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Febrero 1 semana - lunes

Reaper al ver el calendario de su celular se dio cuenta del tiempo que llevaba conociendo a su amigo albino, casi seis meses teniendo un cambio radical en su vida, desde su encuentro con Geno hasta la llegada de su compañero de trabajo que le ayudó a salir de su precaria vida. Gracias a Blard ya había llegado a un peso normal, apenas podía verse las costillas al levantar sus ropas, el color de piel ya no era tan pálido, sus ojeras eran mínimas, ya que ahora trabajaba un poco menos y podía descansar más tiempo al estar más cerca del trabajo.

Por otro lado, la presencia de Geno hizo muchos cambios contradictorios entre sí, por él su vida entró en un estado crítico al saber qué tipo de crianza había tenido, y a pesar de todo el peso que de por sí vivía solo, quiso cargar con más ayudándolo a aprender lo que era la realidad; ahora a cambio de todo ese esfuerzo no había solo conseguido a un amigo, sino también a alguien que le hacía latir su corazón de forma distinta, un sentimiento grato que atesoraba. Sin duda Reaper se sentía bien con la trayectoria de su vida, pero sabía que todavía faltaba mucho para poder estabilizarse correctamente, tanto para él como para el albino.

— ¿Te cortaste el cabello?

La pregunta de Geno llamó su atención, ambos estaban en un banco en silencio sin hacer gran cosa, no estaban tan apegados porque el albino mantenía su intento de no necesitar estar juntos a cada rato, no le molestaba siempre y cuando no malinterpretara ese reto.

Pasó su mano por la nuca, rozando sus dedos por el cabello hace poco cortado. Sonrió nervioso.

— Sí, al principio lo hice yo porque no quería ir al peluquero, pero Blard me regañó porque casi me arruino todo.

Geno se palmeó el rostro.

— ¿De verdad hiciste eso?

— P-Perdón, no pensé que sería tan difícil.

— ¿Qué sucedió después?

— Blard trató de arreglarlo, él a veces se corta las puntas para mantenerlo bonito, así que ahora parece que fui a un peluquero, ¿ves?

Reaper giró la cabeza, el albino pasó su mano por la nuca y después al flequillo del mayor, hizo una mueca y por último suspiró cruzándose de brazos.

— No está mal, pero si me quedo mirando se nota un poco el manotazo que te hiciste.

— Perdóon... Es que ir al peluquero tan seguido sería mi ruina, mi pelo crece rápido.

— Yo podría.

— ¿No que tu mamá es quien te corta el pelo?

— Sí, sin embargo a veces me ha enseñado, puedo pedirle que me enseñe más.

— ¿Estás seguro? Me has dicho que estuvieron algo ariscos la semana pasada.

— No siempre, solo cuando tratan de tener un beso o algo...

— Por mí seguiría así, pero no te dejes no tocar, eso sería sospechoso.

— Sí, les he dejado acariciar la cabeza o besos en la frente.

— Supongo que está bien... Pregúntales cuando estén de buen humor.

Le daba impotencia no poder hacer algo al respecto, sabía que Geno hacía lo posible en casa para evitar que siguieran tratándolo como antes de conocerlo, no obstante eso aumentaba la tensión en ese lugar. Para su sorpresa, era increíble que no le obligaran ni amenazaran, tampoco había golpes por parte de sus progenitores por lo que le hacía pensar que ellos no eran tan tontos como para querer que Geno perdiera la confianza en ellos, aunque claro, eso ya estaba hecho gracias a él.

Se preguntaba qué opinaba el albino al respecto, al principio sabía que no se lo creía, era difícil creer que sus padres no lo querían sanamente y eran malas personas. Ahora quizás estaría triste por ver las evidencias. Lo único que podía hacer en ese momento era mimarle. Por esto, aprovechó que Geno estaba cerca viendo su cabello para darle una pequeña sorpresa.

Tomó por la nuca suavemente al menor con el fin de atraerlo a él, y con cuidado acercó frente con frente. Geno se sonrojó ligeramente, pero no era nada comparado a lo avergonzado que estaba Reaper, cerró los ojos con tal de disfrutar ese pequeño silencio, moviendo la cabeza poco a poco como si fuesen pequeños mimos supertiernos.

Geno sonrió contento de esos tratos, también cerrando los ojos al sentir un pequeño beso en su frente, después uno al entrecejo y más tarde en la punta de la nariz; Reaper podía hacer cosas muy lindas cuando tomaba la iniciativa y eso lo apreciaba totalmente.

— Te quiero, Reaper. —Susurró, apoyándose en su brazo a gusto de la cercanía.

— Yo igual, m...mucho.

El menor soltó una ligera risa por ese titubeo, no obstante no dijo nada porque el corazón latiendo fuerte le hacía entender que el pelinegro todavía luchaba con esos nervios. Le gustaba así.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora