Presentimiento

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Aomine observaba, sonriente al chico de largos cabellos blancos que reía junto a sus hermanos y con el peli-celeste.

-...Si irás por él ¿Aominecchi? —Preguntó el rubio, después de unos minutos de contemplación.

-...Lo intento, lo juro...—Suspiró—...Pero cada vez que estoy cerca, me descontrolo y...no me agrada. Tengo un mal presentimiento.

-...¿Porqué lo dices? —Ladeó el rostro, confundido.

-...¿Porqué? He dormido con muchos chicos y chicas, pero con ninguno me pasó...—Hizo una mueca—...Es como si estando con él, no necesitara controlarme. Pero si no lo hago, no sé de lo que seré capaz.

-...¿Te asusta?

-...Un poco...—Suspiró pesado—...Y a la vez me causa curiosidad. De saber que es lo hace ¿Porqué solo con él?

-...Bueno...Si no se lo preguntas a él, pues están sus hermanos...—Comentó, mirando fijamente al de la trenza—...Puedo preguntarle a Yukiocchi si quieres.

-...¿Yukiocchi? —Enarcó una ceja y le miró. Kise se sonrojó y jugó con sus dedos—...Ohhhhhh...Ya veo...—Rió—...Yo por uno, tú por el otro.

-...No te burles...—Pucheó y lo empujó un poco—...Pero es enserio sobre lo de preguntarle.

-...¿Y si tampoco sabe?

-...Pues...queda Takaocchi...—Señaló con su cabeza al chico de cabello tricolor—...Según lo que sé, Sakuraicchi es más unido a él o eso es lo que entendí de Yukiocchi...—Puso una mano en su mentón, pensando—...Además, no puedes dejar de cortejar por un simple presentimiento ¿No?

-...¿Lo dice el hombre de las visiones suicidas? —Rodó los ojos.

-...Eso dolió, Aominecchi...—Frunció el ceño.

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-...Deberíamos aprovechar y marcharnos...—Murmuró Kuroko, viendo a los dos Dioses hablando entre sí.

-...Tienes razón, Tet-Chan...—Asintió varias veces—...No queremos que se lleven a Ryo-Chan ¿Verdad? —Sonrió y abrazó al albino por los hombros.

-...¿Eh? —Yukio entrecerró su mirada.

-...Hablaremos al respecto en casa...—Kuroko negó varias veces e hizo que un poco de agua los rodeara para abrir un portal que los llevase hasta la fuente fuera de su templo.

Los tres cayeron al agua de lleno.

-...Frío y agua, mala combinación...—Murmuró Yukio, saliendo de la fuente, sacudiéndose para sacar el exceso del agua.

-...Ah, Ryo-Chan se intenta escapar...—Señaló Takao, nadando de espaldas en el reducido lugar.

El albino frenó su silencioso andar y les miró, ligeramente azul.

No podría salvarse ¿Verdad?

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Himuro se estiró, quejándose ante los tirones de sus músculos.

Ya Hestia y sus compañeros se habían marchado, por lo que ahora estaba libre.

Y aburrido.

-...Debería viajar al mundo humano...—Murmuró, viendo a los Dioses menores que se movilizaban a sus distintos trabajos.

¿Porqué a él solo le habían dado belleza y no algo con más de...acción?

Salió de su templo en busca de respuesta a aquel que podría dárselas.

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