CRÓNICA 13

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Sueño que el Conqueror rompe el Océano, lo rompe sigilosamente, es como un desocultar, y atrás de ese Océano otros muchos Océanos reciben al submarino con sus ladridos, nunca había visto ladrar a los Océanos pero ahora descubro que los Océanos ladran por eso son Océanos, así me lo cuenta en su agonía ese primer Océano roto.

¿Esto es un sueño? Sueño que no es sueño, los sueños son solo signos engañosos indescifrables, a veces fatalmente proféticos, aunque las profecías creemos engañosamente que se cumplen, y esto que estoy soñando no es un sueño porque algo me dice que es verdad.

La música de Haydée hace callar los ladridos de los Océanos y cuando llega el silencio, Haydee disuelve la pesadilla y sin pesadilla escucho que Haydé me saluda y después de saludarme me anuncia que viene a contarme cosas que debo saber de este viaje.

“Rafael, conocer algo es saber como funciona ese algo, esto es las leyes de su funcionamiento. Los científicos se ocupan de conocer las leyes de la Naturaleza, pero el Gran Demonio ha generado la ilusión que el demohumano puede ampliar el conocimiento de la legalidad natural –el movimiento de los astros, el ciclo de una planta, el comportamiento de las abejas, la reproducción de las amebas– y constituir las ciencias demohumanas. Así se nombran como ciencias la sociología, la psicología, la economía, la historia, la antropología y similares. La confusión que ha producido el comandante Christopher Wreford-Brown es que el mundo mental funciona con una legalidad equivalente a la de la Naturaleza. El mundo mental por supuesto que tiene leyes, pero son leyes demoníacas que el demohumano ignora por completo.

Karl Marx, por nombrarte un personaje más que conocido, operó en su construcción del tiempo histórico, siguiendo de otro modo a G.W.F. Hegel, tomando como modelo el tiempo natural, un movimiento de causa y efecto. Aunque esta mecanicidad fue revisada por los marxistas posteriores, la finalidad, la teleología del proceso está presente. La transformación histórica inevitablemente se cumplirá. Este cumplimiento nada tiene que ver con un voluntarismo revolucionario, como sostenían los utopistas, sino por las leyes que movilizan la historia. Conoces, Rafael, el materialismo histórico con la lucha de clases, la expansión de la burguesía, el surgimiento del proletariado, la violencia como partera de la historia, y todas las categorías científicas de este pensamiento que debían terminar en la disolución de las clases, una sociedad sin clases, el paso de la prehistoria a la historia. La religión, el derecho, el arte, la cultura en general, la superestructura de la sociedad burguesa, se desmoronará para que la transparencia de la verdad de la historia, de la verdadera historia, advenga en el mundo.

Todo muy lindo y esperanzador, pero no tan lindo y esperanzador si comprendemos que todo esto está montado sobre los supuestos que instaló el Gran Demonio. El hombre es el pináculo de la evolución, en la concepción darwinista cuya conciencia determinada por la lucha por la supervivencia se transformará al transformarse las condiciones materiales de existencia, alcanzando una conciencia moral que manifestará principios de solidaridad, justicia, amor por el otro, el egoismo será superado. Esto dijo el Gran Demonio. Ya lo ves, Rafael, tu comandante nunca cumple.

Ahora bien, está de más decir que el humano no es humano sino demohumano desde el pacto original con el Gran Demonio. La historia no es un movimiento liberador de la conciencia sino el despliegue del Gran Demonio en su degradación temporal. El verdadero sentido del determinismo histórico es la conciencia demohumana arrastrada a un proceso cada vez más profundo de demonización. No es a la libertad adonde se avanza en la historia sino a una esclavitud mayor porque va siendo mayor el acercamiento con el abismo donde naufragan los últimos restos humanos, la ilusión de una libertad que se alcance por medio de caminos demoníacos, en realidad lo lleva al demohumano a  convertirse en el gran esclavo del Gran Demonio.

El submarino navega en la última noche de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora