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¡No es lo que quiero! ¡Quiero que esto acabe!

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¡No es lo que quiero! ¡Quiero que esto acabe!

—¿Por qué esperaste tanto tiempo?—Su voz tan fría arremetía contra mí sin piedad—. ¿Por qué no lo acusó? ¿Acaso deseaba lo que pasó y semanas después llegó el arrepentimiento?

—¡No! ¡No es cierto!—Exclamé agitada, mi pecho dolía y quemaba.

—Si eso no es cierto, ¿por qué no lo dijo? Y es que claro, ¿cómo le diría a sus padres que el acusado la mordió? No era capaz, ¡y por eso inventó todo! ¡Fue una excusa!

—¡No es verdad! ¡Tenía miedo! ¡Tardé mucho en asimilar que había pasado! ¡Al principio no lo vi como algo malo, no quise pensarlo así!

—Ah, ¿no quiso? ¡Entonces admite que fue algo que se le ocurrió!

—¿Qué? ¡No!

¿Por qué me estaban destrozando de esta manera? No había hecho nada malo... Yo no había hecho nada... ¡Él me lastimó! ¡Le dije que no lo hiciera!

De un momento a otro fue como si el juzgado se hiciera enorme y yo cada vez más pequeña ante cientos de miradas de animales criticones. Ellos me juzgaban, juzgaban cada cosa que hacía y decía, mis motivos, mi sufrimiento y la verdad.

Las lágrimas se acumulaban en mis ojos y el dolor se atoraba en mi garganta. Era demasiado dolor, demasiada vergüenza. Estaba siendo humillada frente a todos los que conocía. Yo no quería nada de esto, pero no podía impedirlo.

—¿Por qué no dice la verdad? Usted lo quería, le suplicó que lo hiciera, lo disfrutó, ¡pero al caer en cuenta de las consecuencias decidió mentir!

No... No. Eso no era cierto. Jamás mentí. Jamás le supliqué, jamás lo acepté y no le di permiso. ¡No era cierto!

Y todo se transforma, la oscuridad me consumía. Era un abismo sin fondo y estaba cayendo. Todo era borroso, estaba mareada, no entendía.

—Riz... N-no...—Mis manos en su boca tratan de detenerlo, pero no es suficiente—. Por favor...

No es suficiente. No soy tan fuerte. No puedo evitarlo, no puedo evitarlo.

Un grito desgarra mi garganta, arden mis cuerdas vocales. El dolor punzante, la sangre caliente, colmillos atravesando mi carne. Mi piel se desgarra, la sangre es pegajosa, pido por ayuda pero nada sucede y él no para. No se detiene.

—Mako. ¡Mako!

Y todo es demasiado luminoso de repente. Lucho por volver a la realidad, mis ojos acostumbrándose. Mis padres son todo lo que veo.

—Fue un sueño, amor—mi madre acaricia mi pelaje empapado por el sudor—. Solo fue un sueño...

Sollocé y ella me tomó en brazos, apretujándome contra su pecho. El agudo pitido de la máquina me irritaba, marcaba lo apresurado que estaba mi corazón y no toleraba escucharlo, pero en algún punto, mientas lloraba como una cachorra, dejé de escucharlo y me alivié.

Not Like You | BeastarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora