Las once de la mañana llegaron. Yo seguía mirándome en el espejo buscando más y más imperfecciones que pudieran causar mala impresión a la madre de YeonJun. Oí el timbre sonar y salté sobre mi misma asustada pues YeonJun ya había llegado. Bajé con rapidez las escaleras y abrí para dejar ver un YeonJun con el pelo bien cepillado y una estampa más agradable y amable a la vista que una brusca chaqueta de cuero junto a ese cabello desaliñado.
Una pequeña sonrisa se plasmó en mis labios y pronto fue opacada por los labios del chico sobre los mios. Con una traviesa sonrisa en su rostro me ofreció el casco que yo tomé con gusto rápidamente para cerrar la puerta detrás de mí. El chico se subió sobre la moto, colocando su casco con tranquilidad buscando no despeinarse cosa que me causó gracia ya que nunca lo había visto tan cauteloso cuando se trataba de su imagen.
Me monté tras él mientras arrancaba y partimos hacia el hospital. Nunca me habían gustado los hospitales, a pesar de no sólo traer malas noticias y desgracias, me seguía pareciendo un lugar con un ambiente tan tenso y lúgubre que me hacía helar hasta los huesos. Pensar en aquella imagen me hizo aferrarme con más fuerza a YeonJun, el cual redujo la velocidad pensando que quizá me sentía insegura por eso.
Aparcó frente a la puerta del hospital y me bajé de la moto sintiendo mis piernas sin fuerza, no sabía qué sentía: ¿miedo? ¿inseguridad? ¿ansiedad? ¿quizá nostalgia? ¿tristeza? no lo sabía. Él se colocó a mi lado y tomó mi mano libre.
—¿estás lista de verdad? Podemos dejarlo para otro momento si te encuentras mal... Te noto pálida...— Dijo preocupado por la seriedad en mi rostro.
—Estoy bien, Jun. Entremos, de verdad no pasa nada.Traté de persuadir la tensión entre ambas respuestas y entramos en el interior de este. Se podía apreciar el sonido del aire acondicionado calentando la humilde sala de estar. Ese característico olor a médico estaba presente mezclado con puro gel hidroalcohólico. Había gente esperando ansiosa sentados sobre un sillón o de pie dando vueltas, otros simplemente pasaban su tiempo despejando su cabeza del blanco y luminoso cubículo donde quizá habían pasado toda la noche acompañando a un familiar o amigo. Por otro lado también se podían oír la tos de cualquier enfermo desde el final del pasillo y junto a esto también el lúgubre paso de la gente hacia la capilla que había instauradas para rezar por los más allegados: por pérdida o por supervivencia.
Mis ojos se aguaron ante toda esta percepción. Mis procesos cognitivos habían colapsado en ese momento ante la saturación de detalles y mi vista se nublaba. Las lágrimas hubieran brotado de mí de no ser por cierta cabellera rosa que se colocó frente a mí mirando mis ojos fijamente con lástima sintiendo como si me hubiera obligado a venir con él. Tiró suavemente de mi brazo para salir del hospital pero yo me mantuve firme y rasqué mis ojos buscando quitar la acumulación de lágrimas en estos.
—Vamos a verla, YeonJun. De verdad quiero conocerla. Vayamos, por favor. — Dije suplicante buscando que el chico no se sintiera culpable y viera que era yo quien le estaba pidiendo conocerla.
—Bien... vayamos, está bien.Habiendo subido a la planta que era, YeonJun, sin soltar mi mano llamó a la puerta con suavidad. Un suave "pase" se pudo oír. YeonJun pasó por delante tirando suavemente de mí, haciendo que yo entrara justo tras él. Su madre, con un pañuelo del color del pelo de su hijo —cosa que me pareció extremadamente tierna. — abrió la boca al verme allí. No era un gesto de desagrado ni mucho menos, sino de felicidad y sorpresa. Yeonjun rascó su nuca nervioso y me señaló con un pulgar.
—Ella, ella es la chica, mamá... _____, ella es mi madre.
—¡Es todo un placer conocerte por fin, _____! ven, pasa, siéntate cómoda.Fue entonces cuando toda la incomodidad de estar en un hospital se fue y se convirtió en un lugar cómodo; la madre de YeonJun era la definición de hogar sólo con verla y lo sentía así en su cálida sonrisa. Todo lo intimidante de un hospital se quedaba llamando a la puerta con ganas de entrar a atormentar pero la madre de Jun no lo permitía. Me senté en el sillón que había para acompañantes pero ella negó efusivamente señalándome la cama mientras la palmeaba en señal de que me sentara a su lado, y eso hice. Ella, con una sonrisa de oreja a oreja, tomó mi mano entre las suyas.
—Dime, ____, ¿cómo conociste a mi hijo? ¡El muy sieso nunca me cuenta nada!
—Pues...— solté una risita y miré a YeonJun buscando respuestas. Él me miraba suplicante para que no dijera nada sobre las carreras. — Trabajo en una cafetería cerca de mi universidad y... un día se acercó a pedir un café y... pues... me pidió mi número y... y eso.Su madre asentía a todo ante mi explicación y soltó una risita al oír que él pidió mi número, pues al parecer su madre sólo conocía la tímida faceta de Choi YeonJun.
—Ay que bien, eres la primera que YeonJun trae aquí ¡es extraño! estoy acostumbrada a recibir a TaeHyun y a BeomGyu pero nunca a chicas.
—¡mamá ya! me voy a poner rojo de la vergüenza...— habló YeonJun apretando sus mejillas a la misma vez que evitaba el contacto visual.
—Por fin vas recuperando los colores, YeonJun.— Le sonrió su madre desde el fondo de su corazón.Y esas palabras, una frase tan simple como que iba recuperando los colores, me hizo pensar y pensar.
ESTÁS LEYENDO
Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.
Fanfiction______ es una chica "normal y corriente" hasta que le conoció a él. Choi YeonJun, un chico de pelo rosa que se la pasaba de fiesta en fiesta con un trasfondo oscuro: él se dedicaba ilegalmente a algo para cumplir una misión. "ᴜɴ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʙᴇsᴏ ᴘᴏʀ sɪ...