______ es una chica "normal y corriente" hasta que le conoció a él. Choi YeonJun, un chico de pelo rosa que se la pasaba de fiesta en fiesta con un trasfondo oscuro: él se dedicaba ilegalmente a algo para cumplir una misión.
"ᴜɴ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʙᴇsᴏ ᴘᴏʀ sɪ...
Tras el beso volvió a montarse en la moto colocándose el casco mientras TaeHyun le regañaba por haber dejado caer así la moto pero Jun hacía oídos sordos. Pronto la chica con el pañuelo se asomó y TaeHyun corrió hasta colocarse a nuestro lado. Estaba temblando como una gelatina en ese momento, nunca antes me habían asustado tanto el rugido de los motores. La fémina levantó el pañuelo para en tres...dos... uno...dejarlo caer.
Ambas motos salieron el igualdad de condiciones. Podía notar la concentración de Jun a leguas. TaeHyun agarró mi mano con un rostro angustiado pues esta no era una carrera cualquiera. Jun tomaba las curvas cerradas evitando que el foráneo pudiera adelantarlo pero de poco sirvió, finalmente le adelantó.
La moto de YeonJun estaba al límite, rozaba los 203 km/h y de igual manera iba unos centímetros más por delante. Trató por todos los medios volverse todo lo aerodinámico que podía curvando su espalda pero era inútil.
Apenas a unos metros de la meta, YeonJun logró hacerse con el control de la situación por poco. Mis ojos brillaron de emoción y alivio. Me giré a ver a TaeHyun que me miraba igual hasta que su rostro se ensombreció: YeonJun había perdido.
Mis ojos en ese mismo instante comenzaron a aguarse. Mis amigas taparon sus rostros incrédulas, negándose a aceptar el hecho de que tuviera que irme con un completo desconocido para que me hiciera Dios sabe qué.
El hombre que me había pedido como recompensa se acercó lentamente hasta mí, quitando su casco con una sonrisa socarrona. Me agarré a TaeHyun con todas mis fuerzas y él me escondía tras su cuerpo. De repente, estrepitosamente se oyó resonar el eco de un relincho de una rueda. Yeonjun bajó rápidamente de la moto, tirando su casco al suelo con furia, de obvia manera llegando a romperlo.
Se acercó hasta ese hombre que estaba a centímetros de ponerme la mano encima y lo empujó con fuerza alejándolo de mí.
—Tú, pedazo de cabrón, que no se te pase por la cabeza tocarle un pelo.— escupió sin escrúpulos. —¿quién eres tú para negármelo? aquí y ahora he ganado yo ¿lo oyes? yo. —Has hecho trampas, tienes la moto trucada. No es tu trofeo, no es un trofeo. Ni la mires o voy a sacarte los ojos, ¿me oyes tú a mí? —Leyes de la calle, hermano. —Soltó una risotada cínica.
Sin poder resistirlo más YeonJun se tiró sobre ese hombre comenzándo a pegarle con brutalidad y el extraño desde luego no se quedaba atrás. Quise acercarme a pararle pero TaeHyun tiró rápidamente de mi negando.
—No lo hagas, no hagas nada más que pueda liarla.
Apreté mis puños con frustración: podía ver como el labio de YeonJun sangraba tras los golpes y lo único que pude pensar fue que sus piercings podían haber rajado su labio. Nudillos y bocas ensangrentadas, tirones de ropa, puñetazos bien propinados... Todo se había vuelto hostil y violento y lo peor es que yo me sentía culpable de eso, pues era culpa mía.
Una herida se abrió a lo largo de la mejilla de YeonJun y un puñetazo directo a su ojo fue suficiente para que YeonJun perdiera habilidad y el otro comenzara de nuevo a atacar. YeonJun no se rindió tan fácilmente, esos puñetazos en su abdomen lo habían machacado de hecho pero siguió peleando. Escupió la sangre de su boca y se protegió con sus propios puños para luego dejarlos caer con fuerza sobre el rostro del contrario, logrando tirarlo al suelo tras un gancho.
La multitud enloqueció gritando como animales: YeonJun había ganado de nuevo. Todos reclamaban que él fuera quien se quedara con el premio. Cuanto antes, corrí hacia los brazos de YeonJun, escondiéndome en su herido pecho aun con mis manos temblando. Él acarició mi espalda con sus manos de igual manera, aún sentía la cólera y la adrenalina por su sangre pero estaba tranquilo: me había salvado.
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La carrera dio por finalizada, sólo estaban las típicas y pequeñas competiciones que hacían por gusto además de la gente drogada y bebida que seguía deambulando por allí. Aparté a YeonJun lejos de cualquier persona o ruido de las carreras mientras que TaeHyun se encargaba de arreglar la moto pues se había excedido mucho más allá de su alcance.
Lo ayudé a sentarse en unos escalones, sentándome a su lado, girando mi vista para mirarle rápidamente: estaba hecho un desastre. Sonreí levemente y él me miró devolviendo una sonrisa igual.
—¿qué me miras? ¿estoy feo? ¿tengo algo en la cara? —¿quizá heridas?— devolví la pregunta.
Soltó una pequeña risa seguida de un suave quejido en forma de suspiró. Mire su ojo y tenía una aureola morada a su alrededor, la comisura de sus labios sangraba, un rastro de sangre esparcido iba desde su nariz hasta cerca de la mitad de su rostro, por no contar la gran herida en su mejilla, la cual había cogido parte del tatuaje.
—Eres un idiota, ¿lo sabías? —Hmmm, a decir verdad sí que lo sabía, pero este idiota te ha salvado de una buena.
Solté una risita apoyando mi cabeza en su hombro mientras asentía.
—Y jamás tendré palabras o actos suficientes para agradecértelo, ChoiYeonJun.
Esa noche, esa misma noche, supe que en realidad no estaba jugando: iba a ser el comienzo de una nueva etapa en la vida de ambos, finalmente nuestros caminos se habían unido del todo.