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A veces, hacía mal mi trabajo

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A veces, hacía mal mi trabajo.

Me perdía entre las luces del escenario, el pelaje marrón resplandeciendo bajo ellas, tan sedoso y brillante. Los movimientos elegantes y fluidos bajo los reflectores, como una danza que yo no podía alcanzar, una armonía de la que yo no estaba ni cerca de entender.

Me perdí en la voz de ese herbívoro, tan fuerte y firme que rebotaba en las paredes, con algo encantado en su tono, una tranquilidad y emoción transmitida de la que no podías escapar.

Él te maravillaba. Él brillaba en el escenario, como la estrella que era.

Y me hipnotizaba tanto que olvidaba tomar las fotos para el periódico escolar.

Este era Adler sin su máscara, sin su capa o su espada. Podías sentir a Adler con la sola interpretación de Louis. Él tenía un gran compromiso con el teatro, uno que yo no entendía pero admiraba.

—Eso fue magnífico —le dije y él tembló bajo mi voz, tal como yo temblaba bajo la suya, bajo su poder.

Un poder diferente al mío, que no nacía del miedo o la fuerza bruta, sino de su presencia y su carácter.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí?...

—Más del que crees.

Baje las escaleras de las gradas a un paso moderado, mirándolo cada vez más de cerca y notando esa expresión serena y vulnerable que poco se permitía usar.

—Para ser tan grande, eres muy escurridiza —dijo y yo reí, sus comisuras se elevaron en una diminuta sonrisa que luego desapareció—. Fallé. En la mitad, olvide algunos pasos.

Se veía cansado, tratando de recuperar la respiración por el esfuerzo. Más allá de eso, parecía... decepcionado.

—¿Fallaste? —Ladeé la cabeza confundida. Él no había fallado, su actuación fue perfecta.

Se sentó en el escenario, sus pies colgando de borde frente a mi.

—¿No te diste cuenta?... —Levantó la mirada para verme a los ojos, sus orejas estaban caídas tristemente o tal vez con enojo hacia sí mismo.

—No... De hecho, parecía... genuino —abrió los ojos como si viera un fantasma, pero sus orejas seguían hacia abajo. Quería que cambiará su expresión—. Tu presencia es poderosa, Louis. Tu voz, tus movimientos y tu pasión... Es lo que derrochas en el escenario: poder.

Pongo la mano en su hombro, a modo de apoyo, un toque suave y volví a alejarla; no quería lastimarlo.

—Y si cometes un error, sólo tienes que levantarte y retomarlo como si fuera parte del plan, todos lo creerán. No seas tan duro contigo mismo; fue maravilloso.

Baja la mirada nuevamente, pero esta vez no es abatimiento ni decepción, ni siquiera enojo. Ni siquiera repara en contradecir mis palabras cuando sonríe con un ligero rubor en su pelaje y dice.

Not Like You | BeastarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora