CRÓNICA 14

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17 de abril de 1982. El Conqueror continúa su viaje hacia el Atlántico Sur. La flota llega a la isla de Ascensión. En ese momento, pero en un tiempo paralelo, 22 de abril de 1724, cuatro personajes nos reunimos en una discreta e insospechable casa en las afueras de Könisberg.

Miro a los otros personajes, uno muy parecido a Humphrey Bogart en Casablanca, es el maestro alquimista Carpenter. Otro, el infaltable Juan, que luce un Pierre Cardin azul tibio. El cuarto, contándome a mí, es el demonio personal de Emanuel Kant, Eleodoro.

El demonio personal de Kant me observa con visible desconfianza. “¿Quién es?”, le pregunta a Juan, casi gruñendo.

“Cálmate Eleodoro, un discípulo del comandante que como aspira a ser demonio está aprendiendo cosas de demonios. Vamos a lo nuestro, Eleodoro. ¿Cómo está el bebé?”.

Juan se refiere al bebé Emanuel Kant que acaba de nacer.

“Un poco enclenque, pero la energía del comandante lo está compensando”.

“¿Y los papás?”.

“Inofensivos. Un maestro talabartero que no causará problemas, la mamá tiene los días contados, va a vivir poco tiempo”.

“¿Hablaste con el demonio personal de Franz Albert Schultz?”.

“¿Con Filemón? Por supuesto, está entrenando a Franz para encargarse de Emanuel”.

“Todo va bien”, dice el maestro alquimista Carpenter con el cigarillo colgándole de los labios.

“El comandante me comentó –comenta Juan– que Emanuel antes de nacer no dudó en ningún momento de aceptar el pacto que lo llevará a ser un filósofo inmortal”.

Juan imita la voz del comandante ofreciéndole el pacto a Emanuel.

“Te ofrezco este pacto futuro Emanuel Kant porque es el que te viene como anillo al dedo. Como monje de muchas vidas te aterran las mujeres, por eso no te puedo ofrecer el pacto de seductor. Las flagelaciones monásticas te deterioraron de tal modo que tu cuerpo actual viene con esos resabios, así que tampoco te puedo ofrecer el pacto de guerrero. Pero, futuro Emanuel Kant, la dura disciplina monástica, el trabajo de muchas vidas en el Scriptorium, te ponen en condiciones de ser el filósofo más importante de tu siglo y uno de los más grandes de la historia. En esta vida tendrás un demonio personal, Eleodoro, al que vamos a programar para que te transmita una cosmovisión que revolucionará a Athón. Te la vamos a transmitir a través de un demonio filósofo de primera magnitud que hablará y escribirá a través de tu ego. Sabes que en esta cuestión de los pactos hay cierta burocracia”.

“Perfecta la imitación de la voz del comandante”, elogia Carpenter a Juan.

“Ahora, Carpenter, vamos a transmitirle a Eleodoro la visión del mundo que a su vez le transmitirá al demonio filósofo que hablará y escribirá a través del ego de Emanuel Kant.

¿Están  preparados los sámskaras que  serán inyectados en  Eleodoro y  se  impregnarán en gran cantidad de democonciencias?”.

“En el laboratorio está todo listo”, confirma Carpenter.

“El único problema –acota Eleodoro– es que por la extrema rigidez del personaje, por la historia del ego fue casi imposible ablandarlo, el lenguaje que empleará será oscurísimo, casi ilegible”.

“No te preocupes, Eleodoro, el lenguaje es solo un vehículo de la energía de los sámskaras. Estos se trasladarán en primer lugar a comentadores e intérpretes, a los filósofos que le sigan, en un primer nivel consciente. Luego vendrán los círculos académicos, profesores y estudiantes de filosofía y pensadores interesados en el tema. Este es un segundo nivel consciente. De ahí pasará a nivel inconsciente de la demohumanidad. Este tercer nivel será expansivo. En un tiempo no demasiado prolongado, aunque resulte impensado, un ama de casa occidental tendrá un fundamento kantiano en su conducta”.

El submarino navega en la última noche de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora