Inesperado ; 1/4

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El sol apenas hacia acto de aparición, era una amanecer sereno y cómodo para cierta pareja de casados. Los esposos disfrutaban del agradable colchón, las suaves sábanas y el silencio del cuarto.

Un pelirrojo abrazaba por la cintura al pelinegro, y este último apoyaba ligeramente su mentón sobre las hebras rojizas. Afuera la temperatura iba subiendo gradualmente pero en el hogar de ellos había un poco de refrigeración gracias al aire acondicionado.

Dicha paz se vio interrumpida cuando la puerta de la habitación se abrió abruptamente, tanto así que el picaporte golpeó la pared y fisuró apenas la pintura.

Mo Guanshan despertó rápidamente, reincorporandose en la cama y golpeando de paso a He Tian, quien estaba apunto de soltar un insulto en queja de no ser por un sorpresivo peso sobre su cuerpo.

—¡Arriba, arriba, arriba!— exclama una pequeña voz eufórica, saltando sobre los adultos desconcertados.

—Yong ¿qué haces tan temprano...— Mo calló ante el lamido en su mejilla, cortesía de Rubio que de igual manera llegaba con su hijo.

El niño de tres años rebotaba sobre el torso del mayor, repitiendo como un mantra palabras como "papá", "levántate" o "es tarde". Guanshan agradecía internamente la consideración del menor de no brincar encima suyo, solo teniendo que soportar el peso de Rubio, el cual sacudía la cola contento.

—Bien, bien, ya despertamos.— bosteza Mo, viendo el reloj que marcaba las a duras penas seis de la mañana— Ve a tu cuarto, papá y yo nos vestiremos.

—De acuerdo.— formula con voz cantarina, bajando con cuidado de la cama y siendo acompañado por el perro al irse.

—Es tan enérgico...— pronuncia He Tian con dificultad, recuperándose de los estragos por el entusiasmo del niño. Luego abraza por la cintura a su marido, quien estaba apunto de empezar el día de una buena vez antes de volver a dormirse.— Quedémonos un rato maaaás.

—No. Muévete.— fasculla, resistiendo a la tentación de sumirse en los brazos del mayor y descansar otra hora.

—Qué malo ereees.— Tian se aproxima más al menor, posando sus labios sobre la extensión desnuda de su cuello.

Cada beso, por casto que sea, le genera una diminuta corriente eléctrica a Shan, provocando que su piel se erice y ciertas zonas se acaloren.

—D-detente.— jadea el menor, estremeciéndose al sentir los dedos de su amante deslizarse por su torso y causando que la gélida alianza rose su piel. No hacía mucho que tuvieron intimidad pero He Tian siempre tuvo ese ímpetu que provocaba que una semana pareciesen meses, por lo que Mo con frecuencia tiene migrañas, preocupado de que su hijo viese a sus padres dándose el más mínimo pero propenso cariño.

Hablando del rey de Roma, Yong tocó la puerta e instantes después se asomó por el marco. Guanshan, con una prisa envidiable, empujó al pelinegro, quien cayó recostado en el colchón, y dió una sonrisa a su tesoro.

—Mami, no encuentro el guardapolvo.— lamenta con ojitos llorosos el niño, descalzo de un pie y apretando la prenda de su pijama con estampados de perritos.

—Bebé, no te angusties, papá te va a ayudar ¿sí?— el pelirrojo camina hacia él y lo toma en brazos, quitando las lágrimas que se forman en las esquinas de sus ojos, seguido a eso, planta un beso en su mejilla y lo lleva hacia su otro progenitor, el cual admira la escena con desbordante amor en sus orbes.

Shan ignora el hecho de que su cría le llamase "mami", pues Tian le había acostumbrado así en un principio para fastidiarlo, pero luego se volvió un hábito y eventualmente le dejó de molestar, incluso aveces se llamaba así mismo "mamá" inconscientemente.

Yong fue pasado de mano en mano, hasta que finalmente se ancló al cuello del más alto, quien jugó con él para hacerle sentir mejor mientras su pareja se vestía.

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TianShan ¦ Drabbles ¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora