Capítulo 14: Reencuentro

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Daniel.

Estoy sentado en mi oficina, mirando el azul del cielo y una vez más pensando en ella. Los años pasan y aún no puedo olvidar el sonido de su voz o el olor de su cabello. La esperé durante dos largos años, solo dedicándome al trabajo, despertando solo en mi cama con la esperanza de verla en la mañana... hasta que comprendí que no iba a volver y decidí continuar con mi vida.


El bebé de Érica no resultó ser hijo mío, así que aproveché la situación y corté lazos con ella de una buena vez. Supe que Dylan ayudó a Jenny a marcharse y, por más que le pregunté dónde estaba, no me lo quiso decir. Aún no logro entender los sentimientos de Dylan por ella. Todo esto me enojó y terminé perdiendo contacto con él.


Las noches de fiesta ayudaban a olvidar las penas, hasta que el alcohol, el sexo y las drogas estaban arruinando mi vida. Decidí internarme un tiempo en una clínica para desintoxicar mi cuerpo y allí conocí a Sally. Es una chica guapísima, educada, inteligente y completamente lo opuesto de Jenny; no sabe nada de coches o motos, solo de carteras y zapatos. Es buena en la cama, pero le falta algo.


"No le falta algo estúpido, es Jenny la que te falta". Pero, a pesar de ayudarme a salir adelante y estar a mi lado siempre... "Como un adorno y nada más", a la voz de mi corazón no termina de agradarle y no la deja entrar.


-Pero tú no mandas, mando yo y vas a hacer lo que yo diga.


-Otra vez hablando solo -me interrumpe mi padre-. Deberías olvidarla, hijo, y seguir adelante. Tienes una buena mujer a tu lado.


"Un bonito adorno, quieres decir", se mofa la vocecita, así que decidí apagarla de una vez para que no moleste más.


-Sí, papá. Sé que Sally es una buena chica y no pensaba en quien crees, ya la olvidé.


-Está bien, hijo. A mí puedes engañarme, pero no creo que engañes a tu corazón -dejó una carpeta sobre la mesa-. Mañana es la fiesta de asociación oficial del Ducati Team con la empresa que creaste junto a Leo. Creo que deberías dar el siguiente paso en tu relación, dicen que un clavo saca a otro, ¿no?


Mi padre se marchó y me quedé pensando en sus palabras, así que tomé una decisión. Llamé a mi secretaria y le pedí que me acompañe a comprar un anillo. En la salida de mi ascensor privado vi una silueta que me resultó conocida, pensé que era ella, pero Jenny no usa colores claros y, además, era más delgada.


-Debo estar volviéndome loco, ahora veo visiones.


-¿Qué dijo, señor? -Preguntó mi secretaria confundida.


-No, nada.


"No son visiones, es una señal para que no hagas ninguna estupidez. Pero como nunca haces caso...". Fui a la joyería y escogí el anillo más bonito, el más llamativo. Sé que le encantará. Volví a la oficina y tenía un montón de papeles por firmar y mucho trabajo que hacer.


-¿Qué es todo esto?


-Son los nuevos contratos.


-¿No los entrevistaron ya el personal?


-Sí, pero necesitan su firma porque una es una estrella en ascenso y tuvo requisitos adicionales y no sé cuántas cosas más.


-Pero los abogados estuvieron de acuerdo.


-Sí, señor. Solo falta su firma. Según entendí es una pieza valiosa para la empresa.


-Okey.


Firmé los documentos sin mirar y continúe con mi trabajo. Le envié un mensaje a Sally de que hoy no podría verla y que fuera preparando un vestido, mañana había una fiesta y ella sería mi acompañante.


Terminé el trabajo en la oficina pasada la medianoche, fui a la habitación del hotel y soñé toda la noche con mi boda, solo que en mi sueño la novia cambiaba y era otra a la que esperaba en el altar. Desperté asustado cuando ella interrumpía la boda y decía que se iba, que no quería una relación complicada.


Me senté en la sala a mirar la ciudad a través de la pared de cristal, mientras tomaba un trago de whisky. Me bañé y volví a la oficina. Hoy tenía que controlar todo lo de la fiesta. Luego de un largo día ajetreado, ya todo estaba listo. Me recosté en la silla y cerré los ojos por un segundo hasta que la puerta de mi oficina se abrió.


-Mira que eres perezoso, durmiendo a esta hora con tantas cosas que hay que hacer -reclama Leo con falsa voz de enojo.


-Serás descarado y cínico. Ahora apareces, después de que ya está hecho todo el trabajo.


-Lo siento, tuve una emergencia ayer con una rubia que no me permitió llegar temprano hoy.


-Necesitas sentar cabeza de una vez, Leo. Ir de mujer en mujer no te va a ayudar a recuperar a Isy.


-Sí, claro, para terminar como tú, con una barbie pegada a mi lado todo el tiempo.


-Ya basta, lo digo por tu bien.


-Yo también lo digo por tu bien, qué esperas para dejar a esa chica.


-Yo la quiero.


-Te estás engañando.


-Otro más con eso. Basta ya, dije que la quiero y esta noche le voy a pedir matrimonio, fin de la discusión.


-Te estás equivocando, pero quién soy yo para hablar de errores. Me voy, Dani. Nos vemos luego. Piensa bien en lo que vas a hacer.


La noche llegó y la fiesta comenzó. Sally estaba perfecta, como de costumbre. Llevaba un vestido dorado a juego con su cabello y tantas joyas como su cuerpo le permitía. Se veía despampanante siendo el centro de atención, tal como le gusta. Yo llevaba un esmoquin blanco con los bolsillos y el lazo en negro. Sube mi padre al estrado y toma el micrófono.


-Buenas noches, damas y caballeros. Alcemos la copa por la unión de nuestras empresas y por el hombre que hizo posible todo esto, mi hijo, Daniel Fernández. Salud.


-Salud -vitorearon todos en la sala.


-Y ahora, mi hijo quiere decir unas palabras.


Llegó el momento. No estaba nervioso, ni ansioso, pensé en esto como un discurso de negocios. Subir, elegirla, darle el anillo y bajar, eso es todo. No es complicado.


-Buenas noches, queridos invitados. Quiero aprovechar esta ocasión especial para agradecer a la mujer que ha estado a mi lado todo este tiempo y me ha ayudado a hacer este sueño realidad -miré hacia el público buscando a Sally, pero la luz no me permitía ver-. Disculpen un momento. El chico de las luces, ¿podrías bajar la luz que viene de frente a mí? No puedo encontrar a mi chica.


Todos en la sala comienzan a reír. La luz se apaga y yo saco la cajita con el anillo del bolsillo de mi traje y retomo mi discurso.


-Pues en este día quiero recompensar a esta mujer y pedirle que me haga el honor de ser mi esposa. Un fuerte aplauso a mi querida...


Y cuando alzo la vista para darle la mano a Sally y que suba al estrado ahí la vi, en el público, vestida de blanco como un maldito ángel, más hermosa que la última vez que la vi, más sexy, más madura, más mujer. La personificación de todos mis anhelos y deseos. Mi mente se quedó en blanco, idiotizada ante la belleza incomparable de mi diosa. Sally ya había subido al estrado y miraba ansiosa el anillo.


-Oye, galán. Un fuerte aplauso a tu querida, vamos el nombre, quién es tu querida -gritaron desde el público. Y con la mente en blanco, el único nombre que pensé fue.


-Jenny.


Rápido, mi padre se rio, como si todo fuera una broma, y se paró a mi lado en el estrado.


-Creo que quieres decir Sally, ¿no?


-Sí, Sally -repetí sin perder de vista a Jenny.


-Gracias, mi amor -Sally me quitó el anillo de las manos y se lo puso. Me abrazó y me besó. Tapó mi vista durante un minuto. Solo fue un minuto y cuando volví mi mirada a donde ella estaba antes, ya no estaba. Se había ido, dejándome otra vez solo.


Amor Sobre Ruedas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora