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Marzo 1 semana — lunes.

Debido a que estuvo haciendo un examen en el primer módulo, no pudo escribirle al albino hasta haber salido del salón de clases, llevaba el pecho oprimido desde que había despertado, pero aún habiendo terminado la prueba sin problemas, la sensación persistía latente.

Soltó un gran suspiro, Geno no respondía por lo que posiblemente el insomnio le había atacado una vez más; pensar que debía volver animarlo otra vez le causó ansiedad, no podía ser que su estado decayese cada vez que le perdía el ojo de encima, estaba preocupado y más porque al segundo módulo él todavía no le devolvía el mensaje.

Ya en la hora de almuerzo, lo que comió fueron sus uñas. Marcó a su número, pero ni con nueve intentos obtuvo resultados, lo que sucedía era mucho más grave, incluso el fin de semana le había escrito, no tanto pero a veces eso era normal. El último ramo se la pasó moviendo la pierna frenéticamente, pasándose los dedos por el cabello tratando de hacer que la hora volara, pero cada minuto era una tortura, necesitaba contactar con Geno como a dé lugar.

Al salir de la escuela fue corriendo hasta el paradero, trató de recordar la dirección tomando el bus apenas llegó. Volvió a llamarlo, pero fue en vano. Podría ser que no debía preocuparse, que quizás tuvo que ir al médico y que su celular se descargó, pero no tenía sentido eso; había revisado el calendario que tenía en su teléfono y sabía bien que los padres del adverso no estarían en casa.

Se mordió el labio, casi haciéndose una herida de lo tenso que estaba, necesitaba verlo.

Al llegar casi se resbaló en el suelo húmedo, teniendo que afirmarse de la reja. Con los brazos se levantó y pulsó de inmediato el citófono, esperando no haberse equivocado en el calendario, y que sus presentimientos se despejaran en cuanto la puerta se abrió.

No obstante, no estaba equivocado, ni en su presentimiento.

La puerta de aquella linda casa fue abierta por aquel albino que tenía vuelto loco su corazón, mas, esos latidos tenían un significado diferente al notar su aspecto. Tenía puesto un pijama más delgado y corto, sus pantalones mostraban sus pantorrillas que a la distancia las veía muy rojas al igual que sus brazos y parte de su rostro.

— ¡Geno!

El susodicho se sobresaltó, Reaper impaciente sacudió la verja como si esto lo abriese mágicamente.

— R-Reaper... Por favor... ayúdame...

Su voz por la distancia estaba muy débil, pero cada vez quedó más estoico cuando Geno se acercó tembloroso y algo cojo, tenía puesto unos zapatos que habrá sacado de la zona de calzado de la entrada, sus piernas y brazos tenían marcas extrañas y rojizas; sin embargo, al ver su rostro, sus propios ojos se agrandaron de pavor.

Geno parecía incluso peor que los días posteriores al incidente de los baños, horribles ojeras negras con los ojos hinchados y rojos al igual que su nariz, en su rostro se notaban las marcas de lágrimas y su cabello estaba algo despeinado.

— ¿Q...Qué te pasó, Geno? —Dijo Reaper, sosteniéndose de las rejas, Geno balbuceó, pero salió un sollozo en reemplazo— ¿Puedes abrir?

Geno negó, se abrazó a sí mismo, el frío le haría mal y sus piernas parecían que se desplomarían ahí mismo.

— E-Está cerrado... —Su voz otra vez disfónica.

Eso lo dejó perplejo, ¿cómo que estaba cerrado? Tuvo que mover el pestillo para verificar su dicho y era totalmente cierto, parecía estar con llave. Sacudió la reja una vez más y se maldijo. Se separó unos centímetros para ver cómo entrar, era una reja algo alta y no era un experto en entrar en casas ajenas de formas no legales, mas al otro lado Geno lo estaba esperando, necesitaba su socorro.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora