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—Siento llegar tarde, he estado tomando mis días libres para descansar —me abrió la puerta y entré con comodidad, dejé mi mochila en el sillón y caí en el con la espalda hecha añicos—. Me siento bastante bien estos días.

Gouhin se sentó enfrente, ya tenía preparado el té de bambú y con gusto acepté una taza.

—Eso es muy bueno. ¿Cómo está tu mano? ¿Y tú espalda?

—Aún mi espalda duele... Un golpe con una silla no se olvida fácil —reí y soplaba tratando de enfriar un poco mi taza humeante—. La mano está mejor, gracias por las medicinas.

Asintió y mordió un trozo de bambú en lo que yo bebía té. Podía verlo preocupado, fruncía las cejas y sabía que algo andaba mal. Me había citado en su departamento con insistencia y no era algo que solía hacer.

—¿Cómo está el Mercado? —Pregunté y alzó la mirada—. ¿Algún cambio?

Su respuesta vino acompañada de una profunda inhalación, estaba inquieto y eso me daba la respuesta. Era evidente que con la masacre de leones que habíamos hecho las cosas en el mercado se pondrían tensas.

—El Shishigumi está... demasiado tranquilo —se llevó una mano con garras a la nuca para acariciar su pelaje—. No se están moviendo demasiado, su presencia es casi invisible. Son solo rumores pero su jefe podría estar muerto y ellos deben buscar un reemplazo. Son leones, no son muy inteligentes por sí mismos y requieren un líder, alguien que tenga la ambición para moverlos y hacer lo que se tenga que hacer. Probablemente estén buscando uno justo ahora, o quién sabe... tal vez ya lo tengan y esperan recuperarse de nuestro golpe.

Las manadas no eran tan frecuentes, eran más bien una tradición que traían consigo las grandes familias con largos linajes. En la antigüedad una manada era necesaria para cazar y sobrevivir, pero en los tiempos actuales no era difícil encontrar alimento o comodidades. Quienes permanecían en grupo lo hacían por no conocer otro estilo de vida, por no saber guiarse por sí mismo o estar metidos en algo muy feo. El Shishigumi era una combinación de todo eso.

—¿Crees que podrían generar un problema mayor? —Sorbí mi té para tener algo que hacer, también me ponía nerviosa el asunto—. No quedan muchos y su influencia debe disminuir.

—Ellos no me preocupan tanto —afirmó mordiendo otro trozo de bambú—. Me preocupan los demás. Sí, el Shishigumi era malo, pero tenían cierto control... Se mantenían en las sombras y sabían cuándo atacar. Los demás son el problema.

Esos leones no conformaban la única banda delictiva de la ciudad, pero sí eran prácticamente los dueños del Mercado Negro, eran dominantes y los que más presencia tenían. Nada era blanco o negro, pero si debía elegir entre esos leones y los demás... Joder, me quedaba con los leones.

—El Kumigumi es el problema —soltó de repente y todo mi pelaje se erizó como una corriente eléctrica que me quemaba la piel.

—¿Qué... ha pasado con ellos en estos años?

—No mucho. No han tenido mucho acto de presencia, tienen su propio negocio y parece que están bien con eso.

—Pero quizás no por mucho...

—Esperemos que les esté yendo muy bien para no necesitar el Mercado, niña.

El Kumigumi era un grupo muy ambicioso, sediento de poder y de venganza. Como el depredador más grande de la superficie también eran territoriales y muchas veces solo querían demostrar su fuerza feroz. Eso era el Kumigumi: un grupo de osos furiosos. De ahí provenía yo, hace mucho tiempo Gouhin me sacó del mercado por ellos, no por el Shishigumi.

Not Like You | BeastarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora