31. Rojo.

788 86 14
                                    

Convivir juntos nos había dado ciertamente un punto de cercanía y es por eso que lo tenía entre mis brazos mientras veíamos buscando a Dory, sí, se le había antojado verla y quien iba a ser yo para negárselo. Estaba sentado entre mis piernas mientras yo acariciaba lentamente su cabeza.
Su cabello comenzaba a verse castaño gracias a la anterior decoloración del rosa.

Veía la película tan concentrado que ni siquiera se dio cuenta cuando comencé a bajar mis manos por su cuello, dando suaves caricias mientras delineaba cada detalle de sus tatuajes, haciendo que se estremeciera y que yo sonriera. Seguí bajando hasta sus hombros y los comencé a masajear suavemente. Sus músculos estaban suficientemente bien formados y me lo dejaba claro la dureza y firmeza que estos tenían, al parecer a moto era esfuerzo de más.

Suspiró relajado, últimamente estaba durmiendo y comiendo mejor y agradecía en más de mil idiomas eso. Lograba calmarse y dormirse con nada y sentía que ese sería uno de esos momentos donde al final su cabeza se caía hacia delante como si la de un niño pequeño se tratase. Efectivamente pasó y su cabeza en lugar de caerse hacia delante, cayó hacia atrás, en mi abdomen. Reí al ver como su boca se abría debido a esto y entonces comencé a acariciar lenta y suavemente sus mejillas.

Acabé viendo la película entera yo sola de nuevo, entendiendo como se sentía mi madre cuando de pequeña me ponía películas mil y una vez porque siempre me dormía en medio de estas.

A pesar de haberse acabado la película un tiempo atrás yo mantenía al chico, esta vez boca abajo, sobre mi abdomen. Alcanzaba a ver con más facilidad sus expresiones durmiendo, si despertaba o incluso lo cómodo que estaba, pues me estaba babeando la camiseta. Proseguí con mis caricias hasta que le vi desperezarse y abrir sus ojos lentamente.

Al principio en sus ojos se podía ver la confusión. Se incorporó lentamente con su pelo hecho un alboroto y miró alrededor, viendo la televisión apagada fijamente por un rato. Solté una risita al ver como fruncía su ceño acostumbrándose a la luz y luego me miró a mi. Era obvio que recordaba como estábamos antes de que se durmiera pero de igual manera estaba confundido por el hecho de que yo no lo había despertado, sino que lo había dejado descansar sobre mí.

-Buenas tardes, señorito. ¿ha descansado usted bien?- Me incorporé sentándome a su lado.

Él sólo asintió rascando su cabeza y se levantó crujiendo varios de sus huesos por esa acción. Me levanté tras él y me dirigí a la cocina para hacer sopa instantánea -de nuevo- para cenar. Me asomé por la puerta y lo vi estático en mitad del salón, cosa que me hizo soltar una carcajada de nuevo.

-Tú, ve a tomar un baño, anda. Para cuando salgas la comida ya estará hecha.

Él siguió la orden sin rechistar y subió hasta su habitación para bañarse tal y como le había indicado. Comencé a preparar la sopa siguiendo por vez mil las instrucciones pues la cocina, no me cansaré de decirlo, no era mi punto fuerte. Apartando ambos cuencos apareció por la puerta sacudiendo su pelo como si fuera un perro mientras llevaba sus manos a su cabeza para sacudirlo también.

-¡Hey hey, aquí no! Aish, chihuahua teñido.

Él soltó una risa por el cambio de apodo que había sufrido de chicle a chihuahua y se sentó a la mesa a esperar a que yo hiciera lo mismo. Tomé un par de vasos de agua antes de sentarme y tras eso le acompañé en la cena.

 Tomé un par de vasos de agua antes de sentarme y tras eso le acompañé en la cena

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tiempo después de acabar, subimos a la habitación para dormir. YeonJun seguía durmiendo en la cama de sus padres, casi siempre lo había hecho allí, si no era con sus dos padres, más tarde lo fue con su madre y ahora conmigo. Sí, yo dormía con YeonJun en la misma cama, y no malinterpretéis, no fue a petición mía puesto que yo en un principio pretendía dormir en el sofá.

Se tendió sobre este y yo detrás. Sus ojos estaban como platos, no tenía sueño. Yo sonreí por los ojos de inocencia que trataba de poner mientras me decía: "Yo ahora no tengo sueño, _____." Solté una risita entendiendo rápidamente el porqué: toda la tarde había estado durmiendo.

-No sería de extrañar, señorito babea-camisetas.
-Eso es mentira.- Trató de excusarse rápidamente mientras negaba.
-Ah no, no lo es. Me has babeado la camiseta.

Su rostro comenzó a enrojecer sintiéndose avergonzado por lo que había hecho a pesar de haberlo hecho inconscientemente.

-¡Es tu culpa! Tú tocaste mi pelo y mi cara de esa manera. Cualquiera aguantaría despierto así...

Siguió tratando de excusarse esta vez incluso culpándome a mí. Yo sólo podía atinar a reír más, pues su rostro no dejaba de enrojecer cada vez más y más, llegando a esbozar un pequeño puchero con sus triangulares y felinos belfos.
Frustrado al ver que cualquier intento por hacer que yo le creyera había sido fallido, decidió pasar a la terapia de choque: y tanto que lo había sido.

YeonJun había unido nuestros labios de nuevo en un corto y adorable beso. Había extrañado el tacto de esos cerezos foráneos sobre los míos propios pero no esperé que fuera a hacerlo, al menos no en ese momento exacto. Fue mi rostro el que comenzó a copiar los colores granados que él tenía desde sus orejas hasta sus mejillas. Sonreí como una idiota al darme cuenta de lo que eso significaba: El nuevo YeonJun había recuperado el Rojo.

Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora