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Pasaron semanas y semanas en las que YeonJun se había hecho a recogerme a las tres de la mañana al salir de trabajar. Los días pasaban mucho más lentos de lo normal y eso me tenía más agotada que de costumbre. Hoy era de esos días donde no tienes más que ganas de estar tirada en tu cama escuchando música o leyendo cualquier interesante libro, pero no para mí.

Atendía risueña a los clientes sin ningún problema pero estaba claro que el agotamiento a veces me hacía un poco despistada. Para ser exactos ese día era viernes, de esos famosos viernes en los que tenía que ir con la muchedumbre tras una moto gritando como simios, que al fin y al cabo es lo que somos.

Hoy pagarían mi sueldo semanal el cual le daría a YeonJun cuando viniera a recogerme y así fue. A las tres de la mañana salí del local y le ví apoyado sobre la moto. Me acerqué tendiéndole el sobre y él lo tomó con algo de pena mientras inclinaba la cabeza, yo negué sonriendo restándole importancia.

Me tendió el casco que yo solía llevar y me lo coloqué sabiendo dónde iríamos. Yo debía cambiarme y ducharme y sabía que él iría a mi casa para que luego yo me fuera con mis amigas pero esta vez en cuanto me subí, se puso en marcha hacia la dirección contraria. Di un par de toques sobre él y él chocó ambos cascos en señal de que se había enterado que le había llamado.

mi casa está por el otro lado, Jun.
—no vamos a tu casa, no vamos a la mía, tampoco vamos a ir a las carreras... Hoy quiero pasarlo contigo sin motos por medio.
lo dices un poco tarde desde que estamos subidos en una.

Soltó una pequeña risita y entonces paró a un lado de la carretera al lado de la acera.

—bájate, venga.

Preocupada de que se hubiera molestado y me fuera a dejar allí me incorporé un poco para mirarle. Mis preocupaciones volaron cuando sentí que apagó el motor y quitó su casco, dejando ver una cabellera rosa desaliñada por el casco. Solté una risita y me bajé imitándole.

Tras bajarme él hizo lo mismo y guardó ambos cascos, comenzando a caminar con la moto a un lado. En ese momento yo era incapaz de descifrar qué sentía. ¿De verdad se había bajado de la moto sólo para caminar porque yo lo dijera? Un revuelto bastante conocido en mi estómago se hizo vigente y con ello mi nerviosismo aumentó.

¿sabes? —dijo YeonJun siendo el primero en hablar. — me gusta esto de caminar de madrugada, podría hacerlo más veces.
—¿tú crees? —solté una risita haciéndole sonreír a él.
sí, ¿por qué no? Tengo una buena acompañante para hacerlo todos los días, ¿no?

Y ahí estaba de nuevo el revuelto, el que tan poco me gustaba sentir pero que a la vez me  hacía sentir especial de cierta manera. Bajé la mirada hasta las ruedas de su moto sin saber exactamente qué decir en ese momento. YeonJun, al contrario que yo la levantó hasta la Luna con una pequeña sonrisa.

La Luna está preciosa hoy, ¿no crees? — Comentó llevando la vista hacia mí y entonces me perdí.

Caminamos por unos largos minutos entre silencios incómodos y risas nerviosas cada vez que nuestras miradas coincidían mientras mirabamos alrededor buscando una mínima distracción ya que no sabíamos de qué hablar o qué decir

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Caminamos por unos largos minutos entre silencios incómodos y risas nerviosas cada vez que nuestras miradas coincidían mientras mirabamos alrededor buscando una mínima distracción ya que no sabíamos de qué hablar o qué decir. Sería algo brusco por mi parte preguntar por su madre teniendo en cuenta el momento en el que se inclinó frente a mi para agradecerme.

De repente se paró frente la puerta de un parque que estaba cerrado y tras eso me miró a mi. Yo miré al igual que él la puerta sin entender qué quería decirme. Él dejó la moto a un lado de la puerta, sospechosamente cerca a decir verdad y tras eso se acercó a mi con una sonrisa pícara a leguas.

Dime _____, ¿estarías dispuesta a tener una noche de travesuras conmigo?

Palidecí ante lo que me preguntó y golpeé su pecho alejándolo. Él por un momento se quedó estático sin saber por qué le había rechazado hasta que volvió a escucharse mentalmente, y supe que había rectificado en cuanto sus orejas y sus mejillas comenzaron a enrojecer notoriamente.

—¡No, no, no! ¡No me malinterpretes! me refería a colarnos en el parque y... ya sabes, pasear juntos y... esas cosas.

Tomé una bocanada de aire más calmada y de igual manera negué. Sus ojos casi se convirtieron en dos pequeñas bolitas brillantes suplicando por ir con él y una suave risa salió de mis labios al ver una de las cientos de facetas de Choi YeonJun.

—Vamos... He dejado la moto cerca por si hay que salir corriendo... no va a pasar nada, venga, venga, venga, venga-

Le interrumpí antes de que siguiera con su molesta súplica y una enorme fila de perlas apareció en su boca denotando una felicidad indescriptible que me pareció extremadamente tierna.

Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora