CRÓNICA 28

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1º de mayo. Día Internacional del Trabajo. En las islas hay un recambio de demonios. Esto ocurre en todas las guerras. Al comenzar las acciones bélicas otros demonios se hacen cargo del conflicto. En la ceremonia del relevo, Duclous le agradece a los demonios de los preparativos –de uno y otro bando– su valiosa participación.

Los demonios de los ingleses se distribuyen en las ciento veinte embarcaciones –cincuenta de guerra y setenta de apoyo logístico– con que cuenta la Task Force. La mayoría proviene de la Segunda Guera Mundial. Los demonios de los argentinos ocupan sus posiciones en las fuerzas de aire, mar y tierra. Han sido reclutados entre los que participaron en la guerra del Paraguay.

Winston, el demonio que comanda la Task Force, se comunica con el demonio personal del almirante John Woodward.

“William, te habla tu jefe Winston”.

“A sus órdenes, jefe”.

“¿Te comunicaste con Albert, el demonio personal de Julian Thomson?”.

“Julian, claro, el que tiene a su cargo los infantes de marina, sí jefe, me comuniqué”.

“¿Está preparado?”.

“Sí, por supuesto. Ya sabe que Albert es muy cumplidor. Organizó para entrar en combate a tres grupos con ciento veinte fusileros cada uno, además de las compañías de apoyo”.

“Está bien, William, es un chequeo de rutina.

“¿Me permite decirle algo, jefe?”.

“Te escucho, William”.

“Albert no entiende, yo tampoco entiendo, toda esta parafernalia para recuperar unas islitas que no le importan a nadie. La Task Force custodiaba en Noruega la frontera Norte de la OTAN, era el tapón para un eventual avance soviético, y de pronto Juan la manda al Atlántico Sur. Acá, jefe, hay gato encerrado”.

“William, los demonios personales, ni los demonios de cualquier tipo, están para cuestionar las decisiones de Juan. Esta vez no escuché nada, pero voy a tener los oídos muy atentos porque un comentario más de este tipo y los espera una corte marcial”.

“El silencio es el mejor amigo del demonio”, responde arrepentido de haber hablado William.

Winston sabe que ese gato encerrado tiene que ver con la encarnación del comandante. Es un secreto a voces, pero nadie tiene que decirlo en voz alta.

Los trece mil argentinos emplazados en las islas comienzan a ser bombardeados, mientras el Conqueror sigue a prudente distancia al crucero General Belgrano que ayer había sido detectado por el sonar del submarino cuando lo abastecía el petrolero Puerto Rosales.

La tripulación se conmociona cuando el comandante anuncia que está viendo al crucero por el periscopio.

“Está servido en bandeja”, comenta el primer oficial.

El comandante informa que el objetivo inical del crucero era desgastar con misiles, sin entrar en batalla abierta, al grupo del Hermes. El programa de Duclous lo está haciendo replegarse a la Isla de los Estados.

El primer oficial, para distender los nervios, comienza a contar la historia de las islas. Escucho el nombre de Louis Antoine de Bougainville que al mando de la fragata L´Aigle, con cien tripulantes –la misma cantidad que ahora tiene el Conqueror– y veinte cañones, secundado por la corbeta L´Sphinx con cincuenta tripulantes y diez cañones, llegan a las islas. El 5 de abril de 1764 hacen la ceremonia de posesión.

El submarino navega en la última noche de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora