Arruinando la boda de Jeon Jungkook [Kookmin].

Capítulo 8: Compañero de piso.

Irse de la empresa fue la mejor decisión que pudo haber tomado.

Como era de esperarse, desde que se fue hace dos meses, no volvió a saber nada de Jeon Jungkook ni de su compromiso con Hyorin. No supo cómo continuó el jefe Bang, pero sí sabe que le dieron un aumento a Hoseok.

La mente de Jimin había estado ocupada en tratar de relajarse un día y disfrutar al máximo trabajar de mesero en el restaurante de Kim Seokjin, su único amigo, que no se preocupó en pensar en terceras cosas. 

Sus pensamientos ya no le pertenecen a Jungkook, quizás un pedazo diminuto sí, un pedacito chiquito en una esquina polvorienta llena de telarañas.

El primer mes fue un difícil nivel que superar. Por más de que ya no trabajaba en la empresa, continuó cuestionándose qué diablos había sucedido en la oficina del jefe Bang. Continua sin recordar del todo si sucedió algo más luego de desmayarse, algo en él le dice que no, pero por algún motivo está obsesionado con la idea de que pudo pasar algo que no recuerda. 

Fue cuestión de interactuar con personas recibiendo pedidos desde la mañana a la noche, de llevar comidas de acá para allá y de allí para aquí, de recibir gritos del cocinero avisando que los platillos estaban listos y de Seokjin gritándole que se apresure, hasta olvidar de a poco que alguna vez ese día existió y que quedó escrito en su historia, hasta olvidar que Jeon Jungkook fue una gran parte de ella donde realmente no fue nada.

Luego de estar trabajando en el restaurante de Seokjin, puede decir que le es raro sentir tanta tranquilidad. Cada tanto recuerda haber roto su promesa de convertirse en jefe de una empresa propia, pero cuando también reflexiona que llevar la vida que sus padres podrían querer para él no es lo que le hace feliz, se da cuenta que no se equivocó al tomar la decisión de empezar a realizar cambios más drástico en su vida. Porque por más de que lo intente, en el fondo Jimin es consciente de que continuar fingiendo ser alguien que no es, ni quiere ser, lo llevará al mismo camino sofocante de siempre donde nunca se encuentra satisfecho.

Cuando la noche llega, Seokjin es el primero en irse, le deja las llaves en la oficina antes de abandonar el lugar diciéndole que hizo un buen trabajo y que debería descansar bien. Le desea buenas noches nuevamente, y se queda solo levantando las sillas.

Para Seokjin fue una petición rara que Jimin le pidiera dejarle trabajar horas extras de forma gratuita, tanto así que casi le hace firmar otro contrato para asegurarse de que luego no se arrepentiría de sus palabras, pero se compadeció un poco de su amigo y sin decirle añadió dinero extra en su primer cheque mensual. Para Jimin son más que necesarias esas horas extras para mantener la mente despejada, a veces oía como sus otros compañeros se quejaban de lo arduo que es el trabajo, y eso de seguro es porque nunca tuvieron que quedarse hasta tarde verificando documentos con el trasero en la silla para un jefe de reemplazo.

En su nuevo trabajo armó el valor para volver a dejar expuestas sus nulas habilidades de interacción social, ya que no es lo mismo hablar en un tono formal mientras sonríes a un extraño para tomarle su orden, que mantener una larga conversación sin formalidades con un grupo de compañeros de trabajo. Para suerte los demás camareros resultaron ser divertidos, comer con ellos es entretenido, porque incluso comparten secretos sobre cómo lavar los uniformes y cómo lidiar con clientes pesados sin perder la paciencia en el proceso.

Es una nueva etapa que Jimin aprecia más que cualquier otra.

Llega a casa suspirando, su transporte de dos ruedas continúa en reparación, así que caminar a pasos largos durante la noche por miedo a lo que pueda suceder afuera es agotador. Sus pies duelen como si hubiera caminando descalzo sobre piedras, así que lo primero que hace es quitarse el calzado, luego tira el bolso de trabajo en alguna parte y se lanza directamente al sillón.