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Enero 2 semanas - Viernes

Una costumbre que había agarrado hace días era que Reaper, cada vez que las clases terminaban, se juntaba con el albino para verificar que nadie se había acercado a él con malas intenciones. Al lado de la entrada de la escuela, ya en el exterior, acunaba con ambas manos el rostro del albino, como si eso le diera la suficiente información para saber que Geno seguía lejos de las sucias manos de sus compañeros.

Geno se dejaba tomar las mejillas, tal como lo estaba haciendo ahora.

— Reaper...

El aludido pasó sus pulgares por su suave piel, haciendo una mueca por la expresión enfurruñada que estaba haciendo Geno.

— ¿Sí?

— He sido bueno, de verdad.

— Lo sé, pero eso no hace que el resto sí.

— No es necesario que me agarres la cara así.

— ¡A...Ah! ¿Eso te molestaba?

Iba a apartar sus manos del menor pero este las sostuvo desde sus muñecas con sus propias manos, aun así Reaper dejó de presionar sus mofletes, manteniendo la distancia que a veces disminuía inconscientemente. El albino mantuvo su semblante molesto, pero sus cejas se relajaban cada vez más, volviendo a su aura neutro.

— No en sí. —Bufó— Solo que no sé por qué tú puedes tocarme sin permiso y yo no.

— Es que...

— ¿Es que?

Los ojos celestes y opacos del de bufanda se proyectaron a él, aguardando por una respuesta razonable y no excusas baratas, así lo sintió Reaper al ser juzgado con esa mirada. Tragó saliva aún en silencio, buscando las palabras o, en realidad, buscando la verdadera razón. Le gustaría mucho que Geno tomara iniciativas, que fueran una pareja feliz, no obstante, temía que hiciese algo inapropiado o pasara lo mismo que hace un tiempo; al parecer seguía asustado de que las cosas salieran de control.

Dejó de tocar sus mejillas, sintiéndose mal por pensar así de Geno, no iba a resolver nada si solo confundía más al joven con sus propios problemas e inseguridades. Geno dejó de verse amenazante, más bien preocupado por ese cambio de humor.

— Lo siento. —Se disculpó el pelinegro— Ha sido irresponsabilidad mía confundirte tanto... No era mi intención... Solo es que... es que... pienso en lo que sucedió en tu casa y no quiero que vuelvas a llegar a tu limite por darte permisos, por ilusionarte, pero tampoco debería en cambio tocarte, eso es injusto, perdón.

Al terminar con esas palabras, sus muñecas dejaron de ser tomadas, permitiendo esconder sus manos en los bolsillos de su abrigo; por un momento se sintió una terrible persona por decir aquello, pero debía ser honesto. Solo había pasado semana y media de lo sucedido en aquella casa, si cerraba los ojos podía volver a sentir sus labios con los del adverso, y por más que quisiese repetirlo, no quería que fuese en una misma situación donde Geno necesitaba desahogarse, le había dicho que evitarían que pasara eso, pero no se le ocurría cómo evitarlo, prohibirle tocar ahora le sonaba estúpido, eso ni siquiera a una persona normal se le podía hacer, le estaba enseñando mal.

Geno al escuchar eso había bajado los brazos y la mirada, viéndose afectado por lo que le dijeron, así supuso Reaper al verle de soslayo. Solo un minuto después, el albino habló con voz baja.

— Yo tampoco quiero que suceda otra vez "eso"... Yo tampoco estoy orgulloso de mi comportamiento allí. —Geno se sobó un brazo— Estoy haciendo mi mayor esfuerzo, es más, con el resto de personas no soy así, no tengo esas necesidades de apegarme a ellas, no he intimado con nadie, no he besado a nadie, ni a mis padres... Porque sé que no debo hacer eso.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora