, gracias a ti estuve años lejos de mi hogar, y estoy completamente segura de que Daniel me ama, así que puedes irte a la mierda con tus celos y envidia porque volveremos a estar juntos.

Bajé las escaleras como alma que lleva el diablo, le di un beso en la frente a mi madre.

—Lo intenté, pero no funcionó. Adiós, mami, nos vemos luego.

Salí de la casa de mi madre para ir a ver a la única persona que conozco que podría decir si lo que me contó mi hermana era cierto. Monté en el coche y fui directa al bar de Dylan.


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