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Marzo 3 semanas — Domingo.

Debido a la visita especial, Reaper tuvo que despertarse más temprano para ordenar el sofá y dejar impecable. Se ofreció a barrer los cuartos mientras el castaño iba a buscar a su hermano, como el siguiente día había escuela no podría quedarse a dormir, solo estaría un par de horas compartiendo.

Al principio estuvo tranquilo, iba a conocer a un joven de solamente doce años, todavía era un bebé bajo su visión de "mayor de edad"; no obstante, cuando estuvo sólo esperando, los nervios lo empezaron a carcomer, no era un niño cualquiera, estaba hablando del hermano menor de su padre casi-adoptivo Blard. Si a Stave le caía mal, podría hablar mal a sus espaldas causando problemas a Blard y su familia le obligaría a desecharlo, tendría que vivir bajo un puente por el resto de su vida y no podría ver a Geno por una orden de alejamiento.

No tenía sentido, pero para Reaper lo tenía.

Siendo la una de la tarde, el pelinegro sentado en el sillón escuchó la voz de su amigo además de una más aguda. Se levantó, pero de inmediato se volvió a sentar, posteriormente se levantó de golpe asustado porque no se acordaba si se había peinado, fue al baño y al verse al espejo recordó que era lo primero que hacía después de despertar. Tras volver al comedor escuchó la llave abriendo la puerta, tuvo que palmearse el cuerpo para ver si estaba vestido.

— Dame tu gorro, lo dejaré en el colgador. —Esa era la voz de Blard, como la entrada era un pequeño pasillo no podía ver más que la espalda del castaño.

No hubo respuesta, quizás era porque el joven era tímido, si era así, seguro era un bebé, por lo que haría el intento de dar un aire maduro y respetuoso, seguramente así lograría impresionarlo y no lo echarían de casa.

Blard fue el primero en aparecer, alzando una ceja al ver al pelinegro de pie en una pose algo extraña. Los dos carraspearon a la vez.

— Reaper, te presento a Stave, mi hermano ya sabe de ti, así que no te esfuerces en dar una distinta impresión.

— ¿E-Eh? ¿Por qué haría eso?

De repente vio mechones rubios asomarse por el pasillo, y dos grandes ojos de color castaño claro. Un niño bajo que tenía las manos en el bordillo de la pared, con una mirada para nada tímida, más bien, examinadora. Reaper se puso rígido como palo al ver que el llamado Stave lo apuntaba con su mano.

— No se ve como me dijiste. —La voz del rubio no era grave, demostrando que seguía en la etapa de la niñez.

— ¿Cómo lo describí? —Preguntó Blard.

— Feo.

Reaper soltó un resuello observando al castaño, indignado de que le dijera feo indirectamente. Se llevó la mano al pecho, buscando respuestas en la risa del mayor de los tres.

— Stave, yo nunca dije eso.

— Pero lo pensabas, yo sé que sí.

Blard suspiró, risueño.

— Hermanito, él es Reaper, no está acostumbrado a ti así que no lo asustes.

Stave rió, pero no era la misma risa que escuchaba del castaño, era una risa traviesa, con solo eso logró asustar al pelinegro.

El joven, que tenía un gran rastro de pequeñas en sus pómulos, salió de su escondite quitándose el abrigo, Blard también lo hizo dejando estas prendas en la habitación. El par de recién conocidos se quedó mirando por un rato, Reaper no sabía qué hacer, pensaba que el hermano de su amigo se vería indefenso o tímido, más con esos ojos, pero sentía que si daba un paso en falso iba a ser atacado, ¿de qué forma?, no lo sabía, pero tenía miedo, y no por ser echado de casa, tenía miedo por su vida.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora