Me paralice.
Mi cuerpo dejo de responder. Mis músculos se tensaron de forma dolorosa, por más que supiera que debía moverme no podía, mis pies pesaban como plomo.
Me cayó como un balde de agua helada, dándome un golpe de realidad. Fui el Titanic y la escena frente a mi, el iceberg. Sentí que me hundía en el mar, con el peso de un ancla atada a mis pies que me arrastraba hasta el fondo.
Todo se detuvo y el mundo giro a mi alrededor tan rápido, tan violento, tan cruel que no me di cuenta cuándo recobre el control. Corro escaleras abajo, el mundo gira, los escalones se mueven, tambaleo. Salto tres escalones de golpe hacia la plataforma.
—¡Argh!
Caigo de rodillas. Todo sigue girando. Estoy mareada, estoy aturdida. Las paredes se cierran, me aplastan, colapsan sobre mi. No respiro.
Me levanto y sigo corriendo, corro hasta salir de ahí, de ese vórtice infernal de escaleras empinadas y paredes que se cierran. Hay demasiado ruido, demasiadas voces, demasiados pensamientos azotando mi mente saturada.
Las náuseas me retuercen el estómago, siento la bilis en mi garganta. Voy a vomitar. Lo retengo, pero no por mucho tiempo.
Entro al edificio principal, azotó los baños. Herbívoras gritan asustadas. Tiro la mochila, no me importa el estruendo. Casi rompo la puerta del cubículo cuando la abro, y todo el contenido de mi estómago se vierte en el retrete. Arcadas que no puedo parar, el sonido nauseabundo solo me da más ganas de vomitar.
Una mano pequeña y cálida se trepa en mi pelo, acaricia mi nuca. Me remuevo bajo su tacto, sigo vomitando.
Haru.
Haru.
Haru.
Haru.—Déjalo salir... —Me dice esa voz, más no la reconozco. No se quién es—. Eso es... Tranquila. Suéltalo.
Vomito hasta vaciar mi estómago, hasta que ya no hay nada. Y esa pequeña mano nunca deja de acariciar mi nuca, otra se pone en mi hombro. Me habla, me consuela, pero no la escucho.
El mundo no se detiene, mi mente tambalea y ya no puedo ver nada. Todo es borroso, todo es confuso. Mis garras se aferran a la pared del cubículo, la rasgan, el sonido chirriante me taladra los oídos.
Cuando ya no hay más comida que expulsar, esa pequeña mano blanca tira de la palanca y veo el remolino de agua llevarse mi almuerzo a medio digerir. Ella me limpia el hocico con un trozo de papel, yo sólo puedo jadear.
—¿Por qué lloras?
Giro la cabeza y la veo, logro distinguirla entre mis pesares. Els... La pequeña y linda Els... No se parece a ella, no se parece en nada a ella, no es ella. Pero la miro y de repente, ya no es Els, es Haru.
—Hey, hey... Tranquila —me susurra suave y limpia mis lágrimas—. ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
No puedo pronunciar palabra. Las arcadas se convierten en sollozos, lágrimas recorriendo mi rostro. Duele, me destroza el corazón. Las náuseas siguen ahí, todo sigue ahí. Nada ha cambiado.
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Not Like You | Beastars
FanfictionEs difícil ser un carnívoro. Es difícil vivir con todos los prejuicios, con toda la responsabilidad, Mako sabía eso. Pero logró conocer, durante un corto tiempo, una vida diferente, porque todo cambia entre los peones si el rey te acepta. Louis ace...