36. Violeta.

764 92 14
                                    

Un día en casa, normal y acomodados en casa tras una larga y perezosa tarde frente al sofá viendo de nuevo buscando a Dori ya que el chico de la casa no lo vio. Bostezaba cada cinco minutos y la somnolencia era mas que notable. Una risilla escapaba de él cada vez que me oía bostezar y giraba su rostro levemente para mirarme.

¿Deberíamos hacer algo más activo? Siento que vas a dormirte en cualquier momento.
—¿Yo? Respondí negando rápidamente a la misma vez que me levanté del sofá y estiré mis músculos.
Vayamos a ver el atardecer como la última vez.

Solté un suspiro al pensar que tendría que subir escaleras para verlo pero asentí por la influencia de sus tiernos ojitos al mirarme. Él corrió a la cocina mientras que yo comencé a subir escaleras de manera lenta y perezosa. Rápidamente me alcazó, subiendo detrás de mí. Abrí la puerta de la azotea de la casa y ambos nos acercamos hasta el barandal.

El cielo estaba oscureciendo gradualmente pues en un lado aún se veía el anaranjado reflejo del Sol mientras que por la otra, nuestra parte, el cielo mostraba unos colores más suaves, apastelados, entre esos tonos el rosa, el salmón, el coral y el violeta. Todos entremezclados de manera sútil y perfecta con las filas de nubes paralelas que había creado el cielo para evitar la adelantada presencia de la Luna.

¿No es bonito?- Preguntó tendiéndome una lata de refresco a lo que yo asentí.
Lo es, es precioso.Asentí abriendo la lata para después darle un sorbo.

A decir verdad, cualquiera afirmaría que era un momento incómodo para ambos, pero era todo lo contrario. El silencio era acogedor, no hacían falta palabras para decir que estábamos cómodos, ni risas para determinar que lo estábamos pasando bien. Él se acercó un poco más a mi cuerpo hasta juntar ambos brazos apoyados sobre la baranda. Levanté mi rostro para mirarle y él me miraba con una sonrisa socarrona, a lo que respondí dando un suave puñetazo en su brazo, acabando por apoyar mi cabeza sobre este.

Pasada ya una gran parte de la tarde allí y así, apenas con unos roces traviesos entre nuestras manos y unos inocentes achuchones, bajo un cielo con un intenso tono violeta, YeonJun comenzó a hablar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasada ya una gran parte de la tarde allí y así, apenas con unos roces traviesos entre nuestras manos y unos inocentes achuchones, bajo un cielo con un intenso tono violeta, YeonJun comenzó a hablar.

Tengo demasiado que agradecerte.

Negué rápidamente torciendo mi mirada hacia él descaradamente.

Por supuesto que sí, no hables si aún ni siquiera he acabado... Cabezota, tsk. Has estado conmigo desde el momento cero, realmente ni siquiera supe cuando me abrí a ti de tal manera que conocieras mi vida tan rápido, a decir verdad ni yo mismo me fiaba de aquello. Sentí que todo era como una película cliché, todo en mi vida coincidía con ella, supongo que eras la chica bonita que llegaba y salvaba al drogadicto de morir, ¿no es así?

Ambos soltamos una carcajada avergonzados. Me giré apoyando mis codos sobre la baranda para poder mirarle fijamente.

Mi madre tenía razón, estaba recuperando los colores, apenas lograba diferenciar el verde del billete y el marrón de la bebida. En toda mi vida había conocido una chica tan amable como tu, tan bonita por dentro... Te ofreciste sin pensarlo a trabajar para ayudarme, y te he puesto en peligro mil veces por las carreras. Espero que algún día de verdad puedas perdonarme si esto que tenemos, amistad o el pico más, llega a más, porque en tremendo tío imbécil te has fijado... Soltó una risa él solo.— Gracias, ______. Voy a trabajar duro para devolverte cada minuto que hayas perdido en mí, e incluso los colores si algún dia lo sientes apagado. Una rosa roja para el amor, un tulipán naranja para la calidez, una fresia amarilla para la alegría, una pequeña no me olvides para la calma y un pequeño lirio morado para el consuelo.

Tratando de evadir el fuerte ritmo de mi corazón reí nerviosa jugando con mi pelo y lo metí tras mi oreja sin darme cuenta de que expondría así mi gran timidez al chico.

¿Y el verde?Pregunté tratando de evadir el ser el punto de atención.

De poco sirvió en cuanto sentí sus labios sobre los mios en un contacto suave y dulce que contrastaba con el frío acero que adornaba sus felinos belfos. Podía sentir la respiración foránea mezclarse con la mía: no era un beso hambriento, no era un beso lujurioso, no era un beso brusco, era un beso lento en el que podías sentir como su corazón de verdad agradecía todo eso.

Al separarnos lo primero que pude ver fue el leve reflejo de la luna comenzando a asomar a través de sus ojos y una pequeña sonrisa escapó de mis labios de forma tierna, pues casi se había vuelto normal besarnos bajo la Luna.

¿Necesitas aún el verde?Preguntó él burlándose.
Definitivamente, no.

Y entonces, sus labios volvieron a sellar los míos de manera que no pude añadir ninguna palabra. Así, el nuevo YeonJun había recuperado el violeta. El nuevo YeonJun había logrado recuperar todos sus colores, el pequeño YeonJun que se perdió años atrás, había vuelto de nuevo.

Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora