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Febrero 4 semanas — miércoles.

El gesto de acompañarlo mientras Geno cabeceaba había hecho un buen efecto, en los posteriores recreos Reaper tuvo el valor de apegar piernas con pierna con el adverso para conducirlo hasta su hombro y de esa forma pudiese dormir por lo menos en esos pocos minutos que tenían juntos. Geno parecía un estropajo al dejarse conducir, sin decir ninguna palabra más que leves suspiros temblorosos.

En esos dos días supo que el albino seguía llorando de vez en cuando, pero no lo hacía frente a él, por lo menos su problema en la voz había mejorado y ya no tenía disfonía, aunque todavía tenía un tono perdido y triste. Otra cosa que notó aquel día era que ahora Geno era quien buscaba estar a su lado, apenas se encontraron en el primer receso del día, él se sentó en el banco y se acercó para acurrucarse en su pecho, respirando pesaroso y sin decir nada.

Reaper estuvo ordenando todas sus ideas en ese tiempo, intentaba ser paciente para apaciguar la tristeza del albino, pero cada vez era más difícil soportar su estado, necesitaba como nunca animarlo, no era suficiente solo prestarle su hombro si el mejoramiento iba a ser tan lento, quería ver nuevamente su sonrisa, oír su risa, debía ser activo.

Sin resistir más, tomó desde las piernas con un brazo y el otro en su espalda para alzarlo y llevarlo sobre su regazo, le abrazó el torso apegándolo a él. Geno por lo improvisto había soltado un pequeño ruido de sorpresa, sin hacer resistencia, pero sin corresponder, Reaper sintió un leve temblor en el cuerpo adverso, acarició su espalda.

— Te quiero. —Dijo en voz alta y clara, no debía ser eso un secreto, debía saberlo a como dé lugar— Te quiero y me gustas mucho, me duele verte así, dime lo que pasa por tu mente, confía en mí, por favor.

Mientras decía esto, poco a poco sentía que los brazos de su amor se aferraban a su espalda, correspondiendo el abrazo de una manera algo desesperada, pues parecía una pelea interna donde Geno apenas se podía sostener de sus ropas y se hundía como podía en el cuerpo del mayor. Los temblores aumentaron y su cuerpo se encogió sobre él, sus sollozos se hicieron audibles.

— N-No me dejes, por favor... —Rogó bajo.

— No lo haré, no quiero hacerlo, sonríeme.

— Tengo miedo...

— ¿Eh...?

— T-Teng...

Pero su ligero llanto no le dejó continuar. Reaper como pudo lo siguió arrullando, besó su cabeza y le dejó estar allí, soltando susurros de confort, esperando que de a poco se calmase.

El timbre sonó, pero ninguno se movió por unos segundos, Geno fue quien, hipando como últimos rastros de sus sollozos, se apartó todavía sentado en su regazo, secándose con el brazo. Su nariz estaba roja y sus mejillas húmedas y tibias, estuvo tentado de besarle allí, pero se contuvo porque parecía no ser la ocasión, pues ni siquiera parecía que respondería a sus dudas.

— El timbre sonó...

— Lo sé, pero no te dejaré ir. —Contestó Reaper, esbozando una tonta sonrisa, hace tiempo no veía al adverso tan cerca de él y con colores en su rostro, sin contar sus ojeras tan moradas que contrastaban con toda su claridad— Ni aunque tengas examen.

— ¿Quieres que repruebe?

— Puedes decir que alguien te raptó, seguro te dejan darla después.

Geno frunció el ceño, aunque sus comisuras se movieron un poco, causando en Reaper una sonrisa más amplia.

— Ridículo.

— ¿Ya te he dicho que me pongo bobo cuando estoy contigo?

— Decías que era cuando estás feliz.

— ¿No es lo mismo? Soy feliz cuando te tengo conmigo. 

— ... ¿Por qué te pones así en los peores momentos?

— ...B-Bueno, soy alguien idiota por naturaleza. —Por algún motivo, que respondiera fluido provocaba alivio en su corazón y seguridad en sus acciones. Lo tenía claro, Geno era su todo y aquella distancia fortaleció ese pensamiento, su felicidad estaba ahí con él. Lo aupó pues se le estaba cayendo por un lado, Geno se tuvo que sostener desde sus hombros— Hace tiempo que no estabas en mis piernas.

— Mhm... ¿No te incomoda?

— Para nada, con tanta ropa pareces un oso de felpa.

— ¿No peso mucho?

Ahora que lo pensaba, hasta con toda esa ropa no parecía pesar más, aunque quizás era porque hace tiempo que no lo tenía encima. Le volvió abrazar, entrecruzando los dedos por su espalda; por más que el ambiente estaba más grato, todavía no veía ninguna sonrisa en él, seguía algo decaído.

— Para nada, si quiero puedo hasta tomarte como princesa. De algo debe servir mi trabajo de cargar cajas.

— Te van a temblar las piernas.

— ¿Apuestas?

Posó su mano por debajo de las rodillas en deje de tomarlo pero Geno agitó las piernas reclamando.

— ¡No, no!

— ¡Ay! ¡Vamos! ¡Ni con eso te hago sonreír!

— ¿Por qué querrías que sonriera...?

— ¿Qué pregunta es esa? —Frunció el ceño infantilmente, dejó de tomar sus piernas para darle una suave caricia a su mejilla, apreció como nunca ese ligero rubor— Tus sonrisas son lo más... Mmmmh~

Imitó un sonido como si hubiese probado algo delicioso, Geno arrugó el rostro negando con la cabeza.

— Si haces ese ruido otra vez, me bajaré.

— Entonces sonríeme. No te dejaré ir hasta que lo hagas, Genito.

Sus comisuras se estiraron pero no hacia arriba, más bien parecía una mueca.

— No me llamo así.

— ¿Oh? ¿Que te llamas Genito dices?

— Reaper...

— Genito, Genito, Genito, Genito. ¡Genito!

— ¡No, basta!

Reaper rió, sosteniendo bien al contrario que se agitaba tratando de huir, habían quedado cerca rostro a rostro, pero lo importante era que el semblante de Geno parecía mucho más tranquilo, incluso esbozaba una tímida sonrisa.

— ¡Mira, si sonreíste! 

— ¡Me lo haces difícil!

— Amo tu sonrisa.

Se calmaron, Geno se arregló la bufanda para volver a apoyar su cabeza en el hombro del mayor, este aprovechó de también ocultar su rostro entre los ropajes adversos, su aroma estaba algo perdido entre tantas ropas.

— Reaper... No nos van a dejar entrar a la sala.

— Ya te dije... quiero estar contigo por ahora, por siempre. Te quiero.

Geno no respondió, soltó un suspiro bajo y se quedó acurrucado en sus brazos.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora