CRÓNICA 9

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En este 12 de abril estoy en un promontorio acompañado por el capitán de fragata Christopher Wreford-Brown. Miramos el mar. El mar parece calmo pero no está calmo, su furia está contenida. En el mar el Conqueror flota.

“Una tarde –el comandante habla como ensoñado– cuando el ocaso se desparramaba en el mar, en este mismo mar, desde este promontorio lo contemplábamos con Alejandrito, mi fiel Alejandrito, su Santidad Alejandro VI, mi bienamado Rodrigo, Rodrigo Borgia, uno de mis hijos preferidos, uno de los pocos que mereció mi afecto en este largo y complicado viaje por Athón y supo entregarse a mis brazos en busca de consuelo cuando asesinaron a su hijo, el duque de Gandia. Y le dije a Alejandro.

“Ves este mar que a tu mirada parece terminar en un engañoso horizonte y digo engañoso porque te muestra un límite cuando es ilimitado, no tiene horizonte, ni puede tenerlo, este mar, Alejandrito, con su misterio, sus tormentas, sus desconocidas profundidades, sus naufragios, no es otra cosa que mi poderosa mente en su extensión ilimitada. Alejandrito, a pesar de tus desvaríos en el mundo, y no te los reprocho, el desvarío es el único sentido de la existencia en el mundo, más allá de esos desvaríos, estás dotado de una fina percepción. ¿Cómo decirlo? Una percepción que está más allá de los burdos sentidos. No quiero emplear la palabra metafísica, una palabra que mi hijo Aristóteles se encargó de bastardear. Por eso, Alejandrito, en tus pesadillas te revelé mi viaje, ese viaje donde en búsqueda de mi libertad renegué del Padre y me lancé al abismo. No te asustes, Alejandrito, no corrí ningún riesgo, porque ese inconmensurable abismo es mi mente, y una parte de esa mente es este mar que estamos contemplando. Este abismo, Alejandrito, soy yo convertido en Absoluto al abandonar el engañoso Absoluto con que quiso engañarme El Padre tratando de convencerme de que él era el Absoluto. Este Absoluto que Soy Yo, tiene el poder del conocimiento. ¿Y en qué consiste este poder? En conocer y hacer funcionar el poder creador de la Venus Negra, la creadora de Athón.

Por eso, Alejandrito, mi consorte, la Venus Negra, crea permanentemente el mundo, Athón como lo bautizamos, y lo crea en mi mente que es la mente de todos ustedes, mis hijos demohumanos y los llamo mis hijos porque son la continuidad de mi mente. Esta mente, Alejandrito, que sacrificamos en terribles alquimias negras para generar su poder creador más allá de esa creación ficcional del Padre. La mente produce el ciclo infinito de la vida y la muerte, porque infinito es el tiempo de mi creación. Alejandrito, como Papa vives la soledad del poder y me miras con la complicidad con que se miran los solitarios. No te confundas Alejandrito, no estoy solo, la soledad es el egoísmo incomprensible del Padre, un Gran Demonio nunca está solo porque vive en el alma de los otros, un Gran Demonio crece y se transforma a sí mismo, junto con sus hijos que se transmutan en él. Un Gran Demonio, Alejandrito, llora en el llanto de los otros, sufre en el sufrimiento de los otros, vive en la vida de los otros, muere en la muerte de los otros, goza en el gozo de los otros ¿Cómo puedes imaginar que un Gran Demonio está solo? ¿Entiendes, Alejandrito? Solo puedo seguir siendo y aumentando mi existencia en la medida que mis hijos aumenten la suya. Mira ese mar ilimitado, Alejandrito. Escucha mis llamados para que vengan a conquistarlo porque solo cuando mis hijos conquisten el mar me terminaré de conquistar y venceré definitivamente al Padre. Veo tus ojos sorprendidos, Alejandrito. ¿Acaso este mundo no es mi mundo y lo tengo conquistado? Te confieso, Alejandrito, que no, este es el mundo del Padre que pude pervertir con mis magias y pactos. Pude pervertir la Tierra pero ahora debo conquistar el mar, para terminar de conquistar mi mente. Hace un tiempo que lancé al demohumano a extender la conquista de mi mente, de su mente, en el mar. Todos, Alejandrito seremos un único mar. Conoces la aventura de almirante genovés, y de los portugueses que antes de ese 1492, en 1415 se apoderaron de Ceuta, tres años después desembarcaron en Madeira, en 1439 colonizaron las Azores, por mencionarte algunas de sus proezas. Alejandrito, para que esto funcione el único Uno soy Yo, ya lo sabes,pero dinámica del juego tiene que ser por lo menos entre dos. Tenía que ponerle un freno a Portugal porque sino no habría juego. Por eso hice que Juan II rechazase el proyecto del genovés y lo derivé a España. Portugal y España tienen que compartir la conquista y esto tiene que ser en la forma más civilizada posible, y para esto te necesito, Alejandrito. Dominar, mi nunca bien amado Su Santidad, es medir. Esto que te estoy diciendo seguramente te sorprenda y mucho. No es para menos, como demohumano de raices medievales, el dominio solo lo puedes concebir desde el rito y la oración mágica. Te hago una revelación, Alejandrito. Eso sirve para pervertir pero no para dominar. En el Nuevo Mundo que se está avecinando, mi nuevo Athón, nuestro nuevo Athón, dominar es medir. ¿Qué es medir?, te estás preguntando Alejandrito. Disolver la Naturaleza. Esto, Alejandrito, todavía no lo puedes entender pero tienes que aceptarlo por fé. Cuando mido me apropio, los demohumanos de los tiempos que vendrán llegarán a comprender en toda su magnitud lo que te estoy diciendo. Alejandrito, ahora necesito tu colaboración. Quiero que uses ese poder que te di, el de la bula, y lo ensambles con el poder de la medida. Convoca a tus cosmógrafos y que midan el planeta conocido y desconocido. Después, con un par de bulas establece la división entre España y Portugal. Este servicio, Alejandrito te será enormemente compensado. Tu Santo Padre es muy generoso con sus fieles servidores. Iniciamos, mi fiel Papa, la conquista definitiva de la Tierra, muy pronto le dejará de pertenecer al Padre, o mejor dicho, lo que le queda al Padre de la Tierra. Es un modo de decir porque como buen teólogo sabes, Alejandrito, que desde el pacto original nunca más le perteneció al Padre.

El submarino navega en la última noche de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora