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Mi mundo había perdido el color al verlo apoyado en el capó de un coche con una chica. Cualquier persona razonable hubiera pensado: quizá la está ayudando, aquí hay mucho pervertido suelto. Pero todo cambia cuando ves que las manos que hasta hace nada te abrazaban o entrelazaban tus dedos, ahora teñían con los colores que le habías devuelto la cintura de otra chica. También podrías pensar: quizá es un abrazo, una vieja amistad o un abrazo de agradecimiento, y lo hubiera hecho de no ser por esa intrusa pierna que se encontraba entre la otra fémina. Que yo supiera los amigos no se abrazaban así.

Cuanto más miraba más se rompía mi corazón, me sentía como la típica ilusa de una película en la que pensaba que el chico malote podía llegar a cambiar por ella. Era obvio que no lo había hecho, que sólo había servido como un trapo de lágrimas a pesar de haber entregado su corazón en cada acción y detalle con él, desde estar con él en lo peor hasta volver a verlo brillar. Y vaya si había brillado, pero no más que mis ojos en aquel momento en el que pude oír una risa cómplice por ambas partes.

Huening Kai tuvo mucha razón, demasiada y debí creerle desde el primer momento, quizá y seguramente hubiera hecho lo mismo, pero yo no hubiera tenido que verlo. Tomé mi móvil con rapidez y llamé a Kai con un nudo oprimiendo mi garganta y palabras.

-Hyuka, ¿Estás con SooBin?
-Por supuesto, ¿Ha pasado algo? ¿Quieres que vayamos a por ti?

Asentí con temblor en el labio, no era consciente de que no podían verme, pero las palabras ya no podían salir de mi. Él rápidamente supo que sí y colgó. Me alejé todo lo que pude de aquel núcleo de drogas, alcohol, motos y sexo y fui dando un lento paseo pero bastante arriesgado, con mis brazos cruzados mientras me protegía del frío. Tuve que caminar por delante de ellos para poder llegar a la salida. Traté de mantener una distancia considerable de ellos para que no se dieran cuenta pero mi garganta sin poder aguantar mucho más dejó escapar un sollozo que intenté ocultar mordiendo mi labio, comenzando a caminar más rápido para evitar problemas o enfrentamientos innecesarios.

Fue inútil, se separó de la chica y lo oí llamarme. Aceleré más aún si era posible mi paso, sabía que tan ebrio tampoco llegaría lejos. Un claxón sonó frente a mí y de ahí salió con una estrepitosa velocidad Huening Kai, seguido de SooBin. Me giré para ver donde había dejado al antiguamente pelo de chicle y me sobresalté al tenerle a apenas un metro.

-______, ¿Quiénes son estos? ¿Por qué te vas, qué pasa?- Preguntó YeonJun confuso, como si no hubiera hecho nada.

Pronto fue silenciado por un puñetazo, dado por Kai, que lo miraba con gran desprecio. Mi corazón se encogió al verlo asustado en lugar de a la defensiva y es que al final era muy cierto que a todos nos afecta distinto el alcohol. Sollocé al ver miedo y preocupación en sus ojos y SooBin me abrazó para que no lo viera.

-¿Dónde váis? ¡No le hagáis daño! - Trató de ponerse a la defensiva, logrando que su cuerpo se ladeara lentamente.
-De hecho, Choi, nos la llevamos para que tú no le hagas más. No vuelvas a llamarla nunca. ¿Me oyes?

Ya en casa del mayor de los tres les conté lo sucedido

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Ya en casa del mayor de los tres les conté lo sucedido. Kai negaba mientras me escuchaba, me miraba como si estuviera echándome una reprimenda, algo así como un "Te lo dije". SooBin sólo frotaba mi espalda mientras me escuchaba hablar, apenas habíamos hablado pero su presencia era reconfortante de cierta manera.

Mi teléfono no dejaba de vibrar, tenía llamadas de YeonJun, de TaeHyun, de HwanJo y hasta de la persona que menos podrías imaginar, pero yo no quería coger ninguna. Simplemente no tenía más ganas de hablar, solo quería tenderme hasta llorar los ocres y amargos colores que quedaban en mi corazón.

Estaba sentada mirando a la nada, era muy tarde, casi de verdad parecía como si Kai se hubiera mantenido despierto por esa rara suposición suya. Mientras ellos estaban en la cocina, yo estaba sentada sobre un sofá abrazando mis piernas con el corazón helado y la cabeza caliente: de nuevo mi tensión había vuelto a bajar por culpa de tal disgusto. Mis ojos ardían por todas las causas posibles, pero pesaban tanto que eran imposibles de mantener abiertos.

Finalmente los cerré, dejándome caer en un sueño profundo del que preferiría despertar feliz, estable y con los colores que había perdido. Unos brazos me habían tomado, lo sentía pero no podía abrir los ojos. Me tendieron, me arroparon y jamás tuve dudas de que Kai, colocó uno de sus peluches para que yo no tuviera miedo.

Querido e inocente Kai, no le temo a nada en este mundo excepto a perder los colores.

Bubblegum bitch.- Choi YeonJun y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora