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Parecía calmada, pero no lo estaba

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Parecía calmada, pero no lo estaba.

Deje a Louis sentado justo donde estaba, pero cuando él quiso levantarse, lo impedí. Le bloquee el paso y lo vi tragar brusco, su nerviosismo filtrándose entre la amargura de su odio.

—Lo que yo pueda ser o no, no te concierne —el gruñido procedente de mi garganta fue automático, sin notarlo siquiera—. ¿Crees que tienes algún derecho? ¿Crees que eres diferente a mi de alguna manera?

Me incline y mi inmensa sombra cubrió su cuerpo, como un frío manto exponencial. Parte de mi molestia y de mi indignación salió a la luz, sólo una parte, una gota del vaso derramado.

—Eres igual... O peor —Acortando la distancia, mi rostro a centímetros del suyo y su respiración se vuelve lenta—. Porque no sólo te mientes a ti mismo, haces que todos te crean. Exponiéndote como un líder indestructible, como un ser fuera de nuestra liga, como un excelente estudiante con el futuro perfecto. Te contoneas de un lado a otro, fingiendo ser intocable, ocultando tu debilidad.

Lo oí tragar saliva, mientras su corazón me rompía los tímpanos con su fuerza desbocada. Y de algún modo, encontró las fuerzas para responder. Siguió fingiendo.

—Y según tu... —Empezó, con su voz tan estable como pudo—, ¿cuál es esa debilidad?

Una enorme sonrisa se extiende en mi rostro y sus ojos se deslizan de los míos a mis grandes colmillos. Sus pupilas tiemblan.

—Que bueno que lo preguntas, pequeña cría de ciervo —su molestia es palpable, no me importa—. Tu envidia.

Finalmente, su careta vuelve a desprenderse. Y una risa arrogante amenaza con salir de mi boca, no lo permito. Mi sonrisa no desaparece.

Me burlo de él, como él siempre lo ha hecho con cualquiera que se le cruzara. El karma también se puede formar.

—Odias a Legoshi, me odias... Y odias a todo carnívoro frente a ti, porque tenemos lo que tú no, lo que jamás podrás obtener: la fuerza que tanto detestas. Porque es lo que quieres... Ser más fuerte, ser valiente, enfrentarte al peligro sin temblar por tus instintos, sin que la voz en tu cabeza grite: "¡Vamos a ser devorados!"

Sujeto su mentón, mi garra punza contra su piel pero no hace corte alguno. Y su mirada no se despega de la mía. Él no se mueve, no busca luchar; porque sabe que no va a ganar.

—Mueres de envidia. Te sientes desprotegido, vulnerable. Te detestas a ti mismo y a todo el mundo —suelto su mentón y mi mano va a su mejilla, acariciando con total gentileza, pero no es lo que transmite mi aura—. ¿Adivina qué, Louis?

Not Like You | BeastarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora