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Noviembre 1 semana - Viernes.

El trabajo se había vuelto una escapatoria de todo lo que estaba viviendo, no solo porque podía tener un espacio en el cual era solo él y la nieve permanente de Tromso, sino porque también era acompañado por su querido amigo. A lo largo de los días, Blard ya estaba consciente de todas las cosas que le había ocurrido a Reaper con la presencia del fantasma de la escuela, desde cómo se conocieron hasta las fuertes revelaciones respecto a la crianza de los padres del albino.

Lo único que todavía no le contaba era lo sucedido hace unas semanas, siempre necesitaba tiempo para procesarlo por su cuenta y después contárselo; el mayor podría ser su amigo pero no era su psicólogo o un consejero, a veces solo hablar de otros temas era suficiente para darle más ánimos.

Estuvo ido por varias horas, diciendo monosílabos a las palabras del castaño, solo cuando iba a agarrar una caja notó que estaba moviendo las manos al aire, no habían más cajas.

— ¿Acabamos? —Fue lo único que pudo decir, el castaño le da unas palmadas en la espalda, algo más brusco como si dándole con más fuerzas brindaba muchos más ánimos. Reaper casi se atraganta por el susto, ganando una risa ajena.

— Sí, eso te estaba diciendo.

— Ahh.

Expulsó aire siendo abrumado por el halo que salió de su boca, se estiró y sin decir mucho se encaminó hasta el salón de trabajadores para cambiarse y prepararse para irse; así funcionaba las cosas ahí, si se acababa su labor tenían el permiso de retirarse, aunque nunca había terminado tan rápido su horario laboral, apenas eran las doce de la noche.

Blard le acompañó pues también debía tomar sus cosas, ahora que se daba cuenta, ni siquiera habían tenido su colación para comer aquellas delicias que cocinaba el castaño.

— Es una pena, tendré el estómago vacío hoy. —Dijo en tono de broma, queriendo animar ese ambiente que él mismo formó— ¿Qué habías cocinado hoy?

— Algo no muy elaborado. Arroz con carne.

— Algo no muy elaborado, dice.

El mayor le sonrió.

— No creo ser capaz de comer todo esto solo, ¿No quieres comer?

— ¿Acá? No creo que al jefe le guste.

— No, puede ser en mi departamento, está cerca de aquí.

Reaper dejó de ponerse la mochila, quedando a media acción. Si pudiese ver su propio rostro también se hubiese reído como lo estaba haciendo el mayor. Carraspeó, todavía sorprendido de lo que le estaban ofreciendo.

— ¿Tus papás no te van a regañar por invitar a un chico a su casa a las doce de la noche?

— Pfft, Reap, ¿Cómo supiste mis intenciones?

— Con ver tus ojos siento ese deseo intenso que tienes por compartir tu comida.

— No solo eso.

Blard alzó las cejas y Reaper correspondió el gesto pero bajándolas y reiterando esto un par de veces, pronto los dos estallaron de risa, tanto que el pelinegro sentía otra vez ganas de llorar pero quizás era por el alivio de volver a estar en un ambiente grato.

— Vaya. —Suspiró el ojiazul para recomponerse— Eso ha sido muy homo.

— Mis propuestas no eran homos.

— No homo, no homo.

— Haha, igualmente, yo vivo solo porque necesitaba estar cerca del trabajo e instituto, alquilo con ayuda de mis padres y una beca que conseguí de arriendo. No es un lugar de lujo.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora