Capítulo 12: Despedida

133 13 0
                                    


Daniel

Esta semana las cosas estaban un poco tensas. Casi no he visto a Jenny y, aunque sé que quiere fingir que no pasa nada, puedo ver la tristeza en sus ojos cuando me ve cerca de su hermana, la cual hace todo lo posible y busca cualquier excusa para estar pegada a mí. Los pocos momentos que tengo con Jenny me resultan difíciles.


Ella está tan emocionada con la carrera y le hace tanta ilusión que podamos correr juntos que no he podido encontrar el valor para decirle que no puedo correr. No en una carrera donde va a haber tantas personas y cualquiera puede reconocerme y decirle a mi madre.


No es que sea un gobernado que hace todo lo que dice su mamá, pero yo la vi sufrir el tiempo que estuve en cama sin poder caminar, la vi llorar todas las noches pensando que no me recuperaría y le prometí que nunca volvería a correr. No quiero hacerle pasar un mal rato de nuevo.


Estoy sentado en el salón de mi casa cuando escucho que tocan a la puerta e insisten. Mi madre va y abre. Entra Érica, hecha un mar de lágrimas, gritando desesperada.


-Por favor, Dani, no hagas eso. No quiero criar a mi hijo sola, te necesito. Aunque no seas mi pareja, pero necesito tu apoyo.


-Érica, cálmate, que le haces daño al bebé -la tranquiliza mi madre-. A ver, respira y cuéntanos, qué es lo que no quieres que haga Dani.


No quiero que vaya a la carrera. Escuché a mi hermana decir que los dos iban a competir hoy. Ya tengo suficiente con la inmadura de mi hermana, que solo piensa en arriesgarse la vida encima de ese pedazo de metal. Por favor, no lo hagas tú también.
.


La mirada de mi madre se enfurece.


-¿Es eso verdad, Dani? ¿Estás corriendo otra vez por culpa de esa chica?


-No, mamá, yo no voy a competir.


-Pero yo la escuché hablar -me interrumpe Érica-, y sé que ella sí va a correr.


-Te dije que yo no voy a correr. No molestes más a mi madre con tus estupideces.


-No es ninguna estupidez -dice mi mamá-. De no ser por Érica, no hubiese sabido que esa chica quiere que vuelvas a competir. ¿Por qué no terminas con ella y vuelves con Érica? Al final, los dos estáis esperando un bebé.


-Mamá, por favor. Acepté tener el bebé con Érica, pero dejé claro que nunca más íbamos a volver a estar juntos. Y ahora, si me disculpáis, voy a mi cuarto a bañarme, que Jenny debe estar a punto de recogerme y no quiero escuchar nada más del tema.


Me alejé de allí, pensando en que tenía que contarle a Jenny lo del accidente para que me comprendiera. Entré al baño, decidido a terminar con esa situación, pero lo que me esperaba fuera de la puerta fue algo que no me imaginaba. Jenny estaba de pie en la entrada de mi habitación mirando hacia la cama. Cuando dirijo mi mirada, veo a Érica acostada, completamente desnuda.


Intenté explicarme, mientras Érica decía estupideces. Jenny estaba fuera de sí, como si realmente no estuviera allí. Fueron tan solo unos minutos, pero sentí como si algo se rompía. Percibí algo cambiando en su mirada y en ese momento lo supe, supe que nada de lo que podía decir haría que la situación mejorase. Ella solo pidió silencio y se marchó. Intenté seguirla, pero fue en vano.


En ese momento odié a mi madre y odié a Érica, por buscar cada oportunidad para arruinar mi felicidad. Pero, sobre todo, me odié a mí. Me odié por no aprender a poner el seguro a esa maldita puerta de una vez. Me odié por alguna vez haber tenido algo con Érica.


Solo me queda esperar a que Jenny quiera verme. Ha pasado una semana y aún no sé nada de ella. La he buscado por todas partes, pero se niega a verme. Sus amigas me odian, hasta mi amigo me odia. Dice que por mi tontería su chica no quiere verlo. Intenté enviarle recados con mi hermana, pero hasta ella me ha dado la espalda y dice que no será intermediaria.


Hablé con Dylan y me contó que ganó la carrera y que le ofrecieron una buena oportunidad. Me hubiera gustado estar a su lado, poder besarla y abrazarla y decirle que se lo merece. Ya no aguanto un día más así, hoy tengo que verla y arreglar esta situación. No voy a parar hasta encontrarla.


Al final, mi amigo resultó ser un poco útil. Llamó a su novia y averiguó dónde estaban. Voy camino a verla, sentado en el asiento del copiloto de mi Mustang, donde tantas veces se sentó ella. Aún puedo sentir su risa, su expresión de felicidad cuando siente que acelera el motor. Puedo sentir el olor de su cabello, imaginarla desnuda en mi cama. Extraño cada centímetro de su cuerpo y me asusta el no volver a tenerla.


Leo detiene el coche y pone una mano sobre mi hombro.


-Ya llegamos. Entra y recupera a tu mujer.


Se dice fácil, hacerlo será lo difícil. Me bajo del coche, respiro profundo y me armo de valor. Estamos frente al bar de



Dylan, el portero nos permite entrar sin hacer cola. Echo una rápida mirada al local hasta encontrarla. Allí estaba, mi joven narcótico, en el medio de la pista. Lleva un vestido rojo fuego ceñido a esas curvas exactas, el cabello negro azabache suelto en la espalda. Su piel bronceada resplandece bajo la luz de los focos.


A medida que me acercaba, comprendí que nunca más encontraría a otra mujer tan sexy. Me acerqué lento, despacio como fiera que caza a su presa. La observé bailar desde una esquina mientras conversaba y reía con sus amigas. Hasta el momento en que la conocí, una sonrisa nunca me había parecido tan encantadora. Esos hoyuelos que se forman en su rostro cuando sonríe o tal vez esa manera que tiene de acomodar el cabello detrás de la oreja son drogas que me envician y me hacen querer más.


Esperé a que sus amigas fueran a la barra y me acerqué por detrás mientras bailaba.


-¿Qué haces aquí? -preguntó sin mirarme.


-Creo que necesitamos hablar. Te juro que no sucedió nada entre Érica y yo, todo fue idea de ella y de mi madre. Por favor, tienes que creerme -la abracé por la espalda, aparté el cabello de su seductor cuello y deposité un delicado beso. La giré de frente a mí y alcé su cabeza para que me mirara a los ojos, pero noté algo diferente en los suyos. Ya no estaban llenos de dulzura, más bien eran fríos, con esa mirada prepotente de cuando la conocí. Supe que la noche no iba a terminar como yo esperaba.


-Dani, por favor, para. Quiero creerte, de verdad que no hay nada que quiera más en el mundo y quiero que todo vuelva a ser como antes, pero ya no puede ser -dio un paso atrás y se alejó de mí.


-No, Jenny, no hagas esto. Cree en mí, todavía podemos arreglarlo. Yo te amo.


-Yo también te amo, pero durante cuánto tiempo lo vamos a arreglar, ¿hasta la próxima vez que tu madre o mi hermana planeen algo? ¿Cuántas veces vamos a discutir y terminar por ellas? Vamos a caer en un círculo vicioso: peleamos, nos arreglamos y volvemos a pelear. Yo no quiero ese tipo de relaciones tóxicas, quiero algo simple. Creo que lo mejor es que tomemos distancia.


-No puedo creer que digas esto. Enana, por favor -las palabras me salían en un hilo de voz. Estaba haciendo mi mayor esfuerzo por no llorar-. Cómo crees que me voy a poder alejar de ti.


-Por eso me voy -me interrumpió-. Yo me voy de la ciudad, no sé cuánto tiempo y no sé si volveré. Por favor, olvídame y sigue adelante con tu vida -me dio un último beso y se marchó. No sé cuánto tiempo me costó reaccionar, solo sé que, desde ese día, nada ha vuelto a ser igual.





Hoy no tengo nada que decir 🥺

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hoy no tengo nada que decir 🥺. Nos vemos en tres días.
Posdata : Quiero buscar un nombre de pareja para Jenny y Dani, estoy pensando en hacer una encuesta en Instagram, espero que contar con su ayuda.

Amor Sobre Ruedas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora