Consulto el reloj, el 13 de abril se había puesto en marcha. En el camino al Conqueror se presenta una fantástica playa de arena blanca, purísima, bañada por un mar de ensueño, un mar de un azul que no responde a los registros de los azules athonianos, la tonalidad es indescriptible, y rodeado de seres luminosos, en ese mar, descansa un submarino que reconozco como el de la comandante Chiara. Un faro que proyecta su luz sobre los perdidos navegantes de los mares de Athón se eleva en un extremo de la playa. En la arena veo dos figuras que me hacen señas para que me acerque, una es la de la comandante Chiara y la otra de alguien que viste túnica azafrán y del que adivino una sonrisa a medida que me acerco.
“Acá estoy conversando con el maestro Yogananda”, me dice Chiara después que la saludo con una leve inclinación del cuerpo.
El autor de Autobiografía de un Yogui me saluda y me siento emocionado por encontrarme con el mismísimo Yogananda, el discípulo del maestro Yukteswar, que en el siglo veinte tuvo por misión llevar a Occidente la milenaria enseñanza de la India.
El gesto del maestro Yogananda detuvo el aluvión de palabras de elogio que veía venir y después señaló a Chiara.
“Ya conoces a Chiara, un Rishi que junto a otros tres Rishis, Tiziana, Nicolás y Manuel, encarnaron en Athón a pedido del Padre.
“Estuve con la comandante viajando en su submarino por la Edad Media, sumergidos en el Océano del Gran Demonio, y en otra oportunidad compartí con los cuatro Rishis una charla en la confitería del apostadero de submarinos, mientras esperaba el Conqueror.
“Siéntate Rafael –me invita el maestro a sentarme en la arena de la playa del faro, así se la conocía, mientras él con Chiara hacen lo mismo– con Chiara estamos hablando de un tema que seguramente te va a interesar, el de la comunicación en Athón”.
“Lo que Chiara te quiere decir –aclara el maestro Yogananda– que su visión de Athón es una masa que no puede describirse ni en tamaño ni en forma, una oscuridad abismática es lo único que puede identificarse, te imaginarás que te estoy hablando del Gran Demonio, que entre otras perradas, es un modo de decir, con el perdón de los perros, genera en los demohumanos la ilusión de estar fragmentados en conciencias individuales. Chiara, sin poder entender esta anomalía que fragmentaba las conciencias pero que a su vez se fundían en la unidad de la Venus Negra, la consorte del comandante Chistopher Wreford-Brown”.
“El maestro me explicó –habla Chiara– que toda esa monstruosidad que veía era la energía que había salido de la Unidad del Padre. Ahora bien, todas estas oscuridades buscan comunicarse entre sí a través de la palabra, pero todo lo que se lee y escucha no es más que el Gran Demonio hablando, a veces dialogando y otras confrontando consigo mismo. Este es el diálogo o confrontación que ocurre entre los egos o caníbales, como quiera llamarlos, y en ese choque vibratorio el Gran Demonio se apodera de la energía de las almas. Entonces le pregunté al maestro cuál era el sentido para los Rishis tener que hablar en Athón, nosotros estamos comunicados con el silencio del Padre y desde ese silencio podemos trasmitir a los athonianos la energía que empiece a transmutar la oscuridad. Estábamos en ese punto culminante cuando llegaste, Rafael”.
Sentados en la arena, el maestro le habla a Chiara para que yo también lo escuche. “Chiara, cuando nos encontramos en los universos del Padre la comunicación es estar en la Gracia reveladora donde ya está todo dicho, pero ahora en esta playa del faro, en la antesala de Athón, si bien tu conciencia ilimitada sigue inalterable en el Cosmos del Padre, experimentas el límite de la conciencia encarnada”.
“Me doy cuenta que un mundo dual experimento la dualidad de lo que Soy como Rishi y lo que tengo que aprender como Chiara en Athón”.
“Como Rishi eres en El Padre conciencia absoluta, pero como Chiara tu conciencia está explorando Athón. Todo es novedoso porque, a diferencia de los demohumanos que cada vez que nacen tienen los registros de sus vidas anteriores, en Athón es tu primera vida, que nada tiene que ver con la que tuviste en la Tierra en lejanas épocas. Athón te es absolutamente desconocido, no tardarás mucho en develarlo totalmente. Ahora vamos al tema del lenguaje”.
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El submarino navega en la última noche de la historia
Historical FictionRafael conoce al Señor Garar el 2 de abril de 1982 en el bar de la Academia, en Buenos Aires. El Señor Garar se convertirá en su guía espiritual. Horas después, en la plaza Rodriguez Peña, descubre a Balthazar, con quién tiene varios encuentros. Bal...