23

509 103 68
                                    

Diciembre 1 semana - Miércoles.

Tal como habían acordado, se volvieron a encontrar en algún lugar apartado para conversar con calma, Reaper pensaba que iba a recibir muchos mensajes de su parte por el celular pero apenas le respondía, ahora solo estaban en un pequeño silencio hasta que el pelinegro pudiera sentirse preparado de empezar con tratar su problema, había estado sopesando cada palabra y situación, no volvería a apartarse del albino, quien se veía mucho más atento a su voz.

Respirando profundamente, comenzó a hablar.

— Realmente lamento mucho haberme escapado, otra vez. —Antes que el contrario contestara, volvió a tomar la palabra— No supe como afrontar esto, nunca había escuchado que algo así pudiese suceder.

— Eso es algo ofensivo.

Reaper sonrió apenado, susurrando un perdón para dedicarle mirada, ahí estaba el albino con cierta distancia, portando la bufanda que le había regalado ayer. Se veía muy lindo, el día anterior había quedado destrozado por ver sus lágrimas, sintiéndose la persona más cruel por dejarlo desamparado después de inundarle de una realidad tan distinta a la que él veía.

— Algunos padres no son lo mejor del mundo, yo tampoco tengo buenos padres, no han sido tan amigables conmigo desde que tengo memoria, siempre me golpeaban o regañaban por la menor cosa, ni siquiera podía encerrarme en mi habitación y terminaba por huir y perderme un rato por las calles. Creo que no tengo ningún buen recuerdo, en un principio solo con ver su mano alzaba yo me encorvaba y me daban ganas de llorar.

Tras explicar eso miró al cielo, nuevamente siendo embriagado por esos agridulces recuerdos, la calma que podía haber en el exterior siempre lo reconfortó en los momentos más difíciles. Volvió a mirar a su acompañante, quien se notaba preocupado por lo que acababa de decir.

— ¿De verdad fueron así contigo...?

— Sí... Mis padres me dejaron muy en claro que no me querían. —Suspiró— Felizmente me las arreglé para grabar tales cosas y a los quince me revelé mostrándole todas las pruebas que tenía y les dije que me quería ir de su casa, si no me pagaban la escuela yo iba a denunciar y les sacaría más dinero de lo que apenas gastaban por mí.

Geno alzó las cejas, expresando su sorpresa.

— ¿Te dijeron que sí?

— No tenían opción. Aunque me aproveché que son unos tontos porque todo lo que dije fue chantaje, sí tengo los vídeos pero soy menor de edad, no obtendré más que quedarme en un hogar de menores sin nada, así que cuando cumpla los dieciocho el siguiente año podré por fin dejar de depender de ellos.

— De verdad lamento lo que has vivido... Es por eso que vives en ese cuarto, ¿no?

— Sí, bueno, vivía, eso es historia para otro día. —El adverso no se vio convencido pero pareció no quejarse al respecto, ese fue el momento para el mayor en alzar un poco el mentón para demostrar corporalmente que lo que iba a decir era algo serio— A lo que voy, Geno, yo lo que sufrí fue un abuso pero lo tuyo también lo es, es un abuso superior y creo que la palabra abuso sexual queda corto para lo que te han hecho.

— ¿Qué me hicieron?

— Pues hacerte creer que lo que haces y te hacen es normal. Creo que en todo el mundo está penado por la ley hacerle algo así a los hijos, los padres no pueden tocarte con intenciones sexuales, los besos en la boca tampoco, porque me imagino que... no te besan solo un segundo.

— ...Pues no...

— S-Sigh... Ellos se encargaron de hacerte ver las cosas así, planearon todo para que siempre sea con consentimiento, así nunca los denunciarías.

— Pero no puedo denunciarlos, son mis padres... —Replicó algo dudoso, sus expresiones neutras se habían desvanecido dejando ver una faceta insegura, algo entendible teniendo en cuenta que estaba escuchando, en su perspectiva, barbaridades— Yo no los odio.

— Lo sé... Y sé que no te será fácil esto, sé que todo esto es super extraño para ti, dios, para mí también lo es, ya ves como estoy, parecía un muerto viviente y bueno, ahora solo parezco un vagabundo o algo.

— Una vez escuché que te dijeron rockero.

— Oh bien, eso es lo mejor que he oído sobre mi aspecto. —Se encogió de hombros— Como sea, he podido salir adelante, tú también podrás salir adelante y quiero ayudarte, quiero que veas la realidad.

— Yo...

Era difícil, para ambos era claro que lo que pasaría ahora sería un recorrido complicado, Reaper quería creer que si el adverso lo estaba escuchando era porque aceptaba aquella ayuda e iba a hacerle caso, no sabría que hacer si no quería, no podía obligarlo. Aun así, el menor se veía muy inseguro, parecía que estaba lleno de incertidumbre; por lo que solo pudo hacer algo y fue acercarse para alcanzar su bufanda y arreglarla ya que uno de los extremos se estaba deslizando; allí ganó otra vez la atención del menor, con sus ojos celestes opacos viéndole directamente, temblando pues se desviaban hasta sus labios, los cuales solo hicieron un gesto: sonreír.

Si Geno estaba inseguro, él le daría seguridad.

— No es necesario ir de golpe, te intentaré enseñar de nuevo, quiero que dejes de vivir engañado por este absurdo aprovechamiento, te has estado arriesgando a muchas cosas, como enfermedades sexuales y si fueras mujer, te hubieses podido embarazar. ¿Has usado protección?

— Solo con mi papá...

Reaper tragó saliva, su mano pasó de su bufanda a su cabello albino, Geno tembló como si quisiera moverse, volviendo a hablar mientras se dejaba mimar la cabeza.

— No sé, Reaper, de verdad quiero intentar esto pero no creo ser capaz... Me estás obligando a cambiar.

— Por eso digo que sea de apoco. Intenta rechazar en lo que sea posible a tus padres, no aceptes tener sexo, con nadie.

— Eso es mucho.

— Pero es lo primordial.

— ...Bien. Pero... Voy a darte una condición.

— ¿Eh?

Geno despacio tomó aquella mano en su cabello y la bajo hasta su propia mejilla, inclinó su rostro hasta su palma haciendo que el corazón de Reaper bombeara frenético, por más que haya perdonado todo lo que sucedió anteriormente, su cuerpo no olvidaba y el presentimiento no mentía.

— Por lo menos contigo, déjame ser como soy, hasta que pueda dejar de hacerlo naturalmente.

— N...No, no sería lógico que tuviésemos...

— No, no, no hablo de tener relaciones, solo... por lo menos apegarme... no haré nada sin tu consentimiento, por favor...

Su cuerpo elevó temperatura por los nervios y vergüenza, en un principio no tenía sentido de que le colocaran una condición siendo que él se estaba ofreciendo a ayudar, no obstante parecía que sería la única manera en la que Geno podría avanzar con su tratamiento no-profesional, si tenía que desahogar toda esa tensión, prefería que fuera con él mismo que con otra persona, él no se permitiría caer en la tentación.

Muy a su pesar, asintió, haciendo que Geno sonriera como si le hubiesen ofrecido un dulce, solo dejando caer un poco más la cabeza en su palma, como si fuese un gatito pidiendo mimos. 

Era tan lindo.

— Gracias... —susurró.

— Iremos de a poco...

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora