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Septiembre 4 semanas - Viernes

Un gran bostezo escapó de su boca, uno sonoro y pesado que provocó que sus lagrimales se aplastaran y humedecieran sus ojos, no era noticia nueva que estaba algo cansado, aun así había podido dormir cuatro horas en su cama y tenía otra vez energía, no toda pero era suficiente para poder trabajar sin cabecear y no llamar la atención de sus superiores. Si veían que su calidad de trabajo estaba en declive podía ser despedido y con lo complicado que era encontrar un trabajo nocturno para un niño menor de edad, era más fácil quedar desahuciado.

De quién era más complicado ocultar sus dolores mentales y físicos era de su nuevo compañero, Blard, aquel joven había complementado muy bien con su personalidad y prácticamente lo veía casi todos los días en el mismo puesto que él, habían hecho buenas migas casi al instante, y por ende, se había abierto peligrosamente a él dejándole más factible conocer su estado. No deseaba involucrarlo en sus dilemas, pero el castaño no se lo estaba haciendo fácil. 

Cada hora estaba preguntándole si se sentía bien. Si le dolía las manos, la cabeza. Si quería tomar un descanso.

— Que sí, Blardo, estoy bien. 

— ¿Blardo? 

El aludido alzó una ceja mientras esbozaba una sonrisa, Reaper al darse cuenta de su error se abochornó, soltando un largo y dramático quejido mientras se deslizaba hasta caer al suelo, en toda la nieve del patio. Avergonzado, alzó la vista cuando el castaño se acuclilló a su lado.

— Te vas a morir de hipotermia.

— Es eso o de vergüenza.

Blard rió.

— Bien, bien. Sube al carrito y te llevo hasta la sala, debes descansar un poco.

— No, ¿Qué pasa si viene el jefe? La última vez que me pilló dormido casi me echa a la calle.

— Yo te cubro, descuida. Ahora sube.

El mayor se levantó y buscó el carro de transporte dejando un hueco para que su acompañante se subiera, Reaper por un momento quería chistar, él podía caminar solo hasta el salón que estaba a metros del patio, pero ser llevado en esas cosas le parecía muy divertido. Con algo de lentitud se levantó y se sentó en la plataforma del carro, se quitó la nieve adherida en sus ropas y se apoyó en las cajas; posteriormente Blard empujó aquel carro empezando con el camino.

— ¿Ahora sí me dirás qué te pasa? —Insistió el ojiverde, Reaper suspiró, rendido.

— Creo que este trabajo me está matando.

— No, no se nota. 

— Pero es que no entiendo, todos los de acá deberían estar igual de muertos que yo.

— Esto, por más que diga que es trabajo de medio tiempo, no es un trabajo de medio tiempo si es cinco veces a la semana. Distinto sería si solo fuesen dos días. 

— ...Sí, eso tiene sentido. Así que Blard, vete de este trabajo, también trabajas cinco días, te vas a morir, vas a quedar tan horrible como yo.

Con aquel tono dramático, solo hubieron breves risas entre los dos, ya estaban por llegar pues el viaje no era tan largo.

— Reaper-

— Puedes decirme Reap, si consideras que nuestra amistad será eterna.

— Reap, —el aludido se vio algo asombrado por la nula resistencia— mi instituto son solo cuatro horas, y muchas de esas veces son clases virtuales. Tú apenas tienes cuatro horas para dormir, comer, hacer trabajos, y que recuerde, estás en una escuela privada prestigiosa, no es fácil sobrevivir ahí.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora