33.Amarillo.

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A la mañana siguiente, ambos derrotados por la noche, o más bien el sueño tan breve que tuvimos, nos levantamos de la cama para dirigirnos hasta la cocina para comenzar a preparar el almuerzo, pues el desayuno ya había pasado hace horas. Preparamos unos simples sándwiches pues ambos éramos incapaces de cocinar algo más y lo acompañamos con un zumo.

Comíamos en silencio, ninguno tenía ganas de articular palabra ya que el cansancio era más notable que incluso las ganas de comer. Opté por prepararme una taza de café para tomarla como postre para no volver a dormirme a la mínima que me sentara sobre un sofá. Él, en cambio optó por tomar una pequeña siesta acurrucado en el sillón.

Aburrida en la cocina, sentada sobre la encimera, movía mis pies al ritmo de una canción que resonaba en mi cabeza. Bajé mi mirada hasta mis pies para reconocer que el ritmo iba al compás de la canción y entonces vi mis converse amarillas balancearse de manera libre al haber perdido la canción entre nuevos pensamientos. De repente uno reinó sobre estos: iba a intentar hacer una tarta.

Bajé de la encimera, tomando las llaves de YeonJun y salí sin avisarle hasta el supermercado más cercano, debía tomar harina, azúcar, aceite, leche... ¿qué más? me había olvidado de casi todo lo que había buscado para hacerlo con sabor a plátano. Busqué de nuevo la receta en internet y entonces comencé a coger los ingredientes más segura. Tomé colorante amarillo para darle incluso más énfasis al sabor pues estaba demostrado psicológicamente que la imagen potencia el sabor.

Volví a casa entre pequeños saltos y al entrar me dirigí a la cocina rápidamente, buscando de nuevo los ingredientes y su procedimiento. Trataba de ser lo más cautelosa posible para no hacer mucho ruido y torpemente comencé a hacer el pastel, poniéndome a mi y la cocina perdidas de harina, huevo, aceite y masa.

 Trataba de ser lo más cautelosa posible para no hacer mucho ruido y torpemente comencé a hacer el pastel, poniéndome a mi y la cocina perdidas de harina, huevo, aceite y masa

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Tras lograr enmoldar la masa y meterla en el horno tocaba la peor parte: hacer la nata. Ni siquiera sabía como se hacía eso, solo sabía que había que batir mucho y que por eso recomendaban una batidora. Recordé todas esas veces que me habían pedido café Dalgona en la cafetería y mis vellos se erizaron, era definitivamente el peor café del mundo pero estaba jodid-... extremadamente delicioso.

Preparé mis brazos y mi mente para eso mientras tomaba un cuenco y limpiaba el batidor que había usado anteriormente. Preparé el colorante a su vez para verterlo sobre la nata en su momento y entonces con mucha pesadez comencé a batir maldiciéndome por no haber comprado nata ya preparada. Trataba de animarme mentalmente al decir: hey tendrá colorcito, y además lo habrás hecho todo tu sola. Pero otra parte de mi decía: lo vas a intoxicar por obstinada.

Vertí el colorante dándome cuenta al instante que me había pasado. Llevé mis manos a la cabeza olvidándome que tenía la varilla en la mano y manchando mi pelo de nata amarilla. En ese momento quería gritar además la nata comenzaba a desinflarse por lo que debía seguir moviéndola y en un último intento por hacer las cosas bien volví al trabajo.

Finalmente logré sacar la tarta y comencé a decorarla con la nata tratando de darle la forma más uniforme que pude teniendo en cuenta mis utensilios y mi experiencia y entonces, cuando menos lo quería y lo esperaba un bostezo se hizo presente tras mí junto a unos pasos, justamente cuando mi pelo, mi rostro, mi ropa, la cocina y la tarta seguían hechas un desastre.

Una carcajada se hizo presente haciéndome sonrojar al instante y dejar la tarta tal y como estaba: con pequeños pegotones de nata y con zonas en blanco. La risa cesó para encontrarme con un YeonJun que me miraba con cierta ternura en sus ojos.

¿Eso era para mi?Preguntó alzando la ceja del nostril.

Asentí lentamente avergonzada a más no poder por mi torpeza y se acercó hasta la tarta para olfatearla.

Huele a plátano, es mi sabor preferido, ¿cómo lo supiste? ¿puedo probarla?

Abrí mi boca pensando que lo que menos querría el chico sería probarlo y es por eso que corrí a por platos y cubiertos para dársela a probar. Partí un trozo pequeño que más o menos se veía comestible y se lo di. Él tomó rápidamente un trozo con la cuchara y lo probó para alzar ambas cejas en el momento mientras asentía efusivamente.

¡Ha quedado deliciosa, _____!Exclamó con las mejillas llenas de tarta.

Tapé mi boca sin creerlo y solté una risita alegre.

_____ uno, tarta cero. Canturreé victoriosa.

Él volvió a reír tapando su boca para no dejar ver su boca llena de comida y así es como el nuevo YeonJun recuperó el amarillo.

Tras acabar el trozo de pastel, YeonJun abandonó la cocina y yo, curiosa por el tan delicioso sabor de mi pastel me acerqué para tomar un trozo. Clavé disimuladamente la cuchara en el pastel y lo llevé a mi boca. Instantáneamente tuve que echarlo fuera de mi boca: El huevo no se había cocinado bien y le daba un sabor amargo y agrio, había aún tropezones de plátano y harina que hacían incómoda su textura y cómo olvidar nuestra amiga la nata, ni siquiera era dulce, sabía a plástico.

Mi corazón se encogió al saber lo que eso significaba: él había comido el trozo por no hacerme sentir mal a pesar de ser un desastre de postre. Y no se había comido una cucharadita, sino un trozo entero.

De nuevo sus mariposas revolotearon.

Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora