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Enero 1 semana - Jueves

Desde que se había quedado solo en su hogar, al principio lo único que pudo hacer fue llorar, se sentía muy mal por haberse comportado tan maleducado con Reaper, si bien le gustaba eso no significaba que podía darle su amor sin consentimiento; sin embargo, no servía tener ese juicio cuando actuó de una forma tan penosa frente al chico que le gustaba. Se comportó mal, le obligó a besarse solo porque no podía aguantarse, era una mala persona, incluso más que sus padres.

Después de un par de horas intentando ignorar que había espantado a Reaper por su mala actitud, solo pudo tratar de pensar en lo bueno, algo contradictorio pero era lo único que lo hacía sentir mejor, y era la grata sensación que le había dejado poder por fin besar al pelinegro.

Se notaba que fueron los primeros besos de Reaper, pero no por ello había sido malo, solo con ese momento sentía que todas sus necesidades de llenaban, sus labios junto a los suyos, sus manos estando en su cuerpo, el calor compartido entre ambos... De verdad quería que Reaper aceptase por propia voluntad a sus gestos.

Al darse cuenta a dónde iban sus pensamientos, se pellizcó la mejilla, no podía estar ignorando todo el esfuerzo del mayor en hacerle entender cómo funcionaba en realidad el mundo, estaba siendo débil a esa adversidad, estaba insultando el empeño de Reaper, él tenía todas sus buenas intenciones de hacerle cambiar y así le agradecía. Incluso seguía habiendo la probabilidad que siquiera sus sentimientos eran correspondidos, pues por la situación no le dejó tiempo de responder si aceptaba su amor, esos besos no contaban como respuesta, solo fue un buen gesto que ya no podía aceptar.

Pues, tal cual dijo él, habían muchas otras formas de expresar afecto, e iba a imitarlo en ese sentido, pero más como un regalo de "cortejo" sería uno de perdón.

Así se levantó después de estar horas plantado en el sillón, tomó un par de cosas y salió a la calle.

Al siguiente día, ya estaba nuevamente en la escuela, quería disculparse con Reaper y estaba con todo el coraje en hacerlo, mas, a la hora de la verdad, los recuerdos del día anterior volvieron con fuerza. Reaper podría estar enojado con él, podía estar decepcionado y quizás ni siquiera querría estar con él otra vez; todas esas inseguridades le hicieron titubear, respiró profundamente, esperando que su aflicción no se notase.

— Reaper...

El aludido estaba apoyado en una ventana que estaba en el pasillo que usaban para encontrarse, no se habían escrito en el celular así que parecía cosa del destino poder toparse en el primer receso. Así el joven se dio vuelta, cambiando su expresión al reconocerse, ayer fue un día complejo, uno que no sabían si lo mejor era olvidar o conversarlo. 

— Hola, Geno, ¿Qué tal dormiste?

— ...Dormí bien, las horas que deben ser.

— Muy bien, tomando mis consejos de no ver series por la noche.

— Es que no tenía ganas de eso.

— Oh...

El mayor se encogió de hombros, Geno notó que tenía una bufanda nueva, no era aquella desgastada de hace unos meses atrás, su ropa era algo ancha y de tonalidades oscuras, pero sabía bien que todavía seguía muy delgado, esperaba que siguiese alimentándose bien. Bajó la mirada manteniéndose en silencio, sin ser consciente de lo avergonzado que estaba Reaper, por su cuenta solo miraba el suelo, dándose valor, manteniendo la serenidad para evitar que su inseguridad de perder su amistad fuese notable.

Cuando pudo reaccionar, atinó en sacar la mano de su bolsillo y extender el brazo por completo, mostrando en la palma un pequeño sobre de tela, el pelinegro hizo una mueca de sorpresa, tomando aquello con lentitud, como si no se creyera que eso era para él. Geno intentaba no desviar la mirada, pero solo subió un poco su bufanda roja, hablando bajo.

INCLEMENCIA | BLANCO Y NEGRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora