Inesperado ; 2/4

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—Vamos a buscar ese guardapolvo, seguro está por allí tirado, pues es lo que haces cuando llegas del kinder ¿no? Lo revoleas por cualquier lado.— bromea el mayor con una amplia sonrisa, saliendo de la habitación y metiéndose en otra con el niño a cuestas.

—¡Mentira! Yo no hago eso.— replica Yong con un puchero.

—¿Cómo que no? Y aquella vez que...

—¡Ya no lo hago más! Mami se enojó esa vez porque luego estaba todo sucio y mami enfadada da miedo, así que no lo hago más.— comenta con cierto orgullo al final.

—Oh, sí, mami enfadada da muchísimo miedo.— asiente He Tian, dejando a su hijo sobre la cama y abriendo las cortinas para que la luz entrase. Rubio movió la cola cuando pasó por su lado y él le ofreció una caricia en tanto buscaba en los alrededores del cuarto.

La pieza no era ni grande ni muy pequeña, sino el tamaño justo para que el niño estuviese cómodo los siguientes años. Tenía un guarda ropas para sí mismo, una pequeña mesa de estudios, un escritorio que por ahora solo tenía dibujos y cartolas pero que más adelante se convertiría en una más adecuado, también había una estantería cuentos infantiles y un montón de retratos y posters en las paredes, sin mencionar la cama de una plaza y media junto con su mesita de luz y otros detalles más diminutos. Sin duda, la envidia de todo niño y/o adolescente.

—Dónde estará...—murmuraba Tian, pues el día anterior habían jugado al fuerte en esa habitación y aun quedaban los restos de él, con mantas, almohadas y ropas por doquier, era una tarea difícil la de encontrar un bendito pequeño uniforme amarillo patito.

—¿Le pedimos ayuda a mami?— menciona el azabache menor, observando a su padre que parecía hacer más desorden con cada paso que daba.

—No, creo que esta vez sí encontraremos las cosas por nuestra propia cuenta.— alega con una determinación sacada de algún sitio— También te falta un calcetín, búscalo entre las sábanas o mamá se molestará al no encontrar el otro par.

Yong acata rápidamente lo dicho y revuelve entre los edredones de con dibujos de cochecitos. Estuvieron unos minutos intentando encontrar digas prendas pero casi parecía que éstas mismas se ocultaban de ellos o han de haber desaparecido mágicamente. Un suave golpe en la puerta abierta llamó la atención de los pelinegros, quienes dejaron de lado su tarea para ver hacia allí, donde Mo se hallaba recargado con una sonrisa plantada en su rostro.

—Se nos hará tarde.— suspira el pelirrojo, conociendo ya de antemano el hecho de que siempre demoraban más de lo predicho, por razones como esas, de no encontrar sus pertenencias o de seguir la corriente en algún jueguito de pasada.

Guanshan se había cambiado, vistiendo una camiseta blanca junto con una chaqueta azul y sus desgastados jeans negros. He Tian sintió su corazón palpitar y fue apresuradamente hacia su pareja para besarle toda la cara, tan feliz que incluso uno podría divisarle la cola agitarse con entusiasmo.

—Eres tan lindo, no has cambiado nada.— alude Tian, separándose un poco solo para ver la reacción de su amante, la cual consistía en cubrirse el rostro con una mano y empujarle con la otra, pero el mayor estaba conforme con los colores carmines en sus orejas y mejillas.

—¡Papá, no molestes a mami!— vociferaba el niño, descendiendo de su cama para correr al encuentro de su progenitor pelirrojo y protegerlo de su otro padre perverso.

—Yong, creí que estabas de mi lado.— refuta el de mayor estatura, resoplando y revolviendo los cabellos azabaches del contrario, quien infló los mofletes en señal de protesta.

—Oigan, aquí está el guardapolvo.— Mo tiende el brazo y toma entre sus dedos la prenda que se ubicaba sobre una silla, debajo de otra pila de ropa, quedando solo un borde del amarillo patito del cual reconocer.

Los pelinegros se quedaron en silencio un corto periodo de tiempo, viendo fijamente el guardapolvo como si se aseguraran de que éste no fuera una simple ilusión.

—Tú... ¿Tienes algún extraño poder del que no sepamos?— murmura del mayor.

—¡¿Mami es un superhéroe?!— inquiere el niño con admiración brillando en sus ojos.

—No, cariño, solo es una coincidencia.— Guanshan hace un rápido escaneo a la habitación y quita credibilidad a sus palabras con las siguientes— Oh, allí está tu calcetín.

El pelirrojo recoge la prenda que estaba casi debajo de la cama y luego acomoda un poco el cuarto mientras se pregunta porqué hay tanto desorden, al mismo tiempo, los pelinegros le observan con millones de teorías conspirativas cruzando por su mente. Pues no por nada amaban las películas de ficción y todo lo referente.

 Pues no por nada amaban las películas de ficción y todo lo referente

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TianShan ¦ Drabbles ¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora