Es difícil ser un carnívoro. Es difícil vivir con todos los prejuicios, con toda la responsabilidad, Mako sabía eso. Pero logró conocer, durante un corto tiempo, una vida diferente, porque todo cambia entre los peones si el rey te acepta.
Louis ace...
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Algo se quedó en mi mente desde mi conversación con Louis, como una canción que se pega en tu cerebro y que no puedes evitar recordar una y otra vez. Por más que hiciera otras cosas, aquel pensamiento regresaba a mi. Y se trataba de Tem.
Mientras veía fotos del club de teatro no podía dejar de pensar en él, y en el atroz final que tuvo su vida... Tenía tanto por delante... Incluso se le había confesado a Els la noche del concierto, lo había visto tan feliz... Y todo había acabado tan repentinamente.
La frustración se almacenaba en mi cuerpo cada vez más, pensaba en ello sin cesar y no salía de mi cabeza.
Supe que tenía que hacer algo, o aquello me perseguiría para siempre.
Así que de madrugada me escabullí por la academia hacia los dormitorios de machos herbívoros. Sólo conocía a un animal que estaba frustrado con el punto muerto al que había llegado la investigación tanto como yo, tanto como para querer hacer algo al respecto.
Subí por las escaleras externas de emergencia, entrar al edificio era muy arriesgado en este punto. Dudaba que alguien saliera de su habitación durante la noche, pero era mejor no averiguarlo. Si veían a un carnívoro aquí sería un desastre.
Las cortinas estaban cerradas y no podía ver el interior. No había llegado hasta aquí para nada. Sin pensarlo dos veces forcé la ventana hacia arriba tratando de abrirla y el cerrojo cedió rompiéndose ante mi fuerza. Ser carnívoro tenía sus ventajas.
Cuando iba a entrar abriendo las cortinas, el olor a polvora comenzó a picar en mi nariz a su vez que sentía el cañón de la pistola contra mi frente.
Ahora el bambi tenía un arma. Perfecto.
—Soy yo, imbécil. Quítame eso de la cabeza.
—¿Qué carajos haces aquí?
—¿Insomnio? —Aún no me quitaba el arma de la frente—. Bueno, no. Tenía que hablar contigo sobre el asesinato de Tem.
—¿No podías esperar hasta mañana?
—Entonces no podríamos entrar al auditorio.
Louis bajó el arma.
—¿Quieres entrar al auditorio? —Al fin puedo verlo porque corre la cortina, su rostro sorprendido me recibe—. ¿Estás loca?
—Un poco, sí. Pero al menos no tengo una puta arma.
