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Diciembre 3 semanas - Jueves

Juntó sus palmas a la altura de sus labios para exhalar aire más cálido tratando de calentar sus manos ante el frío de la mañana, era normal estar temblando por las bajas temperaturas pero gracias a la bufanda roja que le habían regalado había podido enfrentarse mejor a las circunstancias climáticas.

Volvió a soltar un suspiro, en su cabeza se había sembrado una semilla de confusión y vacilación, en los dos días anteriores sus sentimientos se habían alborotado de una forma increíble y seguía sin poder recobrar la seriedad ante la situación. Llevaba un par de meses conociendo la existencia de su amigo pelinegro, pero solo habían pasado 3 semanas en el que pudo conversar sin tener aquellas lagunas de soledad entremedio; ahora podía ver a Reaper todos los días y desde mucho tiempo quería compartir con él, no obstante, tenía que hacerle caso en lo que quería inculcarle, pues era lo mejor, cosa que hacía más complicada la tarea de calmarse cada vez que lo veía.

Reaper de por sí era apuesto, solo estaba descuidado por aquellas malas rutinas de trabajo nocturno, aun así no se había esperado que una vez todo solucionado podía ser tan apuesto; a pesar de ese pensamiento, tenía claro que pensar que era guapo no le debería causar tal impresión, en la escuela habían muchos chicos guapos y que llamaban la atención de muchas personas, pero en realidad él mismo no se dejaba llevar por esa belleza superficial, sus "amigos" siempre variaban en el físico y apariencia, pues era lo de menos según él.

Es por ello que no tuvo ningún complejo en acercarse a Reaper las primeras veces, era imposible pensar en su aspecto demacrado como algo feo al verlo desmayado, lo primero que había surcado en su mente era ayudarlo llevándolo a la enfermería. Después solo pensó en su situación y en su pecho había crecido la preocupación por un compañero de escuela, de una persona que no tenía pintas de ser alguien malo, es por eso que quería tener su amistad, algo le decía que debía acompañarlo pues pasaba tiempos difíciles.

Ahora todo estaba solucionado, al menos temporalmente según el mayor, permitiéndose darse gustos y mejorar en su salud, pero desde antes en Geno le nacía estar a su lado y peinar su larga cabellera maltratada, darle besos en su rostro para hacerlo feliz, y apegarse para brindar su calor ante el frío del polo norte. Lo que hizo aquel cambio de look fue gatillar e incrementar sus deseos de quererlo más cerca, de poder subirse en él, besarle más, hacer que su propio corazón se sincronizara con el de él.

No era un tonto, tenía sentido común y sabía bien por qué ahora estaba teniendo una experiencia distinta con él. Nunca antes había disfrutado tanto estar con alguien incluso sin tocarle, si de por sí se sentía bien tener relaciones, no se imaginaba lo grato que debía ser con él. Era primera vez que quería y deseaba unirse a alguien.

Por desgracia, esos pensamientos no los aceptaría él. Reaper aceptaba el contacto solo porque era un trato para aceptar sus enseñanzas, y eso dolía. Le gustaba mucho Reaper, pero dudaba mucho poder obtener su amor si el adverso solo quería lo mejor de él en medio de una amistad.

¿Qué se suponía que tenía que hacer en estos casos?

Nunca creyó que iba verse en tal situación, donde tenía que aprender relativamente de cero todas las formas en las que las personas interactuaban. La gente tenía su espacio, se daban besos en determinados lados en determinadas circunstancias, era muy complicado saber quién aceptaba un beso en la mejilla o un estrechez de manos. Las cosas simples eran las que menos comprendía, siendo el tener relaciones algo que ya tenía claro que no debía volver a hacer con "desconocidos". 

Al principio fue complicado, el peso sentimental seguía en su mente y era una guerra tratar de comprender si aquellas personas que lo buscaban era para aprovecharse de él o porque querían su amistad a su modo. Pero después de ser apartado en la vez que Reaper también huyó de él, supo que aquello no era una amistad, que el dolor no era parte de las relaciones.

Llevaba dos semanas y media sin tener sexo con nadie, demostrando que muchas personas ya no lo volvieron a buscar después del rechazo. Solo siendo sus padres quienes volvían como si nada, consintiéndole como su único hijo.

Y aunque sonase positivo para Reaper, no se sentía tranquilo. Estaba desinteresado por el resto, pero ansiaba que el mayor le diese una oportunidad, mas como siempre, no debía hacer cosas sin permiso, Reaper ya le había rechazado, no tenía que insistir.

Era difícil. Se estaba muriendo por besarlo, por hacer lo que no debía hacer.

— Te ves algo ido.

La voz de Reaper resonó en sus oídos por un par de segundos, volviendo a la realidad, el pelinegro había llegado en algún momento y se había quedado en silencio mientras disfrutaban de la tranquilidad de un rincón del patio, era un pasillo estrecho donde solo un par de veces había tenido relaciones, no fue una experiencia tan grata por el frío que calaba los huesos; sin embargo, ahora sentía calidez por solo rozar los brazos al estar sentados al lado del otro. 

— Pensaba en mi tarea. —Mintió, sin querer mirarlo directamente para evitar que sus deseos actuasen por él, tenía que aprender a controlarse, por el bien de su amistad.

— No pienses en esas cosas, te abruman mucho, al menos ese es mi consejo que sigo desde que empecé a trabajar, no es nada agradable trabajar con el pecho tieso al pensar que tengo prueba en unas horas.

— ...Supongo.

Suspiró otra vez, siendo atacado por un escalofrío por sentir la mano adversa sobre su cabeza, era un gesto que se volvió usual en él y en realidad le gustaba muchísimo, empero ahora solo provocaba que su rostro se enrojeciese por la sangre corriendo por sus venas.

Hundió su mentón en su pecho, escondiendo así su cara en la bufanda regalada, sin saber qué decir, no quería que parara pero a la vez sí.

Su autocontrol era cada vez peor.

— Reaper...

— ¿Mh? 

El aludido alzó un poco la mano para separar su palma de su cabello, ese gesto hizo que Geno se encogiese de hombros, apretando las piernas en gesto de encogerse en su sitio. No hubo más palabras, a lo que Reaper volvió a hablar con un tono más preocupado y suave, derritiendo el corazón ajeno.

— ¿Qué pasa, Geno?

Silencio.

— Me estás preocupando, ¿te sientes bi--

— Déjame subirme encima.

— ...¿Eh?

Dudó por un momento si ese tono fue porque no le escuchó por susurrar o por no creerse lo que decía. Geno alzó la cabeza con vacilación, hasta encontrarse con la expresión de su amigo, era una mirada de confusión, normal si le acababa de pedir algo lejos de lo que alguna vez le hizo.

— Por favor. —Suplicó bajo, intentando que sus sentimientos  no se entrevieran en su tono, apagándola.

— ¿E-En pleno exterior? Diablos, Geno...

— Eres un tonto, y también un pervertido.

— ...¿Te refieres a sentarte solamente?

Avergonzado, asintió, aunque si fuese él volvería a tener relaciones en aquel sitio tan estrecho, solo por ser él.

Reaper se le quedó mirando un momento antes de suspirar apenado, juntó un poco las piernas dándole acceso libre al contrario en acercarse. Geno se sintió en dicha por breve momento, recuperando la compostura para levantarse y solo sentarse de lado, teniendo ambas piernas por un lado mientras se abrazó a su cuello, de ese modo solo se remeció un poco para acomodarse y así esconder su cabeza donde pudo en el cuerpo ajeno.

Tras estar cómodo dejó de moverse, dejando caer sus párpados logrando escuchar los latidos de ambos corazones, agitados.

Supuso que era normal para Reaper estar con el corazón así por lo incómodo que estaría.

Intentó que la culpa de su egoísmo no le afectase, intentando disfrutar por un rato ese dulce calor del que se había vuelto adicto.

— Gracias. —Agradeció como pudo, hundiéndose en su pecho y confort.

— Sí, descuida...

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora