Es difícil ser un carnívoro. Es difícil vivir con todos los prejuicios, con toda la responsabilidad, Mako sabía eso. Pero logró conocer, durante un corto tiempo, una vida diferente, porque todo cambia entre los peones si el rey te acepta.
Louis ace...
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—¿Crees que Riz es el asesino? —Mi corazón recibió esas palabras con pesar pero solo pude asentir—. ¿Tienes pruebas?
—Ninguna.
—Entonces es solo una suposición.
—Un presentimiento.
—No es nada, Mako. No tienes pruebas—La expresión seria de Louis me enfrenta y se que tiene razón—. Y aunque así no lo quieras, después de lo que hizo, o pudo haber hecho, es completamente normal que tengas algún rencor contra él.
El cervatillo soltaba esas palabras con completa normalidad, incluso con obviedad e indiferencia, como algo común que dices todos los días.
—No tengo ningún rencor—Respondí frunciendo el ceño, firme en mi postura.
—Tampoco alguna prueba.
Inhalé y exhalé. Era muy consciente de mi falta de evidencia, no era necesario que lo recalcara tanto. Era solo un asqueroso pensamiento que escarbaba en mi mente de forma insistente, no quería desaparecer, y mientras más lo pensaba más creía que era posible.
—Y lo haremos, pero tenemos otros sospechosos, iremos en orden, ¿de acuerdo?
Estaba frustrada, claro que lo estaba. Habíamos comenzado a investigar a los carnívoros del club de teatro pues eran los únicos que tuvieron contacto directo y habitual con Tem. Entre los sospechosos estaban Bill, Aoba, Legoshi y Riz, puesto que habíamos descartado a animales medianos y por supuesto pequeños. Y aunque todos tuvieron oportunidad para cometer el crimen, la altura indicada y la fuerza para lograr tal abolladura en la estructura, solo uno de ellos era el culpable.
Teníamos cuatro sospechosos que investigar y yo me enfrascaba en mi ex. Tal vez si soy rencorosa.
Pero algo llegó a mi mente, el verdadero motivo por el que cité a Louis en el club de teatro durante la noche.
—Algo no cuadra—comencé cuando Louis iba a tomarle atención a otra cosa—, el expediente de Riz dice que mide dos metros exactos, pero es mucho más alto que eso.
—¿Y eso qué?—La risa irónica del cervatillo me deja en claro que no tiene ni idea—. Es obvio que va a crecer, los osos tienen una gran cantidad de hormonas del crecimiento.
—Riz no debe crecer—Louis ladea la cabeza confundido—. Los osos que alcanzan los dos metros de altura son obligados a tomar supresores de fuerza, con el objetivo de disminuir la masa muscular y mantenerlos en control, porque de lo contrario serían un peligro para el resto. Si Riz está tomando la medicina no debería crecer.
