______ es una chica "normal y corriente" hasta que le conoció a él. Choi YeonJun, un chico de pelo rosa que se la pasaba de fiesta en fiesta con un trasfondo oscuro: él se dedicaba ilegalmente a algo para cumplir una misión.
"ᴜɴ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʙᴇsᴏ ᴘᴏʀ sɪ...
En un momento de la larga mañana que pasamos con su madre, YeonJun se fue a visitar a BeomGyu quien se encontraba ya casi recuperado pero bajo pruebas. Nos quedamos ambas solas y ella me miraba con cariño mientras daba leves caricias a mis manos. No sabía cómo reaccionar a eso así que simplemente sonreía.
Un suspiro pesado se oyó en toda la habitación por lo que yo giré mi vista hacia ella que me miraba de nuevo con una pequeña sonrisa.
—Quiero ser más honesta ahora que YeonJun no está aquí... Él odia que hable de eso pero... Sé que voy a morir, sé que no voy a curarme, si hubiera sido así no llevaría tantos años dependiendo de un químico para alargar mi vida un día más y mantener la sonrisa de YeonJun... Pero ya no es necesario que yo esté aquí. Estos días empeoré y lo noto en mi interior; mi cuerpo duele al completo y siento demasiado sueño y cansancio... ______, quiero que si me voy, cuides a YeonJun por mí. Quiero que te encargues de devolverle la felicidad la vitalidad del niño que fue, porque en el fondo lo sigue siendo sólo que trató de madurar antes. Eres la única chica que ha llegado a presentarme y por eso sé que eres la indicada para hacer esto por mí... ¿podrías prometérmelo para poder ir en paz?
Mis ojos se aguaron de obvia manera. No podía creer lo que me estaba diciendo, no podía creer que YeonJun perdería también a su madre por la que había luchado años y años. Asentía frenéticamente ante lo que me pedía apretando con más fuerza sus manos.
—Sólo acepto con una condición... Que luche hasta final, que no se rinda, al menos no ahora. —No pretendo hacerlo. -Respondió con simpleza.— Quiero ver como los colores vuelven a la vida de mi niñito consentido... A su padre le hubiera encantado a conocerte... Estoy segura de que habría hecho una gran barbacoa en el jardín y hubiera invitado a tus padres también.
Ambas soltamos una pequeña risita tratando de evadir toda la lástima que nos producía el pensar en una despedida, pues para nadie es fácil despedirse de sus seres queridos.
—Gracias por llegar a la vida de YeonJun, _____. Estaré por siempre agradecida contigo. —Gracias a usted por confiar en mí para cuidar de su hijo, lo haré lo mejor que pueda. —Lo harás. - Dijo con toda la convicción del mundo.— Sólo debes tener un poco de paciencia. A veces pierde los estribos rápidamente, otras se deja llevar por el momento y en otras se convierte en el niño mimado que es, siempre pidiendo atención y cariño.
Sonreí dulcemente ante sus palabras y subí una pierna a su cama para poder tener un mejor apoyo mientras hablabamos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Tengo una pregunta... ¿qué quiso decir con que YeonJun estaba recuperando los colores? —Verás...— Con una sonrisa amable trató de buscar las palabras adecuadas recurriendo a esa parte del lóbulo frontal de su cerebro que se encargaba de la imaginación.— YeonJun siempre fue un niño muy muy muy alegre pero la muerte de su padre lo volvió un tono sepia... Comenzó a dejar de comer, a palidecer, a negarse a hacer las cosas que le gustaban... y en cuanto yo le di esta noticia pude ver como cualquier ápice de alegría se escurría entre sus lágrimas. Comenzó a desaparecer de casa buscando trabajos... unas veces llegaba agujereado o tatuado y otras con heridas por todas partes, ojeras, delgadez extrema... Son ya varios años que llevo viéndole así, es por eso que noto su cambio. Sé que él sonríe aquí para no causarme preocupación y puedo notarlo de lejos, pero contigo algo ha cambiado, y es su aura. A pesar de estar en la misma situación que hace apenas unos días se siente respaldado por ti, se siente seguro, le haces feliz y es incapaz de ocultarlo... poco a poco comenzará a ver el azul del cielo y sonreirá, verá el verde de los árboles y respirará, vera el rojo del rubor en tus mejillas y volverá a vivir.
La escuchaba atentamente recordando como la noche anterior habíamos visto juntos las estrellas sonriendo. Las palabras de la mujer agitaban mi corazón, el cual no quería ilusionarse, pero ya era demasiado tarde para eso: yo ya había sucumbido ante los encantos de YeonJun, como Eros ante la delicada y curiosa Psyché. Y tenía algo claro, al igual que Eros, seguiría a YeonJun hasta el fin del mundo para protegerlo.