Kamigami No Basket

Las Musas de Apolo

En el templo de Athenea, en el árbol de manzanas que con tanto esmero cuidaba, alguien se encontraba durmiendo tranquilamente.

Su largo cabello tricolor se mecía con la suave brisa que corría. Tan bueno. Estaba tan relajado, ni en su trabajo como Dios del fuego, se sentía tan relajado.

No habían regaños ni mandatos. Estaba libre. Más libre que lo que se oprimía en su ajustada prenda de combate.

¿Eh?

Se levantó con rapidéz al notarlo, cayendo de la rama.

¡Tenía una erección!

¡UNA ERECCIÓN!

-...Ah, tú eres de los visitantes...—Sonrió la pelirrosa, acercándose a él.

Takao tenía muy mala suerte.

-...H-Hola...—Sonrió nervioso y se cubrió con su cabello, fingiendo que lo peinaba—...T-Tú eres...Athenea ¿Verdad?

-...Así es...—Asintió y se sentó a su lado, acomodado su blanco vestido—...Tú eres un nórdico ¿O me equivoco?

-...¿Se nota tanto? —Rió un poco y se acomodó en su lugar, sin dejar de tapar su entrepierna—...Soy Loki.

-...En realidad, no se nota...—Sonrió—...Sin embargo, puedo ver, a tu alrededor, un aura gélida, que me da la idea de saber el lugar de donde provienes...—Miró el cielo—...Lo raro es que, eres un Dios que controla el fuego, y tú aura no es ardiente ¿Qué es lo que sucede para que tu esencia haya hecho un cambio así?

Takao parpadeó un par de veces, sorprendido. Había oído de la inteligencia de la cual Athenea estaba dotada, pero no creyó que fuera tanta.

Suspiró y bajó la mirada, observando como su pelo se decoloraba del negro al anaranjado y luego al amarillo.

-...¿Has pensado alguna vez el porqué el destino es cruel con algunas personas, Dioses o Semi-Dioses? —Murmuró, casi en un susurro, que por poco no escucha la pelirrosa.

Momoi rió suavemente y miró al horizonte, en donde el nórdico observaba, fijamente.

-...El destino es cruel, porque nos ayuda a afrontarlo. Nos enseña a enfrentar lo que nos aterra. A valorar lo que tenemos. A llorar si es necesario, ya sea de tristeza o de felicidad. Nos enseña a vivir...—Sonrió y acomodó un mechón de pelo tras su oreja.

-...¿Y qué pasa con aquellos que tienen un destino que no le corresponde? —Hizo una mueca de incomodidad—...¿Porqué tienen que sufrir también?

-...En ese caso, no enseña a superar...—Takao le miró, confundido—...Es, como decirlo, una manera de enseñarnos que, pese a no ser los portadores de tal "crueldad", nosotros también podemos tomarlos y susperarlos como sus dueños legítimos...—Trató de explicarse—...Aunque también nos haría más fuestes...—Puso una mano en su mentón, pensando.

Takao, de verdad estaba sorprendido. No creía que dentro de tal persona, hubiese un pensamiento tan profundo.

Sonrió, ahora se sentía un poco mejor. Si lo que la pelirrosa había dicho era cierto, haría todo a su alcance para sobrellevar el peso que el Loki del Ragnarök debía sobrellevar y evitaría, a toda costa, que su hermanito muriera a manos de aquella flecha de muérdago.

Aunque primero debía encontrar a la persona que la dispararía.

-...¡Bien! —Exclamó y se levantó de su puesto, haciendo que el pelo que cubría su entrepierna, regresara a su lugar, dejando "todo" a la vista.

-...¿Eh? —Momoi parpadeó un par de veces, al notarlo—...¡¿EH?!

Al darse cuenta de la situación, el rostro del nórdico se tornó furiosamente rojo y gritó, huyendo de ahí, avergonzado.