35. Azul.

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Junto a nuestros amigos los patitos, sacamos nuestros sándwiches y repartimos en pequeños trozos los bordes del pan. Una vez que comieron suficiente se fueron a dormir al solecito hechos una bolita alrededor de su mamá. Nosotros comenzamos entonces a comer, no era un sándwich muy cargado, a decir verdad solo llevaba lechuga y atún, tampoco iba a cargarlos hasta que apenas pudiera cerrar el pan.

El ambiente a esa hora era más tranquilo, todo el mundo estaba en sus casas comiendo o de regreso a casa. Los niños ya no estaban correteando y apenas se oía más que el sonido del viento chocando con la hojarasca y el follaje seco de los árboles y el suelo. De vez en cuando se podía escuchar el graznido de un pato a lo lejos. Todo estaba en paz y con esa paz también estábamos nosotros.

Veía a YeonJun y su rostro denotaba relajación, como si esos cuatro muros que lo rodeaban todo el día durante un par de semanas le obligaran a pensar en su madre y a lamentar cada momento que desaprovechó con ella. Fuera de allí estaba en calma, se sentía a gusto, sentía su alma liberada y le gustaba esa paz. Sabía que su madre no querría que lamentara su marcha, sino que la recordara con la vitalidad de una mujer de 20 años y que viviera cada momento con toda la alegría de su corazón y eso era algo que los recuerdos que impregnaban las paredes le impedían ver con claridad.

En ese momento yo podía sentir su mirada en mí y yo la seguí para mirarle de igual manera. Nos miramos fijamente sin decir nada pero con sus ojos lo decía todo. Estaba agradecido por la paz que sentía, la tranquilidad y la felicidad que estaba comenzando de nuevo a inundar su mente y su corazón. Él sentía como todo poco a poco volvía a cobrar vida, sentido y color. Llevó su mano libre hasta la mía y las unió entrelazando los dedos de manera que yo no pudiera separarlas.

En ese momento mi corazón no podía evitar latir con fuerza y es que, al igual que para él todo estaba cobrando vida, mis mariposas estaban más vivas que nunca.

En ese momento mi corazón no podía evitar latir con fuerza y es que, al igual que para él todo estaba cobrando vida, mis mariposas estaban más vivas que nunca

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Tras comer, se tendió sobre la manta y como no había soltado mi mano aún, fui detrás dejando escapar una risita. Colocó su brazo tras mi cabeza para que no diera directamente contra el suelo y le miré cuestionando por qué había hecho eso cuando pudo pedírmelo o tirar más suavemente. YeonJun sólo rió negando.

Pensé que quedaría más romántico, no me juzgues.

Negué riendo igual y miré de nuevo el cielo. Las nubes se movían con rapidez debido a las brisas otoñales que las empujaban y yo ladeaba mi cabeza levemente tratando de descifrar formas divertidas o creativas. Él simplemente miraba el profundo y pulcro azul del cielo que era poco a poco tapado poe nubes temporales que pronto volarían lejos.

Entonces localicé una forma, algo abstracta pero que para mi tenía sentido. Alcé mi mano señalándola con mi dedo acusador y solté una risita.

Mira YeonJun, es Shrek. ¿lo ves?
¿Te refieres a esa nube ahuevada con una antena? Porque si es así, sí que la veo sí.

Mordí el interior de mi mejilla molesta y le di un golpe en el pecho a lo que él respondió con una risa traviesa. Mientras yo seguía buscando nubes vi como él cerraba los ojos descansando. Nubes y nubes pasaron desapercibidas mientras yo era incapaz de separar mis ojos del chico que tenía a mi lado. Vi como la comisura de sus labios se levantaron levemente.

¿Tengo cara de nube?

Enrojecida a más no poder separé mi vista de él y volví a mirar el cielo sintiendo como toda la vergüenza pasaba hasta mis orejas, haciéndolas arder.

No te miraba a tí, no te creas el centro del mundo, Choi... Contesté no muy convencida de eso.

Entonces él abrió los ojos de nuevo y volvió a mirar el cielo esta vez un poco más apagado por el paso del tiempo del mediodía a la tarde.

Veo algo.- Dijo él señalando una nube.- Es un coco.
¡Eso no vale, es sólo una nube redonda! Me incorporé molesta por su trampa en el juego.
Tu viste un Shrek donde no había nada.

Di un pequeño golpe al césped para denotar mi molestia no tan molestia y entonces él rió, y ahí, en esa sonrisa, el nuevo YeonJun había recuperado el color Azul.

Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora